miércoles, 10 de abril de 2013

¿POR QUÉ LA FELICIDAD NOS HACE LLORAR?

 

 En días pasados, una agradable persona que me presentó un querido amigo por correo electrónico, comentó que siempre había tenido la curiosidad de saber porqué la felicidad nos hace llorar, y aunque no se trataba de lo mismo, me hizo recordar, que cuando era niña, -muy pequeñita, tal vez de cuatro años-, sentí un ruido extraño en el cuarto de mi madre, al cual no me dejaban entrar sin permiso, pero cuando me acerqué atraída por el sonido, sentí un llanto muy bajito, me acerqué más y supe que alguien lloraba; me llené de valor y entré de repente al cuarto y allí estaba mi madre sentada al borde de la cama con las manos cubriendo su cara, llorando desconsolada.

Mi reacción fue desesperada, corrí hacia ella, la abracé por el cuello y le gritaba ¡NO, NO, NO!, y me puse a llorar con ella, así estuvimos muchísimo rato, mojándonos mutuamente, mi madre no me contestó mi desesperada pregunta, ¿qué le pasa, qué le pasa?, sólo me secaba la cara y me abrazaba.

Este recuerdo me hace saltar incontrolables chorritos de agua salada por mis mejillas, mala costumbre de los humanos, de revivir experiencias oculares, por conducto de nuestra memoria.

 Ese momento fue muy impactante para mí, yo no sabía que los adultos lloraban, veía que los niños lo hacían, por varias razones, y era natural, pero creía que los adultos eran seres superiores, capaces de controlarlo todo, como era mi padre, y que siendo el llanto un signo de debilidad, ya había sido superado por los que se habían alejado de la niñez. Tamaño engaño tenía, pues ahora creo que los adultos tienen más razones que los niños para llorar. Los adultos lloran por todo, por las tristezas y las alegrías, por las pérdidas y los logros, por las separaciones y los encuentros, por la soledad y la compañía, no hay límite.

El llanto es un proceso complejo que implica funciones biológicas, psicológicas, sociales, culturales y hasta ambientales, lo cual implica condiciones bioquímicas, creencias y aprendizajes. Sin embargo, debo aclarar que estos factores se entrelazan en todos los procesos humanos, no son exclusivos del llanto.

A estos factores, yo le agrego el factor espiritual, que también nos conmueve y hace brotar nuestras lágrimas.

Las causas del llanto entonces están ligadas a valores subjetivos dictados por las creencias que hemos adquirido, los valores y principios que nos sustentan, y a razones orgánicas, como un dolor físico o sentimental.

El llanto producido por un dolor físico depende del umbral alto o bajo que la persona tenga para resistirlo, lo cual es una condición orgánica, pero el llanto como expresión emocional está ligado a la valoración que le damos al hecho que nos lo causa.

 El asunto es que el hecho nunca lo experimentamos de manera pura, todo lo que vivimos lo asociamos con otras imágenes, otras ideas, recuerdos, que se disparan juntos, entonces podemos estar en un festejo, una graduación, lo cual debería provocarnos dicha, y resulta que de manera inconsciente, pulsan recuerdos de alguien que ya no está, un pariente que se murió, o recordamos lo difícil que fue lograr el grado, el estrés por la defensa de la tesis, las dificultades que tuvimos cuando estudiábamos y un sin fin de problemas que hacen reflejo de las cosas dolorosas que nos ocurrieron, y que condicionan la expresión emocional del evento.

Los momentos felices, las gratificaciones, las cosas agradables están contaminados con tristezas, eventos que no volverán, deseos de volver a vivir una experiencia, duelos que hacen la vida una confusión. Tal vez si sólo pensamos que las lágrimas no son exclusivas de la tristeza, sino que son desahogos de emociones intensas, lo comprenderemos mejor, especialmente porque cuando nos alegramos generamos un proceso químico que nos recorre el cuerpo hasta que explota en los ojos, el espejo del alma. Las lágrimas vienen a ser un canal de desintoxicación, quien no llora no resuelve, no suelta, no se libera.

 El llanto es expresión de un estado emocional, no importa si es de un tipo o de otro; es la cultura la que ha elaborado diferencias, en la manera de manifestar las emociones y los estados de animo. Esto se debe a que hemos acordado que cuando alguien ríe está contento, y si llora está triste, sin embargo, hay emociones placenteras que no tienen una manera propia de expresión, unas lindas palabras de un amigo, que comunican el afecto que siente por nosotros, pueden disparar muchos recuerdos, que no se volverán a vivir, lejanos en el pasado, y eso no se puede expresar sino a través de un brillo acuoso en los ojos.