Ante la inminente llegada del 2012, hay mucha información; desde los malos augurios, hasta las más optimistas visiones. Pero cada uno por sí mismo, es sólo un punto de vista.
Son tiempos de Cambio, pero de Cambio Total, al parecer hemos llegado al final de una gran etapa de 26.000 años, culminada con la Era de piscis. La llegada a la Era de Acuario se ha manifestado prácticamente desde los primeros años de los noventa. Caos, confusión, corrupción, enfermedades, han sido las señales de un proceso que ha ido expresándose sin que nadie lo pueda detener.
Muy al contrario, todo lo que la humanidad hace, es aportar fuerzas para que el caos se incremente. No es de sorprender, se están produciendo sucesos que han extremado las condiciones de vida en la tierra, contaminación, corrupción, manipulación, afán de acumular, afán de poder, la lista es interminable.
A pesar de las muchas advertencias, de las notables convocatorias de pensadores, científicos, artistas, escritores y demás personas visionarias para reparar, reconsiderar, replantear el camino recorrido, la fuerza de la inercia es mayor. Total, ya se percibe que hay dos tendencias importantes, quienes han tomado cierta conciencia acerca de los cambios planetarios, en los cuales en algo tenemos que ver, y quienes niegan la correlación entre los humanos y el planeta, o no quieren saber, o no sienten la necesidad de despertar; es un estado de inconciencia, es como estar dormidos.
Desde muchas fuentes nos llega la misma información, se aproxima un proceso de cambio que implica dolor, pérdida y desconcierto, la manera sensata de vivirlo es comprendiendo y fluyendo con la energía que se ha de manifestar. No hay personaje principal, es la Madre Tierra y el sistema solar, que interactuarán al unísono, y nosotros no somos extraños testigos, sino partícipes de los acontecimientos.
Nuestra manera de ver el mundo está en crisis, los sistemas conocidos desaparecerán porque cambiará la energía, la dimensión y las vibraciones terrenales, cambiará todo, porque todo está unido, no habrán distancias ni tiempo, todo estará conectado. Aunque esta unicidad es así aquí y ahora, en esta tercera dimensión, no lo percibimos; en ello ha contribuido mucho la visión cartesiana la cual nos ha condicionado demasiado.
Con el debido respeto que me inspira una opinión distinta, no creo que los fenómenos telúricos de estos tiempos sea cosa de pura geología, como lo expresa en un artículo, el profesor de la Universidad de Granada, que actualmente es un invitado de la Universidad de Tohoku, Juan Manuel García Ruiz, testigo vivencial del terremoto de Japón. Cito un párrafo suyo:
"Aquí, en el refugio no tengo noticias de la gravedad de los daños, aunque me imagino que el tsunami posterior ha debido ser tremendo. La tierra sigue -cinco horas después- enviando violentas réplicas que nos mantiene en vilo pero con la esperanza de salir de esta. Aunque a veces huela a azufre, no son diablos ni dioses quienes las envían, ni son ejercicios con bombas nucleares, ni es la tierra enfurecida con la humanidad. Esto se llama geología, es ciencia y es tecnología, y lo sabe un pueblo que quizás acaba de ganar una batalla histórica".
Lo leo y parece un párrafo de mediados del siglo pasado, cuando era propio despejar la ciencia de la interpretación mágica de las culturas. Su apreciación desconoce la correlación de la unicidad de mundo; ahora es indispensable ampliar la visión, la naturaleza no es una máquina que se repara cambiando un repuesto y listo, es el todo, pero tal parece que no hay especialistas del todo.
Con el debido respeto que me inspira una opinión distinta, no creo que los fenómenos telúricos de estos tiempos sea cosa de pura geología, como lo expresa en un artículo, el profesor de la Universidad de Granada, que actualmente es un invitado de la Universidad de Tohoku, Juan Manuel García Ruiz, testigo vivencial del terremoto de Japón. Cito un párrafo suyo:
"Aquí, en el refugio no tengo noticias de la gravedad de los daños, aunque me imagino que el tsunami posterior ha debido ser tremendo. La tierra sigue -cinco horas después- enviando violentas réplicas que nos mantiene en vilo pero con la esperanza de salir de esta. Aunque a veces huela a azufre, no son diablos ni dioses quienes las envían, ni son ejercicios con bombas nucleares, ni es la tierra enfurecida con la humanidad. Esto se llama geología, es ciencia y es tecnología, y lo sabe un pueblo que quizás acaba de ganar una batalla histórica".
Lo leo y parece un párrafo de mediados del siglo pasado, cuando era propio despejar la ciencia de la interpretación mágica de las culturas. Su apreciación desconoce la correlación de la unicidad de mundo; ahora es indispensable ampliar la visión, la naturaleza no es una máquina que se repara cambiando un repuesto y listo, es el todo, pero tal parece que no hay especialistas del todo.
Hasta ahora hemos estado en un mundo estratificado, pleno de divisiones de todo tipo, ante lo cual se han promovido desde los más abiertos puntos de vista, la propuesta de la pluralidad, la amplitud, pero no ha sido suficiente, el sentimiento de la separación, por razas, clases, sexo, inteligencia, belleza, educación... -falta espacio para nombrar todo lo que nos desune-, nos ha creado desconfianza, sospecha, y un gran sentido de alienación. Hemos vivido entre extraños, entre depredadores.
¿Será el retorno del paraíso terrenal, mundo tan anhelado, una sociedad soñada por todas las religiones y por modelos de sociedades elevadas?, para ello es preciso un cambio de mentalidad de 180 grados, una ampliación de la conciencia, una visión integral del mundo y de nuestro papel en esa red energética que es nuestra realidad, que casi no conocemos.
Tal parece que para ello es preciso separar la cizaña del trigo, es una realidad enferma que requiere sanación.
¿Será el retorno del paraíso terrenal, mundo tan anhelado, una sociedad soñada por todas las religiones y por modelos de sociedades elevadas?, para ello es preciso un cambio de mentalidad de 180 grados, una ampliación de la conciencia, una visión integral del mundo y de nuestro papel en esa red energética que es nuestra realidad, que casi no conocemos.
Tal parece que para ello es preciso separar la cizaña del trigo, es una realidad enferma que requiere sanación.
! Así es!
ResponderEliminar¡GRACIAS!
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