jueves, 23 de junio de 2011

ESPAÑA QUERIDA

 He tenido la virtud de sentir empatía por todas las canciones del folklore de todos los pueblos del mundo, y si no las he oído todas, sé que me gustan. Las primeras que oí fueron las canciones españolas, en mi niñez muy cargadas de tristeza por los lamentos de los emigrantes obligados que vinieron de España, debido a las guerras europeas de la primera mitad del siglo XX.

Mi abuelo materno era español, de una gran familia europea que habían llegado mucho antes, en 1925 ya eran unos prósperos productores de café para exportación, caña de azúcar, que usaban para producir papelón, grandes campos de frutales, granos, ganado, para lo cual requerían contratar peones para el trabajo de todo el año. 

Mi abuelo en particular era músico, tenía un grupo con el cual cumplía compromisos para amenizar eventos culturales y sociales. Sin embargo, a pesar de que la vida les sonreía, no sin un esfuerzo tenaz, eran de carácter rígido, fuertemente machistas y casi nada amorosos. Salvo la dulzura de las mujeres, todo era muy estricto, áspero.

El abuelo se casó con una criollita muy temperamental, nada dispuesta a soportar la dominación española, por eso lo dejó en aquel hogar repleto de frutas, alimento, trabajo y riquezas. Nadie supo más de ella, tenía 17 años cuando partió y nadie siguió su rastro.

Mi madre creció en aquellas montañas asfixiantes, con el único pensamiento y deseo de salir de allí algún día, impulso que a los 16 años, la llevó al centro del país con mi padre, para formar un nuevo y deslastrado hogar.

Por malabarismos del destino, que tejió una filigrana de tiempos y lugares, mi madre se encuentra con su madre escapada, cuando yo tenía unos meses de vida. Era una mujer altiva, rebelde, autónoma, dispuesta, libre, desprejuiciada, coqueta, fuerte, bien plantada, y allí surgió una relación a veces tensa, a veces fluida.

Recuerdo a la mamá de mi mamá, con sus cabellos lisos, enrollados en listoncitos de papel de estraza, -el usado en las pulperías para envolver las compras-, para lograr un encrespado de moda, como las artistas de cine mexicano y español, con sus "roba corazones" y su lunar en la cara, siempre incluidos en sus afeites.

En aquellos tiempos, 1950-55, la mamá de mi mamá tenía un buen carácter, sonreía, hacía bordados, cocía, le hacía vestidos de faraláos a mi hermanita, en telas de lunares, como los de las cantaoras flamencas, muy usados en esos tiempos.


Lo curioso de esta historia, es que aquella abuela rebelde que dejó a su déspota esposo español, con toda su familia, sus bienes y sus proyectos, ahora estaba unida a otro español, un andaluz. Recuerdo que tenía una voz inolvidable, una voz idéntica a la de Dyango, un sonido que le salía de una caja de resonancia que parecía un circuito de cuevas retumbantes. Así era la voz de aquel señor, atento, protector y dedicado a su trabajo comercial, a negocios de una y otra cosa.


Recogen esos tiempos, la nostalgia de los inmigrantes y en esta canción, "Suspiros de España", el compositor deja plasmada su rabia y su tristeza por separarse de su tierra, tomada por fuerzas inexplicables. No tuvo más remedio que salir para otro continente, que por travesuras del destino había sido en el pasado, el continente asaltado por las fuerzas de la corona española.

El contacto con españoles fue bastante frecuente en mi niñez, a pesar de aquel divorcio familiar con mis ascendientes cercanos, el sentir de España vivía en nuestras vidas, tal vez porque los llevamos en la sangre, en la memoria celular.

