miércoles, 19 de octubre de 2011

NO CREO EN DIOS, NO SOY CREYENTE


De la oscuridad a la luz… Es así como puedo definir un fenómeno que parece haberse manifestado en occidente, junto con todo el movimiento que generó la expansión de las comunicaciones, la informática, la mundialización de la economía y su efecto directo: la globalización.

Para bien y para mal estos cambios han surgido en momentos finales de un milenio y en vísperas de una fecha que por siglos ha estado anunciando catástrofes, fines del mundo, castigos y también renacimientos.

Al capitalismo le dio por expandirse hacia oriente, por aquella “ventaja” que significaba la mano de obra barata; la ambición rompió el saco y derramó el equilibrio financiero, la población siguió creciendo y demandando su estilo de vida americano, derechos humanos y libertades inalienables. La sociedad occidental entró en crisis y ahora, la China tiene en sus manos un poder que no tiene competencia: un nuevo e híbrido sistema económico, un extraño modelo de capitalismo salvaje fundamentado en la esclavitud de la clase obrera, o mejor dicho, de la clase miserable de China.

De caras al mundo occidental, la China es una próspera economía, acaparó las empresas occidentales, quienes inicialmente fueron por lana, pero que a la larga o a la corta, quedaron trasquilados, se convirtieron en clientes. El país más fuerte de occidente quedó sin empresas, y convertido ahora en un comerciante de los “productos chinos”. Esto benefició a unos y perjudicó al colectivo. De caras al país, la China está gobernada por un totalitarismo más que salvaje.

En estas circunstancias llegó el año 2000, y con este proceso, la espiritualidad comenzó a dar un vuelco también, de una visión heterónoma, es decir, de haber mantenido una cultura religiosa dominante, que imponía a sus seguidores un modelo de pensamiento dependiente, se ha pasado a una reflexión sobre la trascendencia del alma y su papel en el mundo terrenal, que no imaginábamos hace 50 años. No obstante, la presencia histórica de ateos, agnósticos y no creyentes, ahora estamos percibiendo una postura crítica no reivindicativa, no opositora, no agresiva, sino la emergencia de una Conciencia Espiritual Autónoma; ya no hay inquisiciones, a menos que cada quien le dé cabida a su inquisidor mental, y eso es decisión personal.

Tal parece que los errores, las crisis y los excesos, desbordan también las cosmovisiones de la cultura, llegaron a occidente nuevas formas de percibir la espiritualidad, precisamente desde el oriente, ¡qué paradoja!. Se generaron nuevas formas de ver el mundo, especialmente la conjunción entre las filosofías orientales y la salud integral. Esto nos dio una apertura para relacionar lo material y lo inmaterial, lo terrenal y lo espiritual, generando todo un movimiento que se dio en llamar Nueva Era.

Este movimiento no tiene líderes, es amplio y diverso, permitió generar en las personas una filosofía propia y aunque por costumbre se sigue manifestando la adhesión tipo feligresía en los centros de diversas orientaciones, también se ha creado una manera personal y autónoma de relación espiritual, la cual no tiene intermediario entre el ser humano y Dios. Son muchas las voces independientes que hablan de ética humana y de trascendencia; filósofos, científicos, escritores, poetas, espiritualistas, cabalistas, chamanes, ambientalistas, médicos, psicólogos y toda una gama de profesionales universitarios, sanadores, especialistas en desarrollo personal, promotores empresariales… La lista es muy larga.

Uno de los signos más relevantes de esta Nueva Era, es la notable atención que recibieron los asuntos emocionales y el pensamiento, ligados a los problemas de salud, la prosperidad y las relaciones familiares y de pareja. Esto ha producido una generación de personas que han dado un salto cualitativo en la manera de ver la vida, el mundo y su destino. No es poco el trabajo personal que eso exige; pero hoy tenemos a nuestro alcance bibliografía, videos, conversatorios que ilustran y establecen un valor nunca bien alcanzado: La Libertad Interior.  

