La infidelidad ha causado muchos estragos, más por la forma de resolver este conflicto, que por la misma circunstancia del fenómeno.
Se ha creado una especie de mito o referencia conceptual sobre este comportamiento, es como una sombra que amenaza a las parejas.
En el programa CALA del miércoles, en CNN en español, el moderador trató el tema El Tantra y las relaciones sexuales y comentó con un guiño de picardía, que unos científicos habían descubierto en los últimos estudios sobre el ADN, que existe un gen de la infidelidad, y preguntó a su invitada Mabel Iam: ¿cree que la infidelidad se encuentra en un gen?
No pude copiar exactamente lo que ella contestó, pero si puedo transmitir la idea de su respuesta. Dijo algo así: "las emociones y los comportamientos se expresan, se desempeñan, y se copian de generación en generación, y luego aparecen en los genes". Para mí fue una excelente respuesta.
A la pregunta de Cala, yo digo que es cierto, si la infidelidad, o cualquier otra cualidad, ha sido un comportamiento reiterativo en el ser humano, por supuesto que se instalaría en un gen, ¿cuál es la sorpresa?
El asunto es que comúnmente se interpreta, que por el hecho de que se encuentre en un gen, es independiente de la conciencia, de los valores y de las elecciones personales en el presente. La controversia se plantea porque se asume equivocadamente, que si está en un gen, no hay responsabilidad por ese comportamiento.
Se supone entonces, que al igual que el color de la piel, -en lo cual no hay acción volitiva, porque son características físicas- la infidelidad sería provocada por un mandato biológico incontrolable.
Aunque se trate de una característica de comportamiento alojada en un gen, esto no lo hace necesariamente determinante, ya que juegan papeles importantes: el ambiente cultural, los valores del grupo de pertenencia y la conciencia personal.
Es divertida la ingenuidad que se percibe en el brillo de los ojos de quienes creen encontrar en la genética, la explicación de todos sus devaneos.
¡Menuda excusa!, hay un deseo oculto de que toda debilidad humana se encuentre en un gen, para desentendernos echándole la culpa al gen; un capricho de la naturaleza que nos hizo así.
En los genes se podrían encontrar todos los comportamientos asumidos por el ser humano desde tiempos inmemoriales, pero la interpretación que se le da comúnmente a lo genético, es que lo que pertenece al gen es inmutable y adscrito a la condición biológica desde sus inicios.
Una suerte de premiación, que disculpa a quienes propician este comportamiento. La evolución es movimiento, imagino que cualquier comportamiento humano por creativo que sea, si se repite lo suficiente a través de las generaciones, en algún momento se hace propio, y se transfiere a un gen.
Los sentimientos discriminatorios, el amor por las artes, las tendencias adictivas, las vocaciones, la promiscuidad, y muchos otras manifestaciones humanas, pudieron ser incorporadas paulatinamaente en nuestro ADN, en la medida que el ser humano se fue desenvolviendo en la vida, y a través del tiempo se fueron consolidando aprendizajes que a simple vista interpretamos como creaciones personales, únicas y voluntarias.
Somos el resultado de lo que marca la condición biológica, conjugado con factores ambientales, sociales, culturales, psicológicos y espirituales, que confluyen en el comportamiento.
¿Cuál es la sorpresa de que exista un gen de la infidelidad, de la honestidad, de la homosexualidad, del don artístico, de la tendencia homicida, o de cualquier otra expresión humana, si esas son características desempeñadas por el ser humano desde la noche de los tiempos?
Si no han visto esta película, se han perdido de algo excelente.