Ahora oiganlo en Las Voces para la PAZ:
http://www.youtube.com/watch?v=msVNrdivax0

martes, 21 de junio de 2011

NADA PERSONAL



"Entre tu y yo, no hay nada personal, 
es sólo el corazón que desayuna, come y cena de tu amor, 
en el café de la mañana, la canción de la semana, 
que muchas veces me emociona y otras tantas me hace daño  

Entre tu y yo, no hay nada personal, 
y sin embargo duermo entre mis sábanas, soñando con tu olor, 
vives aquí en mi sentimiento, me ocupaste el pensamiento, 
quizás te añore, mas no hay nada personal...

Anque me inventes los detalles y te encuentre en cada calle, 
yo te juro que no hay nada personal...

Me haces loco, me haces trizas, me haces mal...

Así en los dos no hay nada personal
te llevo en cada gota de mi sangre y en el paso de mi andar, 
no necesito arrinconarte, ni antes de dormir besarte, 
entre nosotros ya no hay nada personal..."

¡Cómo sería que hubiera algo personal entre estos dos!

Este tema inspira, porque realmente lo que hay entre los seres, no es personal, lo que hay es una cooperación mutua, para que cada quien se vea hacia adentro. Cada situación, idea, evento, vivencia, persona, son facilitadoras de la toma de conciencia que cada ser estaría en compromiso de realizar.

Nos relacionamos con los demás desde antes de nacer, y las relaciones forman parte vital de nuestra existencia; sin embargo, lo personal es lo interno, el afuera sólo es un reflejo de nuestra condición interna, y es la película que tenemos dentro, una oportunidad de ir dentro de nosotros para sanarlo allí.

Si entendiéramos eso desde el amor, serían muchas las penas que nos ahorraríamos, pero es que estamos tan cargados de referencias culturales que hemos hecho nuestras, creencias que nos hacen sentir emociones verdaderas, que nos desgarran cuando se nos presentan eventos desagradables con los demás.

Para mejorar esta conciencia podríamos leer las obras de Miguel Ruiz, especialmente: "Los cuatro acuerdos", con ellos nos descargaríamos de tanto peso mental, que es sólo basura.

UN CLAVO SACA OTRO CLAVO

La historia cuenta que un hombre quiso sacar un clavo de una tabla, y sólo contaba con el martillo y más clavos, se le ocurrió voltear la tabla y clavar un clavo por el respaldo a fin de empujar hacia afuera el clavo inicial al hacer coincidir ambas puntas de los clavos; así logró sacarlo completamente.

Tal pericia sólo es posible en determinadas condiciones, no es una ley, no siempre se puede lograr tal maniobra.

Tan falsa como resulta esta afirmación para todas las tablas y todos los clavos, lo es y mucho más arriesgado, si lo aceptamos como ley cuando se trata de justificar desaciertos en los momentos más agudos del despecho. 

Sólo el desconocimiento de la complejidad emocional humana, podría suponer que un amor perdido puede ser sustituido de inmediato por otro. Primero, porque no somos máquinas, susceptibles de cambiarnos repuestos, y segundo, porque una relación que comienza como sustituto, agrega más confusión a la que ya existe. Conocí de un caso en el cual un amigo muy querido se divorció dos veces en un año, decisiones como esas llevan todas las de perder.

Los dolores naturales resultantes de un abandono, una infidelidad, y hasta una separación de mutuo acuerdo, requieren ser digeridos, por usar una expresión gastronómica; requieren ser atendidos, reflexionados y procesados, a fin de llegar a un estado de sociego y sanación adecuada que nos permita establecer nuevos acuerdos amorosos.

Con toda la intención no me he referido a nuevas relaciones amorosas, sino "acuerdos amorosos", los cuales serían los naturales resultados de haber sabido procesar el período de separación y de reconstrucción interna.

Todo momento doloroso es un llamado desde nuestro interior, así como un dolor físico nos impele a acudir al médico, nos avisa que algo anda mal, un momento de dolor emocional es un grito del inconciente para nuestra salvación, y quienes nos podemos sanar somos nosotros mismos, aún cuando acudamos al terapeuta.

