sábado, 11 de diciembre de 2010

¿DE CUÁL CRISIS FINANCIERA ESTAMOS HABLANDO?

Con suma sencillez y con la maestría de un gran expositor, Joan Melé, subdirector de Triodos Bank, expone un tema que interpreto como la humanidad en una encrucijada, y apenas a tiempo de rectificar el camino andado, a fin de poder tener una esperanza de sobrevivencia.

Esto me recuerda  a Van Ressenlaer Potter, quien en 1970 planteó la Bioética, como un camino de acercamiento a la solución de la vida en el planeta, pero pocos le prestaron atención. He aquí un resumen de tan nutritiva exposición:

La crisis financiera es el tema del momento, todos los días esperamos que las autoridades del mundo económico, hayan encontrado la clave para salir de ella, y resulta que no vamos a salir de este atolladero, porque las inversiones especulativas, basadas en vocabularios sofisticados e imprecisos que causaron la crisis, siguen siendo los mecanismos utilizados para solucionar el problema. Basicamente la consideración del dinero como fín y no como instrumento de mejora del mundo humano. 
El excesivo interés en el interés monetario, por encima de otros valores llevaron al sistema económico internacional a esta situación, y no será a través de la aplicación de los mismos factores que causaron el desastre, con lo que se va a corregir el mismo.

Hoy tenemos una crisis financiera, pero siempre ha habido una crisis, la humana, la crisis social, la persona no ha sido tomada en consideración al momento de las decisiones económicas,  lo cual se ha agravado en los últimos 30 años, con la globalización; los Bancos comenzaron a competir ya no en un capitalismo liberal, sino en un capitalismo salvaje, caracterizado por la fiebre del crecimiento. 

Las metas bancarias de cada año se establecían a priori y sin estar sustentadas en proyectos justificados, se fijaban en un porcentaje de crecimiento, que llegaba a los 200%, establecidos en esos rangos sólo tomando criterios de competencia, sin importar qué efectos tendría ese crecimiento en el mismo sistema bancario y menos en el entorno social; una absoluta carencia de visión ética.

El crecimiento se convirtió en la meta, lo que provocó la necesidad de fomentar el consumo, a fin de garantizar un movimiento monetario que sostuviera ese crecimiento; no siendo esto suficiente, se comenzó a desarrollar el negocio especulativo, basado en fórmulas rimbombantes que no eran inversiones reales sino banca especulativa.

Ese proceso basado en el crecimiento, ha sido la enfermedad del sistema, el cuerpo humano es el ejemplo más nítido de lo perjudicial que puede ser el crecimiento irrestricto de células sin tener en cuenta la totalidad, cuando eso ocurre aparece el cáncer. En esto están involucrados todos, los clientes que exigen cada día más dinero por su inversión y el Banco por entrar en esa loca carrera de crecimiento.

El fomento de la ética para decidir sobre qué hacer con nuestro dinero, es una acción necesaria para salir de la crisis, pero de la crisis global.  La Banca Ética no es nueva, ya se hablaba de ella por los años 60,  cuando un grupo de cristianos descubrieron que su dinero destinado a unas organizaciones humanitarias y para la paz, estaban en Bancos que daban préstamos para la guerra del Viet Nam. 

China e India ofrecen mano de obra barata al mundo,  seres humanos que trabajan  a un nivel de explotación esclavista, pero los inversionistas no les importa, porque los negocios son los negocios, no tienen nada que ver con otras consideraciones, cuando en realidad sí tienen que ver. Es una parte de la humanidad que está muriendo y a nadie le importa, es como si tuvieramos un dedo gangrenado, no decimos: ah déjalo así,  salimos corriendo porque es nuestro dedo, somos nosotros mismos en peligro, así es el resto de la gente, parte nuestra. 

El problema ético es el contrasentido entre los objetivos de los proyectos de una sociedad, por ejemplo una ONG que lucha por el bienestar de los desplazados de guerra y sus finanzas están  en Bancos que financian las armas, es una contradicción. 

Los seres humanos tenemos tres áreas de actividad interior: el pensamiemto, los sentimientos y la voluntad, casi todos coincidimos en los pensamientos y sentimientos, en eso todos somos humanitarios, pero cuando se trata de dinero, donde la voluntad de hacer está en juego, optamos por hacer el negocio que más nos convenga y separamos la ética del negocio, pero hay que mezclar, porque cuando un cliente exige mejores ganancias porque si no se va a la competencia, está entregando su voluntad a lo que el Banco quiera hacer con su dinero, se desentiende, no le importa en qué invierte el Banco. 

