Todos sabemos identificar a una mujer sexy. Es una chica joven, madura o muy madura que atrae a los hombres, cualquiera que sea su físico, su atuendo y su manera de ser. Simplemente atrae.
Pareciera entonces que el sex appeal es innato, aunque por las experiencias de los últimos tiempos, parece que se puede desarrollar, manipular, crear. Y es que el atractivo sexual, ya no se circunscribe a un don o atributo personal particular, irrepetible, captado por ojos particulares, sino que ya tenemos indicadores externos para reconocerlos; se ha masificado el contenido del concepto.
La industria de la belleza, entiéndase cosmética, peluquería, gimnacios, medicina estética, moda, se han encargado de definir los parámetros con los cuales se determina la belleza femenina, pero especialmente las empresas que promueven los concursos de belleza internacionales.
Con esto, al menos en Venezuela, se ha fusionado el concepto de belleza con el atractivo sexual, cuestión que se ha desbordado en los últimos 20 años, puesto que si nos vamos a los años sesenta, la belleza era una cosa y el sex appeal otra.
Fue muy divertido cuando en el año 2009, después del Concurso Miss Universo le preguntaron a un modisto venezolano, si mal no recuerdo a Giovanni Scutaro, que cuál era su recomendación para las venezolanas, y él respondió: "a las venezolanas les digo que no sean tan sexys", bueno con esto lo dijo todo.
Es sorprendente ver cómo se han estereotipado tanto los modelajes de lo que se aprecia por bello, ahora léase sexy, que hoy todas las mujeres tienen el cabello alisado aunque ya lo tengan liso; al término del secado, los cabellos parecen desrizados. La práctica de la peluquera es tan mecánica que alisan los cabellos lisos, con una manera particular de secar y la infaltable plancha.
Podríamos decir que es sólo moda, que en su tiempo también se puso de moda el afro, que cada tiempo tiene su tendencia, con lo cual no tengo ninguna objeción, el asunto es que siendo la belleza un asunto tan subjetivo y plural, se vea atrapada en una marea de estereotipos asfixiantes.
En Venezuela ya no es la belleza lo importante, es ser sexy lo que prevalece en esa afición por estar y sentirse bien, no es un asunto estético solamente sino de actitud social, esto ha llegado al extremo de que las adolescentes siempre adoptan poses sexys para tomarse una foto, parecen ecos visuales. ¿Por qué no escuchan al modisto Scutaro: "no sean tan sexys"?
Ah, pero ser glamurosa es muy distinto, tener glamour es tener buen gusto y eso no es tan fácil, no hay reglas para seguir, sólo podemos decir que el glamour parece estar asociado a una personalidad especial, a una manera de ser casi innata, destacada por un comportamiento delicado, aunque no pusilánime.
No se necesita tener mucho dinero para ser glamorosa, es una actitud, una luz que tiene la persona, se observa en una impecable selección del atuendo, de los arreglos físicos, incluso de las preferencias y cantidades de consumo gastronómico, en los modales y vocabulario, he conocido mujeres glamososas, son sencillas, aunque se arreglen y se pinten el cabello. Al parecer están asociadas al signo de libra, parecen princesas. Una persona glamorosa se detecta a leguas, son aves que atraviesan el río sin mojarse.
Recuerdo una vez que vi a Irene Saez en una tienda en Sabana Grande, con sus dos atributos más resaltantes, su belleza era una cosa y su glamour otra.
Ojalá podamos entender que el sex appeal, el glamour y belleza son cosas distintas, y que lo que podamos hacer para resaltarlo no pasa por la exageración y menos por la producción de modelos en serie.
Glamour, belleza y sex appeal juntos
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