domingo, 10 de abril de 2011

DISCIPLINA, EJERCICIO Y AMOR

Disciplina, ejercicio, y amor.  En este orden de prioridad, son las tres palabras mágicas que deben aplicarse a los perros de compañía, a fin de lograr una convivencia adecuada. Estas son las recomendaciones de César Millán, El Encantador de Perros, un mexicano que tiene un don nada común, cuando se trata de canes de todas las razas.

Es un deleite observar la manera como aplica sus profundos conocimientos de las diferentes razas y sus fundamentos psicológicos,  cuando ayuda a las personas con mascotas problemáticas, es decir, con perritos, o perrotes, con comportamientos agresivos, desordenados, miedosos, o de cualquier otra índole.

Me sorprende mucho verificar con este fabuloso guía perruno, que la disciplina sea la primera prioridad al tratarse de unos seres que apreciamos con tanta dulzura y que la más de las veces consentimos a más no poder... Donde hay mascotas queridas, ellas son las reinas del hogar, quien se involucra afectivamente con sus mascotas no tiene límites para descargar en ellas su mayor condescendencia.

Es de allí de donde surgen todos los problemas, porque así como si fuera un niño, las mascotas requieren tener normas y saber quién gobierna sus vidas, y eso sólo se logra enseñandoles a cumplir las reglas de disciplina, sin blanduras ni excepciones. Con ello la mascota sabe a qué atenerse y se acostumbra a sentirse bien con dichos protocolos; horas de alimentación, lugar para dormir, y demás rutinas se ven altamente favorecidas si se aplica con celo la disciplina.

Esto favorece tanto a la mascota como a las personas que están a su cargo, a las cuales no me gusta llamarlas dueño, porque realmente no somos dueños de los animales, somos sus protectores, en todo caso. 

Es absolutamente necesario aclarar, que disciplinar no es castigar ni golpear, he visto la manera didáctica como César reprende el comportamiento de perros muy agresivos a través de la comprensión de su agresión y de la aplicación de correctivos básicamente energéticos, es decir, aplicando una seña de poder, simplemete con colocar los dedos a una distancia clave del perro, para demostrar a la mascota quién está al mando.

En segundo lugar, está el ejercicio. Dependiendo de la raza, y por ello de sus necesidades de ejercitación física, casi todos necesitan al menos un plan de caminatas o de juegos, lo cual les favorece la salud y los prepara para un mejor comportamiento en casa.

En tercer lugar tenemos el amor. Esto me sorprendió porque lo primero con lo que hacemos contacto es con el amor, y resulta que si aplicamos el amor en primer lugar corremos el riesgo de tener serios problemas, como no tener control sobre la mascota, incluso se dan casos de perros que muerden a sus cuidadores.

El amor se expresa de muchas maneras, no sólo con trato cariñoso sino cuidando su salud e integridad física y emocional. Cualquier comportamiento que transgreda la disciplina alimentaria, los hábitos sanos para dormir y el trato adecuado, son errores que muchas personas cometen; quienes creen que darles comida a cada rato, tirarles alimentos desde la mesa, acostarlos en la cama de las personas, son maneras de amarlos, están muy equivocados.

Cuando me familiaricé con los conceptos y las estrategias de El Encantador de Perros, me sorprendí al corroborar que habiendo sabido que una mascota es parte de la familia, también es un ser que necesita estructura emocional y de comportamiento, como cualquier miembro humano del grupo familiar.

Quizás nadie se atreva a decir que estas tres palabras y en este orden son la clave para educar a los hijos, pero a mí no me cabe la menor duda de que es verdad, aunque al amor bien entendido está detrás de la disciplina y la actividad física. Es muy elocuente el amor de los padres cuando juegan con sus hijos, cuando los incorporan y acompañan a paseos y diversiones. Unos padres que enseñan disciplina están amando a sus hijos, al darles un sistema de valores y comportamientos que los van a ayudar a colocarse en el mundo con ventaja.

Ahora veo porqué siempre he apreciado a las mascotas como los eternos niños de la casa.