Quien haya tenido la bendición de tener mascotas, sabrá que esa relación trae experiencias inimaginables, de niña siempre había un perro pastor en casa, y era considerado uno más de la familia, aunque mi padre siempre lo tenía limitado al patio.
Mucho después en Caracas, y viviendo en un apartamento en planta baja, un día nos llegó mi hija con un cachorrito callejero que le habían dado porque ella colaboraba con APROA, ONG defensora de los animales, pero por diversas razones que ahora me explico, nunca fue posible llevarlo a la organización y cuando nos dimos cuenta ya habían pasado 4 meses y estaba muy grande, ya no nos podíamos despegar de él, mi esposo un poco contrariado me dijo amenazante: "el perro o yo", y le dije suavemente: "vé haciendo las maletas".
Mi hijo lo llamó CHESTER, y se convirtió en una locura de emociones, un venezolano típico, luego mi esposo lo amó también, lo sacaba a pasear, era nuestra alegría. A los 10 años se nos fue dejándonos un gran vacío. Luego en diciembre entró por la ventana una gatica como de 5 meses, mi esposo la limpió, la consintió, yo estaba un poco escéptica porque habíamos tenido muchos gatos que entraban, salían y no regresaban, pero esta ÑIÑA, como le pusimos, se quedó.
Describir el amor de este felino hermoso, me llevaría hacer un libro, sólo les puedo decir que ella fue tan intuitiva, tan BRICEÑO-PUGH, que sabía cuándo me sentía mal y se me acostaba en el pecho y me ponía sus paticas calienticas en la cara para consolarme. También se nos fue a los 10 años, dejándome tan triste que no he podido volver a tener otro amor gatuno ni perruno.
He de recordar también que cuando mi hijo tenía 5 años me pidió un hamster, y yo me hacía la desentendida, me daba grima porque parecen ratones, pero un día pensé que el niño necesitaba su mascota y podía perjudicarse emocionalmente si no lo complacía, y allá fuí a buscar su hamster.
Le dí instrucciones, para evitar que el animalito se me acercara, pero un día dominguero, como era nuestra costumbre, mis dos hijos se fueron a mi cama a retozar conmigo y metieron a GRETEL, como la llamaron, y el animalito me corrió por la espalda, y ¡Santo remedio! como decimos aquí, la tomé en la palma de la mano y desde ese día se quedó en mi cuarto protegida por un tablón que colocamos en la puerta.
Nuestra Gretel se nos fue, sólo duran mil días, lloré a más no poder, ¡era totalmente injusto!.
Ahora quiero hablarles con un video, de un amor muy felino, se trata de CHISTIAN, un león que fue criado en casa y luego trasladado a Africa, para darle una vida libre con sus congéneres. Vean lo que pasó después de que pasó un año, y suponían que el leal animal los había olvidado. Qué noticia tan alentadora, ¡quien pudiera abrazar a un león así!
En Cali Colombia, también tenemos testimonios de leones agradecidos, como tenemos en la Biblia, la señora Ana Julia Torres rescató a Júpiter de una terrible vida de circo y lo llevó a un zoológico, con mejores condiciones, no les digo más, véanla (este blog tiene más información):
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