Si lo único que le pedimos a un Banco es que nos dé el mayor interés posible de nuestras inversiones, el Banco va a invertir en negocios rentables, y complace a sus clientes, que siempre amenazan con irse con la competencia; da más dinero una empresa que contamina, que la que invierte en cuidados, da más una empresa de explotación infantil que la que respeta los derechos humanos.
Una Banca ética se realiza con un individuo ético y una sociedad ética, no es necesario un orden económico mundial, con normas de comportamiento, sino el empuje libre de todos por conciencia, el Banco como un instrumento de transformación social.
Para ayudarse en este propósito es necesario dedicar tiempo de cada día al espacio interior, a la meditación, salir del armario espiritual, mucha gente lo está haciendo, pero no se atreven a dejarlo saber, lo que pasa es que como hemos estado sometidos al mundo externo  tanto tiempo, cuando tenemos silencio nos aterramos, porque encontramos un gran vacío, pero hay que superarlo, porque cuando se logra ese nivel de ejercicio espiritual llevas eso a tu trabajo, a la calle, a todas partes, y eso es lo coherente. 

La pregunta es ¿en dónde tenemos colocados los valores?
Lo que no tomas por conciencia te llega como destino, hay una leyes universales ya conocidas desde hace mucho por las religiones, que siempre te pasan factura, y no es castigo, es simplemente la consecuencia de los errores cometidos.

Disfruten en las propias palabras de Melé, en esta gran exposición:

LA PALABRA


A medida que nos ponemos en contacto con nuevos fenómenos, el idioma se nos hace insuficiente para incorporar esas realidades, necesitamos nuevos conceptos que poco a poco incorporamos a nuestro banco de significados.

Cuando los  científicos se enfrentaron a esta situación, no les quedó más remedio que crear un lenguaje propio, un lenguaje técnico, que permitiera a los entendidos comunicarse sin problema, a la vez que excluían a los demás.

Hoy, casi todo está regido por esta condición, hasta los temas más cotidianos requieren una terminología particular, por ello, aprecio la puntualidad de la palabra, que la idea sea lo mejor expresada.

En la actualidad hemos estado expuestos a nuevos vocabularios,  que hacen referencia  a contenidos que hemos llamado esotéricos, porque surgen de un compendio de temas de la sabiduría universal que por milenios se mantuvieron ocultas, junto con nuevas interpretaciones psicológicas del mundo psíquico.

A principios de los años 90 la Astrología, el Tarot, y terapias que llamaron holísticas, nos parecían extrañas, y no faltó quien  descalificara el asunto con una mueca despectiva, con el argumento de que se trataba de superstición; sin embargo, aunque en todo movimiento cultural siempre se cuela la mediocridad y el oportunismo, esta nueva ola de atención temática, que al principio  se identificaba como Nueva Era, fue generando un proceso de concientización sobre temas de salud, prosperidad y afectividad, al punto de que ya dio como resultado una sustancial masa poblacional que reivindica esta apertura de pensamiento.

¿Qué hay en el fondo de todo esto? un enfoque espiritual diferente, desconocido hasta ahora, al menos por la sociedad occidental de los años que corren. Desde los más recónditos saberes se producen fórmulas, explicaciones, y rituales para alcanzar de nuevo un contacto con lo esencial del ser humano, su interioridad. Es un abandono del encasillamiento religioso para dar paso a una visión amplia y directa de nuestra relación con Dios.

Los conocimientos de las culturas precolombinas han alcanzado un reconocimiento notable, en tanto que sostienen una cosmovisión identificadas con la naturaleza, de una manera práctica y espiritual.

Es como un despertar a lo místico, al conocimiento ancestral, que de muy buena manera ha logrado en muchas personas un cambio singular en su aproximación a los problemas humanos, y esto no es más que una superación o apertura de conciencia, en la cual prevalece un sentido de responsabildad personal, un apoderamiento de la autonomía y un fluir con las fuerzas cósmicas de las cuales nunca hemos estado separados. 

Pareciera que es un fenómeno que ha impulsado lo humano sobre lo instintivo, se habla de perdón en lugar de venganza, de compasión que no es lástima, de usar la palabra para resolver conflictos, del amor como energía vital y trascendente...de muchos temas que nos hacen mejores personas.

Pero lo más destacado es que no sólo somos las personas sino el planeta quien está pasando por un cambio de energía, las vibraciones planetarias están causando fenómenos destructivos, es como un resfriado terrenal que produce sacudones y que afectan a los más vulnerables. 


Aunque no es prudente seguir todas las convocatorias, en este mar de propuestas, por aquello de los falsos profetas, es bastante bueno saber más sobre estas nuevas maneras de percibir la vida, y si se trata del planeta no hay porqué dudar, la Madre Tierra está demandando atención, tenemos que asistirla. Esto marcará nuestra evolución, no podemos evadirla.