La recuperación emocional después de una separación amorosa, es un salto evolutivo, sanar una herida sentimental es sanar un pasado traumático, darnos la oportunidad de liberar nuestra queja infantil, es un regalo para nuestro adulto.

Ello implica varias condiciones:

1. Asumir el dolor como un proceso personal, colocando el énfasis en nosotros mismos y no en acusar afuera, en cuyo caso se perdería la oportunidad de salir exitosamente del evento. La infidelidad, el abandono o el enfriamiento de la relación, son sólo la anécdota de la vivencia; lo esencial es la oportunidad de convertir esa vivencia en experiencia, en aprendizaje. Si no aprendemos y salimos fortalecidos de nuestros dolores, hemos perdido la oportunidad de crecer.

2. Darle rienda suelta al dolor, llorarlo a más no poder, sacarlo de adentro, conversarlo, revisarlo, llorarlo y llorarlo; así por alguna rendija sale el nódulo inicial de dolor afectivo, el punto de partida del abandono o la traición que sentimos en un momento vulnerable: cuando éramos infantes. Son momentos cuando puede descubrirse una asociación, un vínculo emocional, un eje traumático, una clave de sanación. 

3. Con ayuda terapéutica es mucho más fácil transitar el duelo, con ello podemos conocer los factores decisivos en el suceso, los errores, los aciertos, las debilidades, las potencias, y otros elementos ricos en descubrimientos.

4. Asumir la reconstrucción, con un agregado en madurez, con una sensación de confianza en sí mismo, que es donde radica el asunto. La confianza de sí, es la garantía de que las acciones de los demás no nos van a herir, o al menos no tanto como para derrumbarnos. Seguiremos teniendo dolor en nuestras vidas, el asunto es cómo lo asumimos, con sobria seguridad o con un embriagamiento lacerante.

5. Establecer equilibrio entre la atracción sexual, la ilusión de un nuevo amor, y la conveniencia de esa persona en nuestras vidas. Ya no se justifica una relación irreflexiva basada en la emoción y la atracción física solamente, sino donde están claros los elementos que la sustentan, porque no se dejan por supuestos sino que se asumen explícitamente. Los mitos, los sueños, los ideales que hemos aprendido a través de los cuentos de hadas, los dichos familiares, los suspiros y las ensoñaciones, quedaron atrás, ahora se pueden establecer acuerdos reales, con gente de carne y hueso y no con príncipes azules, o princesas acartonadas.

La mayor parte de los fracasos de pareja se basan en la falta de comunicación asertiva sobre los valores que comparten, las expectativas y especialmente en la incapacidad para poner sobre el tapete temas cruciales, por temor a dañar el encanto del período inicial, del enamoramiento, "es que no es romántico"; es una trampa que nos colocamos para caer después en una gran desilusión.

Tener los pies sobre la tierra es percibir la perspectiva integral de una relación, aunque también lo es, asumir las consecuencias de cualquier decisión tomada. 

Si no quisiéramos hacer caso a las recomendaciones aquí expresadas, también es válido, aunque a través de un camino más escabroso, dejarnos llevar por el encanto inicial, pero eso sí, de manera consciente, y con ello hemos de saber que estamos corriendo un riesgo; si decidimos correr el riesgo, cuando ocurra lo inevitable puede que duela, pero ya estábamos de cierta manera avisados, y no tendría porqué hacernos polvo.  

 

domingo, 19 de junio de 2011

LOS SENDEROS CIRCULARES DEL TIEMPO

Aún cuando nuestra percepción del tiempo es lineal, por lo cual diferenciamos en pasado, presente y futuro, el tiempo realmente es circular, otros lo llamarían cíclico; el asunto es que nos vemos inmersos en vivencias que de manera inesperada, se nos repiten en la vida. Esto lo expresa muy bien un dicho popular: 
"La vida da muchas vueltas"

Que la vida da muchas vueltas significa que sigue un camino sinuoso, curvo y sorpresivo. Esta expresión anida una esperanza en la justicia, quien pone su fe en las vueltas que da la vida, sabe que hay una Ley de justicia ineludible. En ello vivimos y no nos damos cuenta, nos engañamos creyendo que porque algo sucedió hace mucho tiempo no tiene validez hoy, asumimos arbitrariamente que los hechos prescriben, el asunto es que lo que prescribe es porque está resuelto, los cabos sueltos no prescriben. 


