martes, 14 de junio de 2011

EL VOLCAN QUE SOMOS


 En muchas ocasiones se han suspendido las actividades en aeropuertos, debido a que la visibilidad está totalmente reducida por los gases de volcanes en erupción. Estas manifestaciones naturales nos dan noticia de una explosión, que sin lugar a dudas es el desahogo de poderosas energías contenidas.

Es un espectáculo de horror, que me hace creer que la idea más remota del infierno estuvo inspirada en estas manifestaciones de la naturaleza.

En las imágenes del volcán Puyehue en Chile, puedo ver que esa extrema manifestación de la Madre Tierra la podemos interpretar como un explícito espejo de nuestra naturaleza humana: emocional, mental y corporal.

Hemos entendido que la tierra tiene sus procesos y que en nada tienen relación con nosotros, hemos creído que somos una especie superior y ajena a lo que ocurre a nuestro alrededor. Sin embargo, es realmente todo lo contrario, los vapores candentes alojados en nuestros corazones, no son menos explosivos que una erupción volcánica, y de alguna manera pudieran estar relacionados con los volcanes que vemos afuera.

Tal y como ocurre en la atmósfera, el ser humano genera volcanes y se nubla con gases emocionales y mentales y provoca guerras, tortura, abandono, y produce desastres, que de tanto verlos nos acostumbramos; basta ver como pasamos la página ante el contenido de los noticieros. Caminamos en medio de estos gases y nos adaptamos a respirarlos, para luego adquirir una enfermedad, que creemos que nos llegó como castigo, destino o mala suerte.


Qué manera más ciega de interpretar la realidad, ya hemos sido informados, o más bien advertidos, de que "como es afuera es dentro, como es arriba es abajo", lo cual nos da una idea de la interrelación que existe en el todo. 

Me pregunto, ¿cómo sería un planeta habitado por una humanidad que haya logrado equilibrar sus emociones, su mente y su acción en torno a una lúcida espiritualidad?. Estimo que será un lugar armónico, porque una lúcida espiritualidad comienza por una identificación total con el entorno, un sentimiento de integración con el ambiente y con los demás...Un Paraíso.

Imagino también que el cielo no es necesariamente un asunto de otra dimensión, sino una promesa, es decir, una auto-promesa que los seres humanos podemos construirnos. 

Ese mundo al que aspiro, sería obligatoriamente el resultado de haber logrado que cada ser esté alineado a un centro de energía positiva, resultado de haber logrado superar la enfermedad más aplastante que padecemos hoy: la incoherencia interna, el sentirnos extraños y ajenos a nosotros mismos y a lo que nos rodea, lo cual genera egoísmo e incomunicación. Esto elevado a la n, es la alienación (*) colectiva, que padecemos hoy.  

Crear el cielo en la tierra, es un anhelo que será posible, sólo y cuando hayamos superado tan intensos modelos de dominación humana, y de exterminio de la naturaleza; mientras tanto, la tierra y el espacio sideral, serán sólo un reflejo de nuestras propias miserias.

Si pudiéramos superarnos, al punto de no tener la necesidad de contar con ideas como: política, economía, educación, administración, poder, gobierno, jerarquía, dominación, hegemonía, autoritarismo, líder carismático, entre otros males institucionales de la organización social, y pudiéramos desarrollar las ideas de amor, sabiduría, equidad, y en resumen: VIDA, sería haber escalado octavas y octavas de ascenso espiritual.

(*) Alienación: Proceso mediante el cual el individuo o una colectividad, transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición.  Med. Trastorno intelectual, tanto temporal o accidental como permanente. Psicol. Estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad. RAE.