jueves, 29 de julio de 2010

Y ¿CÓMO SABEMOS ESO?

Continuación...

3- Liberación, libertinaje, reflexión.
Ya en las proximidades de la década de los noventa, se inició un procesamiento de estas vivencias, básicamente por los aportes de  terapeutas, sanadores, espiritualistas, y demás hierbas, quienes surgieron milagrosamente para ayudar a las víctimas de sufrimientos  emocionales.

Las madres de los adolescentes de los noventa cambiaron el discurso, fueron las pioneras de un cambio notable en el pensamiento.  Las jovencitas eran aconsejadas, para que no se casaran sin conocer a la pareja,  les recomendaban que vivieran juntos y descubrieran si realmente querían compartir la vida.  

Esto acompañado de una buena información sexual para evitar embarazos no deseados y enfermedades, dieron al traste con los viejos esquemas. Al fin se acabó el tabú de la virginidad como una garantía de pureza,  logrando abolirla también como fuente de fracaso. Esto vino a ser un avance ante la antigua cita a ciegas.

4- Extrema individualización, soledad.
Hoy en 2010, aparte de las uniones felices, que sí las hay, las mujeres maduras volvemos a tener sufrimientos con las relaciones, porque la magia de los primeros momentos insisten en dejarnos como ciegas. Los cambios de mentalidad no han incorporado la necesaria responsabilidad; y la omisión, la huída o desaparición, y la falta de comunicación siguen siendo factores comunes que aquejan a la mujer.  

En otro estadio de la realidad, especialmente en la juventud femenina ha surgido una  emulación del comportamiento libertino masculino y ahora, hombres y mujeres participan en una sopa de infidelidades, descaros e indolencia. 

La soledad está haciendo estragos en buena parte  de la población,  casadas, solteras, divorciadas, ya sean profesionales o no,  desarrollan una vida en la cual se encuentran con hombres que tienen miedo al compromiso, una especie de complejo a ser devorados, quienes apenas soportan dos o tres meses de relación y luego salen despavoridos. 

¿Qué ocurre? las explicaciones van desde la supuesta guadaña de la rutina, la cual nunca sentí en mi vivencia, hasta la pérdida de incentivos, presiento un atávico miedo a perder libertad, el terror a la esclavitud, o una especie de claustrofobia espiritual, que no permite el vínculo positivo. 

Tal vez la globalización nos está dando una visión cósmica tan expansiva que las personas sientan que la permanencia con la misma persona sea un signo decadente y sofocante. Con ello pareciera que se está pronunciando también una individualidad extrema. Tal vez para que volvamos adentro, reflexionemos y cambiemos.        
   
Se insiste en comprender el asunto y algunos proponen que no es suficiente la comunicación sino la necesidad de establecer acuerdos; sin embargo, las estadísticas muestran que el 50% de los matrimonios, que son los acuerdos más clásicos, terminan en divorcio, después de fuertes eventos emocionales.

Entonces, de pronto se nos ocurre que al conocer a un  posible enamorado, es preciso descubrir  su modus operandi, ¿y de dónde sale esto? por supuesto, es que realmente te encuentras con verdaderos delincuentes, que asaltan las emociones, que causan daño y quedan tan impunes como cualquier depredador selvático.

Con esto no estoy desconociendo la carga emocional que traemos desde niños, y que es eso precisamente lo que nos conduce al dolor, sin embargo, no puedo dejar de lado, que las parejas caen o hacen caer en trampas, debido a su comodidad y falta de compromiso, que si bien la hubo muy poco en nuestro pasado cultural, tampoco es una cualidad en el ahora.

Es triste cuando una persona se defiende  cuando le dice al otro: "yo nunca te dije que te amaba", "yo nunca hablé de matrimonio". Es un baño de agua helada que asquea, porque quien habla entonces  es un ser animalizado o un depredador, ¿qué hacía en la relación entonces?. 

Actualmente estamos viviendo una nueva cultura, un código aún desconocido, una mezcla de responsabilidad con irresponsabilidad, tal parece una transición, porque es un caos,  típico en confusiones. 

Todos estamos prácticamente aprendiendo en la acción, ya el tabú sexual es cosa pasada, se usa protección también por razones de salud, se hablan las cosas directamete y no parece que eso comprometa el romanticismo, pero las rupturas se siguen haciendo a través de los métodos tradicionales, como la clásica huída o desaparición  masculina que deja profundas heridas en la mujer. 

Volvemos a revisar lo que ocurrió y vemos que faltó establecer acuerdos y me  pregunto ¿para qué? si las malas relaciones se producen con y sin acuerdos. Creo que quien se va a ir se irá como quiera,  aún cuando haya acordado una manera menos hiriente de hacerlo.

Veo en estos comportamientos una marca delictiva. Si se define delito a una acción que daña a otro,  los delincuentes emocionales serían los reos de una justicia particular. Esa justicia no es humana por supuesto, al menos no en estos momentos.

En las relaciones de pareja es donde se experimentan los más profundos malestares emocionales, porque requieren entrega, y todos vamos a ella con defectos afectivos contraídos en nuestra infancia, pero no es menos cierto que estas relaciones también están cargadas de manipulaciones, premeditaciones, y un sin fin de comportamientos de mala fe, que caben perfectamente en la denominación de una vil Delincuencia Emocional.

Hoy estamos optando por sanar nuestras heridas de infancia para que las que surjan en la adultez no nos repliquen el pasado. Seguiremos aprendiendo porque las relaciones entre hombres y mujeres son un misterio. 

Y ahora a alegrarse con música y brindar por ellos aunque mal paguen:
 


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