Los hechos significativos de nuestras vidas, cobran un lugar especial en nuestro inconciente, manteniendo viva la sensación que los hace especiales; cargados de vivencias emocionales estos eventos se nos anclan en el alma, de allí que los psicólogos afirmen que el inconciente es atemporal. Podemos imaginarnos entonces, la intensidad con la cual se nos instalan los eventos traumáticos.

La terapeuta argentina Marina Vieri, especialista y maestra en Anatheóresis, habla de nueve senderos que se van sucediendo y repitiendo durante la vida de una persona, en los cuales se pueden detectar episodios típicos de cada sendero y se puede ver cómo se producen hechos similares a los ocurridos en el pasado, cada vez que transitamos por el mismo sendero.

Si lo quisiéramos mostrar gráficamente, podríamos imaginar que los senderos son los escalones de una escalera de caracol, cada peldaño un sendero y cada sendero un tipo de vivencia. Cuando ya hemos transitado el noveno sendero, iniciamos de nuevo la serie desde el sendero uno. Los cabos sueltos dejados pendientes en cada sendero, reaparecen en eventos con otras personas o con las mismas con quienes no resolvimos la vez anterior, para tener la oportunidad de hacerlo ahora. La vida no es tan injusta como creemos.

Esta manera de organizar los sucesos, es lo que también se conoce como la Ley de Causa y Efecto, o karma; la vida es una oportunidad para hacer bien las cosas, entendiendo por hacerlas bien, corregir los errores que por ignorancia cometemos.  

Es clave detectar la repetición de eventos desagradables en nuestras vidas, observar nuestras tendencias, los reiterados errores, dolores, desaciertos, las situaciones que atraemos una y otra vez.

Cuando esto ocurre, hemos de saber que dichas vivencias no han sido aprovechadas para transformarlas en experiencias. Cuando hacemos de la vivencia una experiencia, sanamos, la experiencia surge de la reflexión y resolución de las vivencias, con ello aprendemos del error o de la inadecuada decisión que hemos tomado en el pasado, bien sea por haber sido un agresor o por haber sido agredidos. 

Darnos cuenta es la primera fase del proceso. Cuando hacemos un recorrido por los eventos traumáticos que hemos vivido, tomando en cuenta su repetición, vamos siguiendo el hilo de un sendero, tal vez en ese momento necesitemos de un terapeuta que nos guíe o aconseje, o tal vez podamos resolver, simplemente conversando con los actores involucrados.

Los abusos sufridos en la infancia, son la base de los subsiguientes abusos que permitiremos en la edad adulta, el silencio soportado en los primeros años de vida, son el alimento del sufrimiento en solitario posterior. Tomar acciones para salir de este oscuro tunel emocional, es un regalo no sólo para nosotros, sino para los demás involucrados.


Si llegamos a la cima con una ristra de cabos sueltos, quizás no tengamos tiempo para resolverlos, estirar la arruga no nos ayuda para nada. En la película LINEA MORTAL protagonizada por Julia Robert, puede apreciarse la importancia de sanar agravios; los protagonistas simulan estados de muerte y sus principales vivencias se empeñan en mostrarles a todos, sus traumas no resueltos.

http://www.youtube.com/watch?v=vRnH8MzAGpU


El carácter cíclico de esos eventos, son sólo un aviso para resolverlos, no perdamos la oportunidad de atender estas señales que nos da la vida. Una vida en alegría es una luz para sí y para los demás.