domingo, 11 de noviembre de 2012

EL MITO DE LA DIFERENCIA CULTURAL

Intriga, envidia, hipocresía, interés, desconfianza, suspicacia, apariencia, rencor, venganza, mentira, superficialidad, abuso, engaño, xenofobia, manipulación, victimización… Parece que estoy listando las energías negativas de la sociedad occidental, pero no, no estoy hablando de la sociedad occidental, estoy anotando las energías discordantes que encontré en una historia novelada, -pero que al fin y al cabo refleja la realidad- de un país considerado como muy espiritual; de donde ha venido toda una ola o influencia filosófica, que ha penetrado en los ámbitos espirituales y de sanación integral de occidente.

La medicina ayurvédica, el yoga y como mínimo el conocimiento de los centros energéticos del cuerpo humano, denominados chakras, han venido de INDIA; de aquel lugar hacia donde supuestamente se dirigió Colón cuando emprendió sus viajes y llegó equivocadamente a nuestro continente.

He notado que el ser humano, provisto de sus atuendos, creencias, tabúes, divinidades y con la diversidad cultural que experimenta, se unifica casi idénticamente cuando expresan sus más oscuros sentimientos; los atrapan los mismos motivos, las mismas pasiones y las mismas debilidades.

Podríamos decir, que eso no asombra, que el ser humano es igual en su esencia, sin importar su lugar de nacimiento, cultura y educación; no obstante, hemos de considerar que a pesar de las condiciones naturales del ser humano, los conceptos y la manera de priorizar los valores, el pensamiento y las creencias, debería incidir en la manera de reaccionar en lo cotidiano, no digamos en los momentos de crisis, simplemente en lo cotidiano.  

Me estoy refiriendo a la excelente producción de O GLOBO de Brasil: “INDIA, una historia de amor”, de la prestigiosa autora Gloria Pérez. En esta historia se deleita al televidente, con dos locaciones lejanas, en Brasil y en India, cuyos personajes viven secuencias casi idénticas, homólogas; personajes que se vinculan en ámbitos familiares y empresas internacionales también familiares, donde las convenciones sociales están a la orden del día y las decisiones siempre marcadas por el interés más poderoso de las sociedades, el económico.  

Es interesante ver cómo las clases altas de ambas sociedades, reaccionan de la misma manera ante personas y situaciones que los amenace en el nivel social que poseen. En India la casta es adscrita, es decir, se tiene por nacimiento y el nivel social en Brasil, se adquiere por tradición familiar, o por ascenso social, con el poder que provee un negocio próspero o una buena educación.

En India, la estratificación social es un rígido sistema de castas(*), asociado a sus creencias filosóficas, deidades y tradiciones; las castas implican además, una población excluida, que vive en condiciones de extrema pobreza y discriminación, los dalits, a quienes les asignan los trabajos y el trato más degradante, en medio de exquisitas demostraciones de riqueza. Quien nace en una casta muere en ella misma, siempre y cuando cumpla con los deberes de su casta, porque puede perder su condición en caso de desobediencia y a través de un juicio ejecutado por los gurúes de la casta.

Es obligado el cumplimiento riguroso de esas normas, no sólo por su efecto en la vida, sino porque su destino después de la muerte depende de ese comportamiento en la vida terrenal, para que el alma realice su transmigración a otra vida, bien encarnando en un ser de menos nivel (lo cual merece por karma o deuda), o en una casta superior (merece por dharma). Es por ello que quienes nacen en las castas se consideran merecedores de buenas vidas, por el dharma o premio que ello significa.

Sin embargo, es notable el fenómeno ya observado en otras culturas rigurosas, como fue el caso de la cultura judía que cuestionó Jesús en su tiempo, de privilegiar el cumplimiento de ritos y sentencias, aún cuando no observen la calidad de las relaciones, la compasión, el amor, la piedad, la solidaridad y hasta la honestidad. Es célebre la expresión: “sepulcros blanqueados”, con la cual Jesús increpa la falta de moral que prevalecía en una sociedad presta a cumplir rigurosamente con los rituales religiosos, pero con la mayor insensibilidad y con comportamientos que más hablaba de gente alejada de Dios.

Lo interesante de la historia, es el parangón que podemos hacer sobre el comportamiento de personajes que se ven acosados por casi los mismos eventos, que ocurren en Brasil y en India, personajes que se enamoran, que son obligados a renunciar a su amor, que viven dramas por las diferencias de clase, que obligan a los hijos a seguir la tradición económica de la familia a costa de su derecho de autodeterminación, y un sin fin de amenazas que se sufren, donde prevalece el apremio por mantener la apariencia de noble, el cumplimiento de la tradición, y especialmente en India, se preserve la pureza de la casta. 

No en balde, el concepto de raza aria procede de la India, y aquí debo hacer un paréntesis, ya que inicialmente ario se refería a un estado noble o espiritual, pero que se usó posteriormente en otros espacios muy conocidos por todos, como raza superior. Este giro en el significado no es de extrañar, los seres humanos acomodan los conceptos más sublimes a su intereses particulares.

Desde la visión occidental las rigurosas normas de oriente pueden sonar bastante asfixiantes, el obsesivo celo por la virginidad, la represión paterna sobre la mujer y la familia, la elección de las parejas a través del trabajo de los sacerdotes que vigilan celosamente el comportamiento de los jóvenes casaderos, y en general el poderoso influjo del “qué dirán”, el cual ejerce un poder casi esquizoide en una sociedad machista, son comportamientos bastante superados en occidente. 

Belleza, misterio, encanto, se observa en los rituales de India, como esplendor y boato en occidente, y aunque tan diferentes, igualados en puntos cruciales donde la humanidad, sea cual sea su cultura, expresa sus oscuridades.


(*) CASTAS DE INDIA
Existe una pirámide muy bien delimitada:
1- La casta de los Brahmanes, sacerdotes e intelectuales.
2- La casta de los Kshátridas, guerreros y reyes.
3- La casta de los Vaishyas, los comerciantes.
4- La casta de los Shudras, campesinos y trabajadores.
5- Los Intocables, o Dalits

http://antroperplejo.wordpress.com/2012/02/27/el-fin-de-las-castas-en-la-india/