Cuando tenía 35 años ya estaba preocupada por lo que me vendría con los años, consulté a mi ginecólogo y me dijo que era prematuro pensar en eso, cosa que me calmó, pero no me convenció, mientras más consciente estás de tu realidad mejor.
Pasó el tiempo y llegó la menopausia, tempranamente, a los 44 años. Llegado el momento me indicaron una densitometría ósea, la cual reveló una osteopenia, es decir, el inicio de pérdida de masa ósea, la ginecóloga me alarmó al decirme que si no me hacia el tratamiento que me indicaba, en tres años tendría osteoporosis.
Sin hacer oposición, porque no tenía ninguna razón para ello, me tomé el calcio diario y el Fosamax semanal. Esto me producía un malestar estomacal parecido al efecto que dan los antibióticos, y más tarde me ocasionaron cálculos con sus cólicos nefríticos traumatizantes. Me resistí a seguir tomando calcio, suspendí el tratamiento, lo consulté con otra ginecóloga, quien me contrarió de manera contundente.
Al año siguiente, le volví a referir mi intolerancia al calcio y lo que me dió fue un regaño, y me dijo que yo tenía una manía con eso. Cambié de ginecóloga al año siguiente, le expuse que me producían cálculos renales y cristales en el cuerpo, hasta en la mamografía se podían ver, y esta nueva ginecóloga me dijo que era preferible los cristales de calcio en el cuerpo que una fractura. La verdad es que ella estaba decidiendo por mí, y yo sospechaba que la salida del asunto no podía ser tan estrecha.
Ante mi insistencia, la misma ginecóloga me remitió a una endocrinóloga del mismo Centro, la cual me atendió y sólo con oírme me dijo lo mismo que la ginecóloga, me volvieron a regañar, mientras yo sufría por lo menos de arenillas en los riñones, lo cual me producían periódicos cólicos nefríticos.
No encontraba salida, consulté a un homeópata bioenergético, quien me examinó y me dijo que lo que él podía hacer era reforzar mi sistema orgánico, el cual tenía un tanto desequilibrado, me recetó magnesio y zinc, y me dijo que tomara el calcio por los alimentos. El tratamiento fue a base de unas poderosas inyecciones, bastante dolorosas, que me repusieron de tal manera que me hicieron sentir muy bien, los cómputos de osteoporosis bajaron un poco, pero no lo suficiente.
Me recetó un medicamento ayurvédico para osteoporosis, me dijo que hiciera caminatas, pero seguí poco a poco aumentando mi nivel de pérdida ósea, también porque no seguí con el doloroso tratamiento homeopático.
Recientemente, por una conversación con una desconocida que me dijo que su osteopenia se le había sanado con un medicamento para la tiroides, me dispuse a buscar al especialista de esto y llegué a una endocrinóloga, quien después de varios exámenes detectó que tengo una hipercalciuria, los riñones eliminan más calcio del debido.
Tengo la convicción de que los ginecólogos no deberían tratar este problema, porque aplican la misma fórmula para todas las pacientes, y no tiene respuesta ante los efectos que tiene sobre los riñones. Yo viví la terquedad, o la desinformación, de tres ginecólogas seguiditas, y de una endocrinóloga que se ganó el título en un juego de azar, o es que ese día no quería pensar.
Veo con asombro una publicidad en radio y TV, que crea miedo a la osteoporosis para vender calcio, leches, quesos, y demás productos, pero poca información sobre lo que es correcto hacer.
Lo correcto es consultar un endocrinólogo responsable, que sea capaz de detectar el proceso puntual de la pérdida de calcio, a fin de obtener un tratamiento adecuado y evitar otras valiosas pérdidas, las de tiempo, dinero y salud.
El consumo irrestricto de calcio puede ocasionar al menos, cúmulos de cristales en mamas, coyunturas y riñón, causando graves consecuencias, como tumores, dolores reumáticos y cálculos renales, que no son problemitas pequeños precisamente, son grandes las consecuencias. Pero como eso no es asunto ginecológico sino de otras especialidades, no les importa.
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