Ya terminó la temporada beisbolera en Venezuela, los eternos rivales, Los Navegantes del Magallanes y Los Leones del Caracas se enfrentaron varias veces, y ganó el equipo del Caracas.
Por las noches sentía un murmullo y de pronto gritos, trompetas, pero en esta ocasión yo estaba nerviosa y de vez en cuando iba a ver como iba el juego, un día prendí la TV y en ese justo momento el equipo Magallanes, el de mi hijo, metió un home run, ESPECTACULAR en realidad.
Confieso que nunca me atrajo el beisbol, cuando estudiaba en la universidad, los estudiantes formaban equipos y nos invitaban a sus juegos y yo iba, pero no a ver el juego sino a “darme colirio” con los jugadores más buenmozos.
Nunca entendí cómo podían pasar horas de horas sentados en aquellas duras gradas, esperando que les cayera un pelotazo en la cabeza, pero es que Venezuela siempre ha tenido una gran afición por la pelota, y los estadios se llenan de hombres y mujeres por igual.
Pero lo que más llama la atención en Venezuela, es que el beisbol es una manera de relacionarse los venezolanos; con una buena disposición los fanáticos se preparan a hacer las barras correspondientes y se pueden escuchar gritos de alegría por los dos equipos, en una misma casa. Ayer, en pleno juego me llamó mi hermana, quien no es fanática y me decía: "...va ganado Caracas porque Héctor está gritando", o sea, que dependiendo de quien grite ella sabía como iba el juego desde su cuarto.
Con mucho humor y creatividad los fanáticos hacen sus chistes, se burlan del perdedor y aquí no ha pasado nada, cada quien asume su comportamiento y cuando el equipo va a la serie del Caribe, todos van por Venezuela.
Esa es la Venezuela que me gusta, la Venezuela que respeta al rival, la que reconoce los triunfos ajenos, sabe cuáles son los errores de sus equipos y está consciente de que los demás equipos son indispensables.
Felicitaciones al Caracas y ánimo para los magallaneros, la verdad es que tengo más familiaridad con Magallanes, por el entusiasmo de mi hijo, equipo que nació en el año 1917 en Los Magallanes de Catia, una populosa parroquia caraqueña.
Cuando nuestros primeros padres salieron del Jardín del Edén, no sabían que llevaban un gran equipaje, además de los vestidos, algunas recomendaciones y quién sabe cuantas cosas más, especialmente manzanas para comer por el camino, llevaban un arsenal de emociones, con las cuales tenían que bregar, y hasta nuestros días aún bregamos.
Para todos está muy claro los problemas que nos producen los malos ratos, el enfado, el miedo, los celos, la envidia, el rencor, uuff, no puedo listarlas todas, estas emociones necesarias por demás, nos dejan un sabor amargo y si no las sabemos canalizar nos enfermarán, pero como hay de todo en la vida, porque no todo es rigor, como dice mi suegra, ese arsenal de emociones también incluyó el amor, que es lo máximo que una persona puede sentir, la alegría, que en su expresión más visible se expresa en risa.
La risa ha sido un tema de reciente reconocimiento para sanar las penas, inventaron la risoterapia, pero no sé porqué no le llaman risaterapia; se han hecho muchos experimentos, sobre el efecto que sobre los enfermos tiene una sesión de humor, por eso es que los humoristas son un legado de Dios, nos arrancan una carcajada sanadora y quién sabe cuántas cosas ocurren en el cerebro que se nos acomodan también en el cuerpo, porque nos sentimos reanimados, reconfortados.
Por fortuna si algo bueno heredamos los venezolanos de la Madre Patria, fue el humor español; por cualquier cosa que nos sucede, de inmediato surge un ingenioso chiste, que se riega como pólvora, es que nos reímos hasta de nuestras desgracias.
Sin embargo, hoy quiero referirme a casos extremos de risa, los han denominado y lo son, ataques de risa, no tienen ninguna explicación a simple vista, el asunto es que la persona queda presa de un remolino de risas que no puede contener, ni explicar, y en medio de ella, toda cosa que suceda le causa más risa. Menudo compromiso, porque si se encuentra con alguien de malas pulgas, o si se está ejerciendo un trabajo en público, las cosas se le pondrían poner serias.
