martes, 4 de diciembre de 2012

PEAO DE BOIADEIRO



PEAO DE BOIADEIRO
Serio Reis

Sou um Peão de Boiadeiro procurando paz
O caminho das estrelas eu deixei prá tras
Vou seguindo neste mundo, nesta solidão
Eu e meu cavalo, estrada de chão
Vou pensando nela, triste ilusão
Quero ser o seu amigo
Ser o seu abrigo tudo que lhe falta
Ser o seu Peão
Quero estar sempre ao seu lado
Ter o seu perfume
Ser o seu amado
E não sentir ciúme, ciúme
Sou Peão de Boiadeiro amando demais
Eu que não acreditava um dia ser capaz
E se esse amor existe pode confessar
Não me deixe triste basta um olhar
Para que eu sinta que o amor nasceu

PEÓN DE GANADO
Soy peón de ganado procurando paz
El camino de las estrellas yo dejé atrás
Sigo en este mundo, en esta soledad
Mi caballo y yo, camino de tierra
Voy pensando en ella, triste ilusión
Quiero ser su amigo
Ser su abrigo, todo lo que le falta
Ser su peón
Quiero estar siempre a su lado
Tener su perfume, ser su amado
Y no tener celos, celos
Soy un peón de ganado amando demasiado
Yo que no creía que un día pudiera ser capaz
Y si ese amor existe, puedo confesar
No me deje triste, basta una mirada
Para que yo sienta que el amor nació

Hermosa remembranza de la vida campesina, cuando tenía dulzura; la casita blanca bordeada de jardines, patios inmensos, y terrenos cultivados. Dura vida para obtener los bienes de la tierra, dulce para amar de verdad.

Esta letra alude a una de las historias de la gran producción brasileña, PANTANAL, era la canción de un peón que amaba a una chica invadida por el odio y la venganza, que a fuerza de cariño, protección y solidaridad abandona su propósito y se deja amar.

Este ambiente bucólico aún está presente en el ideario popular, especialmente en quienes apenas tuvimos reseña de su existencia; mi madre que vivió la vida campesina desde la rudeza de su familia de Tenerife, Islas Canarias, nos contaba historias sobre su niñez transcurrida en las montañas de la Arenosa, Municipio Boconó del Estado Trujillo; tenían una hacienda de café y cultivaban legumbres intercaladas con maíz, frutales, hortalizas, caña de azúcar y tenían un trapiche, con una buena producción de papelón, además de ganado lechero para el consumo de la familia y el personal de jornaleros.  

Mi madre tenía un don para contar anécdotas, con descripciones del ambiente, la vivienda, los personajes, las aspiraciones y las relaciones humanas, que elaboró sin darse cuenta un sólido imaginario en nuestro pensamiento infantil, y tengo tan vivos los paisajes, los eventos y los tonos emocionales de sus historias, que puedo reproducirlas sin equivocación; es un archivo dentro de una gavetica de mi biblioteca mental que tengo intacta.

Para ello no había hora, cuando cocinaba, cuando lavaba y planchaba, y cuando nos poníamos a jugar a la casita, colgando sábanas en el cuarto y tomando chocolate caliente en tiempos de lluvia, recuerdo que casi no podíamos oírla por el estruendo que producían las gotas de agua sobre el techo de zinc; por eso me gusta tanto ese ruido ensordecedor del zinc impactado por el aguacero, especialmente para dormir.

Después de ese íntimo solaz, cuando escampaba de inmediato brillaba el sol, y salíamos al frente de la casa a poner barquitos de papel periódico que mi madre nos hacía, en el gran río que se formaba en la calzada, todos los vecinos hacían lo mismo y hacíamos competencia y aupábamos nuestras embarcaciones, donde yo me imaginaba que iba de viaje.   

Mis padres reprodujeron en Maracay la casita blanca bordeada de jardines, y mi madre, hasta tenía un huerto de hortalizas y una siembra de maíz; cuando cosechaba las mazorcas nos contaba el cuento de la gallinita que invitó a sus vecinos a sembrar y ninguno quiso acompañarla, por lo cual sembró con sus pollitos, y al cosechar desgranaba las mazorcas cantando de alegría y les preparaba unas cachapas que eran la delicia de los pollitos, puesto que le agregaba a la masa huevos criollos, leche en polvo, azúcar y un toque de vainilla, sin punto de sal porque se comen con queso de mano. Esa es la fórmula que uso para mis cachapas domingueras que aprendí con mi Mamá Gallina: Silvia Pacheco Bastidas.