Hemos visto, experimentado y debatido hasta la
saciedad, las razones, los procesos y mecanismos a través de los cuales, las
personas se relacionan para formar pareja, y una de las verdades más
aplastantes, es que sin que medie la voluntad, los procesos inconcientes
determinan la atracción que sentimos hacia otras personas.
Esto es válido para todo tipo de relaciones,
desde nuestro interior se marcan las preferencias, inclinaciones, aficiones,
vocaciones, y demás procesos que hacen nuestra vida.
Las relaciones de pareja son las que
nos proporcionan las vivencias más intensas, y de las que, por contraste, nos
podemos desligar, un divorcio puede marcar la diferencia entre una vida dura e
injusta a una liberación, lo cual no ocurre con las relaciones consanguíneas.
En estos tiempos de reflexión, de búsqueda, de
sanación, de espiritualidad, -si lo podemos llamar así-, las relaciones de
pareja han tomado un espacio importante en la preocupación y ocupación de
muchos, especialmente de las mujeres, quienes son las más asiduas participantes
en los talleres que se ofrecen para superar trabas, eliminar creencias y
armonizar el ambiente psíquico.
Sabemos que somos nosotros mismos los que
propiciamos, sin darnos cuenta, lo que nos sucede en la vida, lo cual se
encuentra registrado en los procesos psíquicos más profundos, de tal manera que
podemos modificar, limpiar, transmutar, los contenidos que nos traen desdicha.
Si esto es así, podríamos ver en las personas
que atraemos, un espejo de lo que somos, y de allí extraer conclusiones de lo
que nos podemos liberar.
La búsqueda de la pareja ideal, fue en el
pasado un asunto de sueño y ensueño, de esperar el príncipe azul, cosa que llevó a muchas
decepciones, al corroborar que tal príncipe no existe; no obstante, hoy el
asunto está más claro, ya que podemos incidir en nuestro interior, a través de
la conexión espiritual más elevada, con la cual restablecer nuestros contenidos
inconcientes.
En este nuevo paradigma de relaciones hemos de
reconocer que, no toda persona que atraemos es la persona adecuada, ya que si
bien hemos visto que hay personas que son atraídas por otras que no sienten lo
mismo, también hay atracciones mutuas que no encajan adecuadamente.
Reconocer a la persona adecuada es un acto de
sabiduría, intuición y apertura para sentir; lo prudente es dejar que fluya el proceso.
No cabe duda que una persona que ha logrado
escalar en esta limpieza interna, es una persona que atraerá a mucha gente, y
esto no se debe necesariamente a que atrae las parejas adecuadas y tiene para
escoger, simplemente, quien brilla es detectada por mucha gente, porque
generan una vibración sanadora, hermosa que influye sobre nosotros.
También vemos personas que atraen a otras, y
las primeras no sienten lo mismo, no se perciben atraídas por quienes las
cortejan; si una persona es independiente, segura de sí misma, asertiva, puede
atraer a dos tipos de personas:
- Quienes son afines, se ven reflejas en ellas.
-
Quienes
carecen de esa cualidad, y necesitan sentirse protegidas por ellas.
El segundo caso, está motivado por la
necesidad, el otro proporciona lo que no tengo, y es más cómodo vampirizarlo,
que desarrollar la cualidad.
Este caso también sucede recíprocamente, cuando
dos personas se atraen porque cada una tiene cualidades de la cual carece la
otra. He visto con asombro parejas, cuyo hombre es agresivo y tosco unidos a
mujeres muy dulces, y nos parecen incompatibles, pero resulta que cada uno está
ejerciendo al ciento por ciento, lo que la otra no ha desarrollado, y prefieren
dividirse inconscientemente, los papeles. Son parejas, cuyos miembros por
separado, funcionan desde la necesidad.
La variedad de combinaciones es asombrosa, una
persona independiente y con cierto liderazgo patológico, puede sentirse atraída
por alguien débil, y esta elección sigue siendo por necesidad, el placer de
sentirse dominante, de sentirse poderoso y sobresaliente; no cabe duda, un
vacío por sentirse no importante lo lleva a exacerbar la cualidad. Las uniones
de fuertes y débiles, como las patológicas uniones de sádicos y masoquistas, es
un buen ejemplo de este tipo de relaciones complementarias.
Ya vemos cómo, la simple atracción no es motivo
para establecer una relación satisfactoria, si estamos despiertos podremos
detectar nuestros puntos a desarrollar o trabajar, ya que siempre atraeremos la
persona que nos enseñará algo, lo cual puede ser una cadena de sufrimiento.
Trabajar estos aspectos nos proporciona una
ventaja sobre la vida que llevaríamos si seguimos de espalda a lo que somos y
cómo funcionamos.
Actualmente se ofrecen sólidos conocimientos y
terapias que nos proporcionan un salto significativo en la resolución de trabas
emocionales y mentales, que sólo requiere la disposición de invertir justo
dinero, tiempo y entusiasmo, especialmente si están solteros, divorciados, casados, unidos o viudos, es decir, en todos los casos es relevante.
Ser felices es un mandato de Dios, porque es la
naturaleza de la conciencia pura, y está a la vuelta de una página en nuestra
manera de percibir la vida, para al menos acercarnos a quiénes somos realmente,
lo cual ha estado eclipsado por los pensamientos y emociones que hemos
experimentado en la vida, una capa de información y energía que esconde nuestra
verdadera esencia trascendental y libre.