He traído este tema porque quiero presentarles a una animadora de ANTENA 3, televisora española, que tal vez conozcan, a Patricia Daztañaga, una hermosa chica española, quien ha tenido irrupciones de risa en pleno programa televisivo, y que por su encanto natural, ha logrado gran cariño del público. Sus ataques de risa son de antología.
Sin embargo, no falta un malhumorado que interprete esto como una burla hacia los demás, pero es que ignoran que los ataques de risa son involuntarios y que una vez presa de ellos, les resulta muy difícil enseriarse, y cada vez que lo intentan pensando en algo serio, les da más risa.
Cuando vi a Patricia presa de la risa, recordé a mi hermana, a quien también le daban estos ataques hasta que estaba adolescente, un día un profesor la sacó de clases furioso, y ella que se desmayaba de la risa…por nada realmente. Basta un bigote cómico, una expresión repentina, un error, un sobresalto, para que se encienda un bombillito cerebral, un tsunami de endorfinas, digo yo.
Vista esta cualidad de mi hermana, y con el carácter recio de mi padre, quien tenía la costumbre de regañarnos y aleccionarnos por todo, cada vez que mi padre en aquellos discursos me daba la espalda, yo le hacía muecas a mi hermana, y ella arrancaba a reír, mi padre al ver aquella falta de respeto, le decía a mi hermana: “aprenda de su hermana, ella sí es seria”, y yo muy seria afirmaba con la cabeza, y al darme la espalda volvía a hacerle muecas.
Hoy puedo darme cuenta de que a pesar de la severidad de mi padre y del riesgo que implicaba mofarme, yo pude burlarme de él. Esta condición de mi hermana se hizo tan evidente, que mis padres evitaban llevar a mi hermana a velorios, y la ponían a buen resguardo cuando se trataba de actos solemnes como matrimonios y bautizos, porque más de una vez tuvo mi padre que salir corriendo con la niña en brazos desmayada de risas.
Disfruten de este evento de la bella y simpática Patricia:
Cuando Adán y Eva salieron del Jardín del Edén, apenas llevaban unos pocos vestidos que Papá Dios le había confeccionado, pero bien que se fijaron como se hacían, porque hoy podemos disfrutar de las más variadas colecciones para hombres, mujeres, niños y bebés, con lo cual realzar la elegancia, el buen gusto y la creatividad.
Son momentos de coser, mi sobrina Sabina Alejandra cumplirá 15 años en febrero, y ¿quién le hará el traje? Su tía Eva.
Después de conversar, revisar, mirar bocetos, modelos, al fin tenemos lo que queremos. Ahora a preparar el escenario, porque eso no así no más, además de los trazos de los patrones, las tijeras, cinta métrica y demás herramientas, es indispensable ¡la música!, sí, porque si no, no hay inspiración, los angelitos costureros que me asisten piden música, y ni corta ni perezosa, busco música bella, alegre y ¿qué mejor que la Sonora Matancera y la Fania para alegrar una costura?.
Creo que cualquier cosa manual que hagamos requiere ser acompañada de música, después de ver “Como agua para Chocolate”, donde con gran maestría Laura Esquivel describe a Tita derramando lágrimas sobre la torta de bodas de Antonio y su tonta hermana, lo cual causó un desastre estomacal en los invitados, reafirmé mi convicción de que los vestidos deben ser bien bailados y alegrados al momento de elaborarlos.
Y para que tengan una muestra de lo que les digo, no podía escoger mejor canción, Bésame Morenita, con el gran Nelson Pinedo, colombiano de pura cepa, con una orquesta que reunió talentos de México, España, Puerto Rico, Cuba, Argentina y que me perdonen si se me escapa otro país. La Sonora Matancera y luego La Fania rompieron los calificativos, simplemente los llevamos en el corazón.