sábado, 8 de enero de 2011

EL PERDÓN (II)


El Perdón, por ser un momento de levantamiento de la culpa, es un ritual esencial en la vida, somos seres completos con vidas complicadas, aún con las mejores intenciones somos capaces de hacer daño.

La iglesia católica nos proporcionó el sacramento de la comunión, la cual es válida sólo que lleguemos a ella limpios de corazón, y para ello, allí está en confesionario. Maravillosa manera de entrar en contacto con una autoridad que representa la divinidad; hoy ya tenemos otras formas de exponer nuestras penas, las que siempre se exorcisarán más rápido con la ayuda de autoridades profesionales o espirituales.

Qué alivio confesarse y sentir que estamos libres de culpa y que al cumplir la penitencia hemos alcanzado la gracia de conectarnos con Dios; hoy entiendo que Dios nunca nos ha abandonado, que nunca se ha separado de nosotros, porque lo llevamos dentro. La iglesia ha incorporado nuevos enfoques, y aún cuando no realices la comunión, te invita a centrarte mentalmente y recibir a Jesús. Maravilloso.

El acto de pedir perdón y perdonar son rituales esenciales en la vida, porque la culpa es una carga innecesaria y muy pesada. Esto tiene dos sentidos:

 1- El que se siente culpable:

Los terapeutas modernos no dudan que un sentimiento de culpa puede producir patologías serias, y en ello concentran su atención cuando aparece en el escenario del paciente; pedir perdón no necesariamente requiere confrontar a la persona agredida, incluso podemos realizar ese ritual o proceso, con personas ya fallecidas, porque el asunto está en el paciente. Es una decisión libre de quien se siente culpable.

2- El agraviado:

Cuando el ofendido resiente la ofensa a tal punto que siente rencor, y actúa en consecuencia, es un asunto que también debe tratarse, a fin de perdonar a su agresor. En este caso no necesita obligadamente que la persona que lo ofendió le pida perdón, no es así como se libera el rencor, si fuera así, la persona ofendida estaría en serios problemas de autoestima, que requiere que el otro se humille, o quiere verle el hueso, como se dice.

Veo en estos dos casos, un fenómeno personal, no se trata de un careo, de una confrontación, si así fuera no podríamos resolver conflictos con los fallecidos, en cuyo caso sería un atavismo de horror.  

El perdón es un proceso liberador, una terapia, que debe ser voluntaria, a nadie se le puede obligar a perdonar o a pedir perdón, no se puede invadir a otro para que perdone o pida perdón, es un irrespeto. Sólo debe partir de una decisión personal, después de un análisis del hecho y del reconocimiento de los factores que intervinieron en el conflicto; si esos aspectos no están bien digeridos, o si lo están, y no existe la necesidad de proceder, es inútil cómo lo vea otra persona.

Por eso, el proceso del perdón es un asunto íntimo, es la persona con su conciencia, aunque puede hacer partícipe al otro. Recuerdo un pasaje de la película: "Línea Mortal" con Julia Robert, cuando uno de los protagonistas viaja a otra ciudad a buscar a una persona con quien estudió en su infancia, la localizó para pedirle perdón por las burlas que le hizo y por el acoso que recibió por ser de piel oscura.
Esta es una manera fáctica de hacerlo, pero lo pudo haber hecho sin necesidad de visitarla. 

He visto que sea cual sea la motivación ante el perdón, por la vía mística o por razones terapéuticas, el resultado es transformador, si antes  la confesión se hacía muy mecánica, especialmente porque era requisito para comulgar, y en mi caso el resultado era una segura comunión con Dios, quien ha sido mi verdadero Jefe, ahora se ha extendido al ámbito del consultorio profesional, para ayudar a tantas personas que necesitan otro enfoque para resolver.

Un terapéuta podría decirme que ese jefe es tu Yo interno, a quien le debes explicaciones y con quien deseas estar bien, sí, es mi conciencia, por eso ahora sé que Dios está dentro de nosotros, y afuera también, no hay separación entre afuera y dentro, somos una sola energía, sólo manifestada en caras, personalidades y mil cosas más.

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