miércoles, 5 de septiembre de 2018

Y SI...

Vemos hasta donde alcanzan nuestros ojos, y nuestros telescopios, pero en la mente pueden ocurrir muchas otras visiones, que quizás no lo son, tal vez sean realidades lejanas. 
Nuestro sistema solar es un compendio de astros entrelazados que normal nuestra existencia. Un complejo orden de subsistemas que mantienen la vida con sus oportunidades y obstáculos.
Y si hubieran sistemas planetarios, que estuvieran ordenados según la evolución de las almas, una serie de sistemas cada vez más perfeccionados, dónde iríamos a habitarlo según nuestra vibración espiritual, tal vez el más cercano carecería de enfermedades, luego el otro, carecería de enfermedades y plagas molestas, luego otra, sin enfermedades, sin plagas molestas y sin desastres telúricos, y más adelante otro sistema más depurado, que no tuviera cadena  la , y otro donde tuviéramos capacidad anfibia, para nadar en el océano, y así seguiría la secuencia de sistemas con condiciones cada vez menos adversas. Hasta llegar al punto de tener un ambiente amable, libre de peligros y de tal elevación humana, que no requiera administración gubernamental, una sociedad justa, amorosa y alegre, que disfrutara de su corporeidad sana, en un escenario libre, confiable y hermoso. Y no me refiero a una vida eminentemente natural, ese lugar también tendría espacio para la creatividad, ciudades, vías, empresas, vestuario, escuelas, arte, comunicaciones...
Un lugar donde la magia, la fantasía, las ilusiones formarán parte de la realidad, parajes encantados, reinos felices, viajes espectaculares, navidades eternas, donde el peligro y el riesgo no existan.
Hoy podemos acercarnos a estas realidades a través del cine, pero, y si todo lo que imaginamos es una realidad en otros lugares o dimensiones. No será que a fuerza de sufrir y padecer no tenemos capacidad siquiera para suponer mundos espectaculares y amorosos.

 Estamos tan motivados por la dificultad que una historia no tiene aliciente si no hay un buen villano; la dificultad del héroe hace un buen guión, y, muchas veces con criterios realistas, los fines de las producciones audiovisuales no son felices, ¡porque así es la vida!. Por fortuna la industria cinematográfica ha clasificado en géneros las producciones, que cubren la diversidad de fenómenos de ficción y no ficción.

Hoy tuve la fortuna de disfrutar de LA TORTUGA ROJA. No se la pierdan.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Un país imaginario

Había una vez un pequeño país en una zona tórrida, bordada de colinas y cordilleras que refrescaban el clima, hasta el extremo de contener nieves perpetuas, cuyos habitantes eran muy simpáticos, amigables, de palabra fácil y emoción vibrante, con fuertes referencias de gestas libertarias, aunque carentes de historia milenaria, tal vez por eso eran tan olvidadizos; además, eran tan particulares, tan increíbles, tal vez porque llevaban en sus venas, sangre indígena guerrera, sangre de blancos invasores y la cadenciosa sangre de negros alborotaos, lo cual les daba una belleza, un humor y una simpatía, nunca vista en el universo conocido; era tan versátil su genética mestiza, enriquecida con una gran variedad de expresiones corporales, que igual se veían entre hermanos, hijos de los mismos padres, morenos de ojos rallaos, catires de pelo ensortijao, cabellos lisos con ojos achinaos, piel canela con narices respingonas. En su suelo yacían suficientes riquezas como para garantizarles un buen futuro, y gracias a lo cual, fueron el destino de inmigrantes creativos que sintieron ese suelo como su tierra patria. Un gentilicio como este, apenas podía tener discriminacion racial, era frecuente oír amistosas expresiones de "negrito", mi "negro bello", como ese "piazo'e negro", si las cosas habían sido desfavorables. Pero, el devenir trae sus estragos, y le sobrevino un infortunio de manera desprevenida, pronto se derrumbaron las instituciones y la depresión de su calidad de vida, marcaron estragos en la salud, alimentación y seguridad. No tardó en manifestarse un proceso obligado de exilio autoejecutado, lo cual dejó huérfanos a padres y abuelos. Una sensación de bajar a un foso, desde donde se conocieron los más tristes eventos, la más cruda realidad y la dependencia más soez, que desdibujó en los más débiles, los rezagos de dignidad que aún les quedaba. 
Pronto, acabó de manifestarse toda la suciedad humana, hasta que ya no quedaba más, hasta que de pronto surgió un aire de renovación que trajo huracanes de cambio, hacia la restauración de un sistema de justicia en el cual desapareció el Estado, y surgió la Ética. Ya la política no era el camino que le daba el poder a unos pocos, era hora de colocar las instituciones en manos sabias y honestas, observados por un comité o junta no presidencialista. Esta sociedad estaba curada de líderes, de populistas, de profetas, de héroes, y por supuesto, de tiranos, esta sociedad había dado un salto hacia el humanismo.