sábado, 8 de enero de 2011

EL PERDÓN (III)


Perdonar y pedir perdón, son procesos vitales de limpeza interna.

Después de tanto darle al tema, ya que se impuso de una manera súbita, de pronto sugieron talleres sobre ángeles, perdón, imposición de manos, gemoterapia y mil cosas más; ya un poco más conscientes del problema de los rencores, hemos sedimentado algunas cuestiones:

1- El perdón debe ser otorgado libremente, por el agraviado.

2- Pedir perdón debe ser una decisión libre del agresor.

3- Hay niveles de ofensa, de agresiones, que determinan el impacto que causan en una persona, por eso, llegando a ciertos extremos  tal parece que hay agravios "que no tienen perdón de Dios". 
Conocer esta condición, produce un gran alivio en personas que sufrieron los horrores de la guerra, por ejemplo. Es posible que un resentimiento tal necesite más tiempo, más meditación, más de otra cosa, que permita al agraviado sentirse bien, y no como un despiadado que no quiere perdonar. Todo depende del agravio y la percepción cualitativa, y también del análisis objetivo del agravio.

4- ¿Perdonar es olvidar?, no necesariamente, hay personas que perdonan, olvidan y hacen borrón y cuenta nueva; hay otros que perdonan y no olvidan, porque no es lo mismo, siguen o se distancian del otro sin guardar rencor, y todo bien. El riesgo de olvidar es caer en la misma situación con la misma persona, y la bendición de olvidar es que se libera de tensiones.

5- ¿El perdón implica la reanudación de relaciones como si no hubiera pasado nada? depende, depende del problema y del tipo de relación. Es triste ver a familias separadas por conflictos irreconsiliables. Hay amigos que se separan y hay quienes después de un conflicto se unen con más fuerza. En cuestiones humanas no hay leyes. Lo que sí es molesto es mantener una tensión y no resolverla, pero a veces hay personas que disfrutan la tensión y haciendo daño, creen que ganan algo con mantenerse en tensión. Dejar congelado un conflicto, es lo mismo que llamar la atención a cada momento sobre sí mismo, a través del conflicto, es vivir en un pasado doloroso.

6- ¿Estar enojado con alguien produce placer?  A veces y a determinadas personas. Si pueden recordar alguna vez, cuando tuvieron un enojo con alguien, verán cómo se sentía esa energía de rabia hacia el otro, y la sensación de que al odiarlo, él era el perjudicado. Era una sensación plena de venganza a distancia, donde se creía estar en ventaja por tener la posición agraviada. Después de mucho tiempo he comprendido que eso es tener la autoestima muy deteriorada. Nadie se afecta por tu enojo si no quiere, si no le importa.

7- La nobleza del perdón enaltece al Rey. Quien perdona da signos de mayor fortaleza que quien se mantiene en el rencor. El reconocimiento de que la ofensa del otro es posibe perdonarla ubica a la persona en un escalón elevado de humildad. ¿Quiénes somos para sentirnos ofendidos? Es un nivel elevado de conciencia. Por eso no me parece apropiado el párrafo del Padre Nuestro cuando dice: "perdona nuestras ofensas", porque Dios no se ofende con nada, ¿acaso Dios es humano para ofenderse, para entristecerse, para asombrarse?, él está curado de espanto, él sabe de los daños más atroces que puede ocasionar el hombre. Creo que deberíamos pedir: "concédenos el don del perdón para nosotros y para los demás"  
 

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