Tanto para quienes se adhieren a la idea de la cercanía temporal de una inminente devastación planetaria, como para quienes son más bien escépticos, no cabe duda de que vivimos momentos históricos cruciales en todos los órdenes. En un post modernismo decadente, en un mundo mental absolutamente sin referentes, y en contraste, con la aparición de nuevas expresiones de las fases de la vida; ya los adultos mayores de 45 años no son ancianos como lo fueron sus padres, ya las personas de 50, 60 y 70 años no tienen referentes, porque sus antepasados no llegaban a esas edades en las condiciones físicas y mentales que ellos tienen hoy.

Todo esto conlleva a un bien llamado momento de INCERTIDUMBRE, me pregunto: ¿Qué definición le darán los historiadores del futuro a este tiempo?. Después de la objetividad de Descartes, -el Positivismo, que invadió la academia y la vida cotidiana-, las convicciones se han ido de paseo, las creencias han sufrido golpes inimaginables, especialmente por la acreditación científica -asunto nada fácil- que ha logrado el planteamiento de la posibilidad de vida después de la muerte.

Es bastante común conversar sobre el tema, sin alarmas ni acusaciones de superstición. Las sanaciones e intervenciones quirúrgicas espirituales a cargo de médicos acreditados, están siendo reconocidas o al menos, no sufren persecución. Esto hubiera sido inimaginable en los años 70.

Qué decir de la Medicina Natural, la Homeopatía, las sanaciones con las manos, el uso de la Radiestesia, Terapias Florales, Aromaterapia, Gemo-terapia, Risa-terapia y una diversidad de especialidades que conforman un compendio de apoyos, especialmente en el ámbito de la prevención y balance energético. Hemos ganado expansión en la concepción del cuerpo y su vínculo con la salud; hemos ganado independencia religiosa, porque como la palabra lo indica, significa religar, volver a unir, y esto sólo se lograba a través de los representantes de las religiones, que unas en un momento y otras en otro, han perseguido e impuesto sus dogmas a la fuerza. 

Es por esto que ya yo no soy creyente, ese término descalifica la capacidad crítica de la persona, porque quien cree no duda, y quien no duda está perdido. Yo no creo en Dios, porque una creencia es frágil, dejamos de creer de un momento a otro, las creencias son vulnerables porque provienen del afuera, del aprendizaje, de la domesticación, del adoctrinamiento, por eso dejé de ser creyente. 

Yo soy consciente, reflexiva, y SÉ que Dios existe, ES, porque lo veo en mi alrededor, porque está en la flor perfumada y en la flor marchita, porque le da vida a los pájaros y deja sin aliento al moribundo, porque me trae la suave brisa refrescante y me da el calor sofocante, porque riega los jardines y las plantaciones y se esconde en la sequía. No tengo la menor idea de porqué hace eso, pero hay una explicación, que no sabemos. Los más guerreros dirán que estos desastres los causa el hombre con su abuso a la naturaleza, y es cierto, pero es que no veo a Dios fuera del hombre, en cada uno de nosotros está Dios.

Cuando niña me decían lo mismo: “Dios está en todas partes”, lo cual me causaba terror; pero ¿cuál es la diferencia entre aquella afirmación en relación con esta omnipresencia que descubro ahora?. Que en mi niñez me lo decían para asustarme con un ojo metido en un triángulo, que dibujaban en el Catecismo, como un espía invisible de mi comportamiento. ¡Ese no es Dios! Aunque no dudo del Registro de nuestras actuaciones, como archivo que usaremos para un aprendizaje trascendental, conocido como Los Archivos Akhásicos.

Esta visión no antropomorfa de un Dios-Energía, que nos habita, sugiere una Ética Espiritual, muchos ateos la tienen:

No hacer daño,
Hacer el bien,
Respetar a los demás y a la naturaleza,
Ser justos,
Asumir la responsabilidad de nuestro papel en lo terrenal y lo trascendental, en lo individual y colectivo. 

Por todo esto puedo decir, que hemos avanzado de la oscuridad a la luz.  

A propósito, les invito a ver este video:
http://www.youtube.com/watch?v=nxVwsKNv08Q&feature=player_embedded