Con suma sencillez y con la maestría de un gran expositor, Joan Melé, subdirector de Triodos Bank, expone un tema que interpreto como la humanidad en una encrucijada, y apenas a tiempo de rectificar el camino andado, a fin de poder tener una esperanza de sobrevivencia.
Esto me recuerda a Van Ressenlaer Potter, quien en 1970 planteó la Bioética, como un camino de acercamiento a la solución de la vida en el planeta, pero pocos le prestaron atención. He aquí un resumen de tan nutritiva exposición:
La crisis financiera es el tema del momento, todos los días esperamos que las autoridades del mundo económico, hayan encontrado la clave para salir de ella, y resulta que no vamos a salir de este atolladero, porque las inversiones especulativas, basadas en vocabularios sofisticados e imprecisos que causaron la crisis, siguen siendo los mecanismos utilizados para solucionar el problema. Basicamente la consideración del dinero como fín y no como instrumento de mejora del mundo humano.
El excesivo interés en el interés monetario, por encima de otros valores llevaron al sistema económico internacional a esta situación, y no será a través de la aplicación de los mismos factores que causaron el desastre, con lo que se va a corregir el mismo.
Hoy tenemos una crisis financiera, pero siempre ha habido una crisis, la humana, la crisis social, la persona no ha sido tomada en consideración al momento de las decisiones económicas, lo cual se ha agravado en los últimos 30 años, con la globalización; los Bancos comenzaron a competir ya no en un capitalismo liberal, sino en un capitalismo salvaje, caracterizado por la fiebre del crecimiento.
Las metas bancarias de cada año se establecían a priori y sin estar sustentadas en proyectos justificados, se fijaban en un porcentaje de crecimiento, que llegaba a los 200%, establecidos en esos rangos sólo tomando criterios de competencia, sin importar qué efectos tendría ese crecimiento en el mismo sistema bancario y menos en el entorno social; una absoluta carencia de visión ética.
El crecimiento se convirtió en la meta, lo que provocó la necesidad de fomentar el consumo, a fin de garantizar un movimiento monetario que sostuviera ese crecimiento; no siendo esto suficiente, se comenzó a desarrollar el negocio especulativo, basado en fórmulas rimbombantes que no eran inversiones reales sino banca especulativa.
Ese proceso basado en el crecimiento, ha sido la enfermedad del sistema, el cuerpo humano es el ejemplo más nítido de lo perjudicial que puede ser el crecimiento irrestricto de células sin tener en cuenta la totalidad, cuando eso ocurre aparece el cáncer. En esto están involucrados todos, los clientes que exigen cada día más dinero por su inversión y el Banco por entrar en esa loca carrera de crecimiento.
El fomento de la ética para decidir sobre qué hacer con nuestro dinero, es una acción necesaria para salir de la crisis, pero de la crisis global. La Banca Ética no es nueva, ya se hablaba de ella por los años 60, cuando un grupo de cristianos descubrieron que su dinero destinado a unas organizaciones humanitarias y para la paz, estaban en Bancos que daban préstamos para la guerra del Viet Nam.
China e India ofrecen mano de obra barata al mundo, seres humanos que trabajan a un nivel de explotación esclavista, pero los inversionistas no les importa, porque los negocios son los negocios, no tienen nada que ver con otras consideraciones, cuando en realidad sí tienen que ver. Es una parte de la humanidad que está muriendo y a nadie le importa, es como si tuvieramos un dedo gangrenado, no decimos: ah déjalo así, salimos corriendo porque es nuestro dedo, somos nosotros mismos en peligro, así es el resto de la gente, parte nuestra.
El problema ético es el contrasentido entre los objetivos de los proyectos de una sociedad, por ejemplo una ONG que lucha por el bienestar de los desplazados de guerra y sus finanzas están en Bancos que financian las armas, es una contradicción.
Los seres humanos tenemos tres áreas de actividad interior: el pensamiemto, los sentimientos y la voluntad, casi todos coincidimos en los pensamientos y sentimientos, en eso todos somos humanitarios, pero cuando se trata de dinero, donde la voluntad de hacer está en juego, optamos por hacer el negocio que más nos convenga y separamos la ética del negocio, pero hay que mezclar, porque cuando un cliente exige mejores ganancias porque si no se va a la competencia, está entregando su voluntad a lo que el Banco quiera hacer con su dinero, se desentiende, no le importa en qué invierte el Banco.
Si lo único que le pedimos a un Banco es que nos dé el mayor interés posible de nuestras inversiones, el Banco va a invertir en negocios rentables, y complace a sus clientes, que siempre amenazan con irse con la competencia; da más dinero una empresa que contamina, que la que invierte en cuidados, da más una empresa de explotación infantil que la que respeta los derechos humanos.
Una Banca ética se realiza con un individuo ético y una sociedad ética, no es necesario un orden económico mundial, con normas de comportamiento, sino el empuje libre de todos por conciencia, el Banco como un instrumento de transformación social.
Para ayudarse en este propósito es necesario dedicar tiempo de cada día al espacio interior, a la meditación, salir del armario espiritual, mucha gente lo está haciendo, pero no se atreven a dejarlo saber, lo que pasa es que como hemos estado sometidos al mundo externo tanto tiempo, cuando tenemos silencio nos aterramos, porque encontramos un gran vacío, pero hay que superarlo, porque cuando se logra ese nivel de ejercicio espiritual llevas eso a tu trabajo, a la calle, a todas partes, y eso es lo coherente.
La pregunta es ¿en dónde tenemos colocados los valores?
Lo que no tomas por conciencia te llega como destino, hay una leyes universales ya conocidas desde hace mucho por las religiones, que siempre te pasan factura, y no es castigo, es simplemente la consecuencia de los errores cometidos.
Disfruten en las propias palabras de Melé, en esta gran exposición: