jueves, 1 de noviembre de 2012

CUIDA A TU PAREJA


“Cuida a tu pareja …, tu familia está segura, tu pareja no”
Padre Ricardo Bulmez


Aunque la familia es un tesoro que hay que nutrir y cuidar, una vez que se han establecido los lazos afectivos sobre bases sólidas, ya puedes estar tranquilo, ese amor perdurará, porque entra en el sistema de auto-regulación, tal y como son los cujíes corianos de Venezuela.  En cambio la pareja, es un delicado arbolito siempre chiquito, que necesita cuidados especiales, y tratamiento diverso según las circunstancias; pueden pasar muchos años y si de pronto surge algo que descuide la relación, todo lo que se ha construido puede debilitarse, porque es la única relación afectiva que se renueva día a día.

Esta afirmación puede ser altisonante para los románticos. La historia de Penélope, quien encarna en la mitología griega la imagen de la fidelidad a prueba de tiempo, es un tanto oscura, debido a varias versiones del mito. No dudo de que han habido mujeres que han permanecido leales al amor de un hombre ausente, lo cual significa el abandono más evidente; sin embargo, la motivación para tal comportamiento no necesariamente es el amor.

Con gran claridad el padre Bulmez describe a la pareja como una planta con una flor, si no se riega se seca y si se riega mucho se ahoga, a eso debo agregar que las plantas necesitan ser observadas para detectar el momento en el cual se le debe reponer la tierra y la maceta, colocar el abono, podarla y especialmente limpiarle las plagas que suelen atacarlas, yo agrego algo muy importante: HABLAR con ellas, transmitirle afecto, y las plantas se ponen tan hermosas.

Una vez tuve un jardín en el cual sembré tres plantas de cayenas de flores dobles, dos de ellas me daban muchas flores amarillas llenas de pétalos esplendorosos, pero la tercera no florecía a pesar de que las trataba igual, además era una planta más pequeña, no se desarrolló como las otras, que tenían hojas y flores muy grandes y lustrosas. 

Entonces sospeché que esta mata era macho, -sin que tuviera información técnica al respecto-, supuse que no daría flores por una razón sexual, ese día  me puse a hablar con ella, le dije que si era macho yo no tenía ningún problema, que la amaba igual, pero que si era hembra, me regalara una flor, al cabo de unos cinco días vi asombrada los brotes de unos pequeños botones en la mata “macho”, porque siempre las reviso en sus detalles; estaban empezando a salir sus flores, al cabo de unos días tenía cinco flores color salmón con bordecitos y corazón rojo, eran hermosas, más pequeñas que las cayenas amarillas, pero de una ternura que saltaba a la vista, le agradecí a mi mata su floración y le ofrecí a la luna estas hermosas expresiones de la naturaleza.

Después de este evento, sospeché que esta mata había sufrido un trauma afectivo, alguna mala palabra, un fuego cerca, un maltrato que la dejó deprimida, y es cierto, las plantas poseen alma, se llaman elementales, pequeñitos angelitos que les dan vida y entusiasmo.  Esto ocurre también con el agua, la tierra y el viento, frecuentemente cuando me llega esa suave caricia del viento, le agradezco, y lo bendigo, sé que me entiende.

También nosotros somos como un planeta lleno de elementales que actúan en cada órgano, por eso es bueno conversar con nuestros pies, corazón, senos, para darles caricias sonoras..., pero esa es otra historia.

No dudo que somos jardineros de la vida, pero aún no lo sabemos.

miércoles, 31 de octubre de 2012

CORTÁZAR Y EL AMOR

-->

"Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará"   
 Julio Cortázar  

Tenía 21 años cuando oí la expresión: “Hacer el amor”, y me resultó muy disonante, porque el amor, un concepto tan abstracto, no se puede hacer, el amor, que técnicamente es una emoción, en todo caso ya está hecho, y hecho de una manera tan inteligente que sólo se puede llegar a él por caminos de sencillez y pureza; tal vez por eso casi nadie lo encuentra.

Nunca repetí esa cosa, que desafortunadamente se le ocurrió a alguien desocupado, o tal vez a un poeta, no me he puesto a investigar su origen, tal vez sea sólo la traducción al español de una idea, propia de la visión racional de otra cultura; y todo por la falta de una nomenclatura justa para referirnos a las relaciones sexuales, se usan diversas expresiones como: “dormí con él”, cuando dormir es una acción estrictamente personal, que consiste en cerrar los ojos y pasar al estado inconsciente más descomprometido que existe.

Esta impresición tal vez se debe a que las relaciones sexuales no siempre están relacionadas con los sentimientos, y a esas relaciones descomprometidas se definen con una sutileza, que sugiere el encuentro carnal; pero, ¿cómo referirnos a los contactos sexuales sin amor, cuando pesa sobre nosotros un criterio moral, que nos aleja de la vulgaridad?.

Hoy tenemos muchas pistas, para enfocar este extraño fenómeno que denominamos amor, hay quienes lo han clasificado, según sea el objeto del amor, en maternal, filial, fraternal, de pareja, y universal; la mayoría lo han tomado como sinónimo de querer, y otros lo han diferenciado argumentando que el significado de querer es desear, por lo tanto el deseo o la pasión muere pronto, entiéndase deseo sexual, y el amor perdura.

Los más preclaros dicen que el amor humano no es amor, sino un sentimiento lleno de convenciones sociales porque envuelve condiciones, por lo cual carece de la esencia del amor real, que viene siendo la identidad con todo lo que existe, lo cual ha creado no menos confusiones.

Tal parece una paradoja, si amo de verdad, me alejo de las relaciones personales, ya que todo lo que existe tendría la misma importancia, nadie sería especial, ¿y cómo puedo expresar amor a todo?, sólo quedándome contemplándolo.

Llegado a este punto, no hay vuelta atrás, la persona que tenga al lado, por decir pareja, sería uno más de todo lo que existe y por lo tanto amado como todo lo demás; no habría privilegio, ni importancia en la selección, tal vez desaparecería la monogamia, especialmente centrada en la fidelidad hacia una relación blindada por la aceptación del voto matrimonial.

Con todo y que el amor es un concepto humano donde prevalece la posesión del otro, o el compromiso con el otro, la monogamia está lejos de ser un estado perfecto, es sólo un acuerdo que minimiza el desorden social; sin desconocer que en sus momentos importantes, en sus picos fuertes, la monogamia concede a los actores involucrados un sentimiento de seguridad, que de otra manera no tendrían.

Establecer límites entre lo externo o lo extraño, con las personas que amamos, el hogar que construyo, los hijos que procreo y con los recursos y tiempo que proporciono, significa un estado de seguridad y de identidad personal y social que nutre a los recién casados y a quienes perduran en ese convenio, además de conceder un estado de gran satisfacción moral.

Cortázar se negó a concebir que pudiera hacer el amor, y genialmente expone que es el amor quien los hace. ¿Será posible que eso sea lo que ocurre cuando se une el sentimiento amoroso con la relación sexual, ese binomio espectacular que concede al individuo una proyección hacia el infinito que nadie puede doblegar?, ¡QUE EL AMOR NOS HAGA!.