No escasean las reflexiones en la edad madura. Hay
quienes prefieren seguir siendo jóvenes y hasta hay un texto que llevan en
franelas que dice: “La juventud prolongada”. Hay quienes se visten como viejos
y se olvidan de los convencionalismos; los que se empeñan en permanecer
jóvenes, hacen ejercicio, dietas y se mantienen bien; quienes aparentan menos
edad con agregados de cirugías; quienes se mantienen erguidos corporal y
mentalmente, son los privilegiados, quienes tal vez han logrado descubrir el
secreto de la vida, ese secreto que los llevó a vencer las vicisitudes y salir
como el ave que no se moja al cruzar un río.
Pero hay otros que aún en la edad madura, tenemos
dudas, interrogantes insalvables, agobiados por el camino recorrido, sin saber
dónde tuvieron los errores y dónde los aciertos.
Alguien plantea que a esta edad su alma tiene mucha
prisa, y su propósito es vivir sin el acoso de los trabajos interminables, de
los ideales y proyectos inalcansables, de reuniones guadañosas para no lograr
nada, con lo cual estoy de acuerdo.
Creo que en esta vida
lo importante es haber vivido esa juventud que creía en grandes ilusiones,
aunque lo que se hiciera no sirviera realmente para nada, todo muere, todo se
va; el asunto es dar el esfuerzo y quedar marcados por eso, porque el mundo no
se hizo para cambiarlo, se hizo para vivirlo, experimentarlo.
Dios no espera que el
mundo sea distinto después de nosotros, Dios espera que seamos distintos
después de haber estado en el mundo, aunque quedemos despellejados. La vida es
una experiencia que sólo nos sirve a cada uno, el mundo se ríe de nuestros
afanes.
Después de haber leído algo sobre las filosofías más
notables que mueven la humanidad, concluyo que somos actores en un sueño de
alguien, o protagonistas de una obra que sólo nos deja la marca del papel
representado, y que nada podemos hacer para cambiar el libreto. Menos mal que Dios nos dió lágrimas.
La sabiduría es un logro que lo da el pulimento del
alma, nunca antes; mientras tanto, seremos esfoliados con cepillos de piedra.
No obstante, hay quienes disimulan la sabiduría y optan por asumir una actitud
despreocupada.