Hay una expresión muy usada por los brasileños, que la aplican para citar a una persona en desgracia o para señalar de manera depreciativa a alguien: "el infeliz".
La verdad es que si la felicidad es un estado subjetivo pasajero, la infelicidad parece ganarle en permanencia, ya que ésta puede estar asociada a todo tipo de problema, a la falta de salud, de dinero, de amor y de muchas otras cosas objetivas y subjetivas.
Como ya dijimos en anterior post, la felicidad está asociada al grado de emociones gratificantes que tengamos con los demás, sin embargo, no necesariamente la causa de infelicidad se encuentra en las demás personas, hay una gran diversidad de aspectos que nos producen este estado emocional.
Aunque podemos citar como dice la canción, la salud, el dinero y el amor como los ejes clásicos que más retos nos exigen, es propio señalar otras situaciones que son fuente de mucha infelicidad, como son las situaciones de guerra, prisión y otras formas de perder la libertad, la muerte de seres queridos, las separaciones del país de origen y otras más sutiles pero no menos dolorosas, como el autorechazo, el desmerecimiento, envidia, egoísmo, victimización.
Se ha descubierto que es imprescindible para la salud integral de la persona, desarrollar para sí, una referencia filosófica o una cosmovisión trascendental, religiosa o espiritual que sea capaz de dar sustento ideológico, y que funcione como muelle o amortiguador de las situaciones que nos colocan en estados de infelicidad.
Por otra parte, mientras más abiertos, plurales, tolerantes y amplios asumimos la vida, más capacidad y posibilidad tendremos de ser felices, mientras más elementos incorporamos en la lista de preferencias, de gustos y aficiones, más radio de acción abarcamos como fuentes de felicidad, aunque debemos reconocer que existe un componente inconciente que nos comanda estas preferencias, gustos y aficiones.
Es bueno recordar, que nuestro rechazo ante determinadas cosas están asociadas a desagradables experiencias de la infancia, de allí mi desagrado a encontrarme pedazos de aliños en la comida, pero eso lo resuelvo picando muy bien esos ingredientes.
Si la felicidad como dice Eduardo Punset es carencia de miedo, no creo prudente definir la infelicidad como su contrario, ya que una persona infeliz no necesariamente es miedosa, también puede estar deprimida, indiferente, desahuciada, desesperanzada, o simplemente estar presa de sus escasas posibilidades creativas, o atrapada en un modelo mental pesimista, pragmático y hasta sarcástico.
No olvidemos que también hay cierta tendencia a la victimización, lo cual ha sido reportado por especialistas, hasta el punto de haber detectado adicción a la infelicidad y al sufrimiento, un masoquismo más común de lo que cualquiera puede imaginar.
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