domingo, 28 de junio de 2015

EL BIEN OCULTO EN EL MAL


Desde que tuve conciencia, supe por mis raíces católicas paternas, que somos pecadores por naturaleza, que cargamos la esencia del mal, mi padre lo sabía y se proveyó de todos los mecanismos, para enderezarnos, pretendía que sus hijos no crecieran torcidos. Mi madre poseía otros criterios menos doctrinarios.

Desde niña sentí una apreciación bastante negativa de la sociedad, debido a los extremos cuidados, prevenciones y advertencias que a diario recibía de mis padres: no hables con extraños, no recibas nada de nadie, no veas a los ojos a la gente, no permitas que te pongan las manos en la cabeza, no dejes que nadie te toque, no repitas lo que decimos en casa, no te metas en conversaciones de adultos, pide permiso para interrumpir, contesta cuando se te pregunte, y un largo etcétera de recomendaciones, que hicieron de mi infancia una vivencia bastante reservada.

El mundo era un lugar peligroso, aunque en él estaba la más significativa referencia de nuestro futuro: estudia para que seas alguien, aprende para que te defiendas en la vida, respeta para que te respeten. No cabía duda que tenía que embolsarme en una armadura para ir a una batalla a conquistar medios de vida y si tenía suerte, para encontrar una buena pareja; mi madre decía que el matrimonio era una lotería, yo me llené de ilusiones y me dije: “yo me sacaré ese número”. Me negaba a reeditar la queja de las mujeres ante la férrea dominación masculina.

En aquellos tiempos, vivíamos una realidad casi rural, las ciudades empezaban a emerger, y los valores se acomodaron a la dinámica del urbanismo, aunque con una reserva propia del mundo campesino; la sociedad venezolana se abrió a nuevas experiencias sociales y a incorporar los estertores de los años sesenta, por eso, al pisar 1970, ya no éramos lo mismo. 

Hoy, puedo ver que esa visión infantil aunque no sea idéntica, es el sustrato que me preparó para apreciar el mundo actual, para captar cómo la humanidad en su recorrido, se desvivió por organizar y emprender diversas formas de convivencia, usando el miedo, el amedrentamiento, la esclavitud, la guerra, la política y por último, la educación y la formación social moral y cívica, marcando el ritmo de la vida colectiva; pero los dirigentes no pudieron evitar los procesos de cambio que en sí las sociedades atraen, para dar al traste con unos sistemas e imponer otros. Estamos viendo cómo se ponen de cabeza las creencias y valores de antaño y cómo están surgiendo fenómenos que apreciábamos imposibles, por lo cual tenemos que renovar nuestro sistema de asombro, para usarlo al día siguiente.

Estamos perplejos al ver la diversidad de expresiones del mal en el mundo, ante los ojos incrédulos de los que apuestan por el bien y por un camino pacífico, se produce una virulencia extendida que sacude la conciencia, la cual también está amenazada por asuntos más allá de lo humano, estampadas en el propio planeta como ente autónomo, que también reclama su derecho a ser respetado.

Lo que ocurre en este mundo globalizado está rasgando los cimientos de algo que no atino a precisar, y aunque estemos atiborrados de profecías apocalípticas, no descalifico la sensata actitud de estar atentos y despiertos ante el significado de tanta incertidumbre, porque en ella se esconde el misterio de la aparente lucha entre el bien y el mal.

Si este mundo es una escuela que no nos da descanso en la asignación de tareas y trabajos que nos queman las pestañas, el dolor y el sufrimiento son procesos propios de la vida encarnada, ya pactada desde los orígenes de la civilización como tránsito previo a la iluminación.


 

sábado, 27 de junio de 2015

LA PREVALENCIA DEL MAL Y EL HIJO PRÓDIGO

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“El árbol del conocimiento del Bien y del Mal”, nos lanzó a este mundo, que llamamos dual, pero que no es tan dual, porque hay muchos matices. Ya estamos bastante familiarizados con ciertas concepciones sobre desarrollo personal, con las cuales hemos estado digiriendo enseñanzas, reflexiones y acciones para superar muchos escollos de nuestras creencias y comportamientos, que hemos acordado en llamar espirituales.

Pero, ¿qué sentido tenía o tiene, pasar por este estadio de dolor y sufrimiento terrenal?, ¿qué hicimos para merecer esto?. Nada, siempre me devané los sesos para entender la razón por la cual la humanidad es como es, está donde está, y sigue sin detenerse hacia un destino casi repetitivo, que se mueve en ciclos, en octavas, como en una escalera de caracol.

¿Qué determinó que tengamos que realizar todo este periplo una y mil veces, en una secuencia de reencarnaciones interminables?, tal parece que somos importantes para alguien o para algo.

Supongo que el alma virgen, requirió obtener experiencia, sabiduría, para poder obtener un estatus divino, -de allí que la serpiente del Paraíso le dijo a Eva, serán como Dioses si comen del fruto- y esto no se consigue sino con vivencias en cuerpos biológicos, en consecuencia, comenzamos de cero a ascender por el canal de nacimiento-muerte, por la vía del aprendizaje, en un mundo más complejo que dual, porque no se trata del bien y del mal por separado, -si fuera así sería una maravilla-, se trata de una complejidad de relatividades, que para mí se desenlazan o se resuelven al encontrar el punto medio en todo.

Según esto, ganarse el pan con el sudor de la frente, parir con dolor, fueron apenas condiciones básicas para empezar esta ruta de ascenso, una oportunidad para crear luz en tanta oscuridad, aunque el humano sigue ciego en estas tinieblas. Ya me preguntaba yo: ¿Porqué es tan llamativa la parábola del Hijo Pródigo?, como es lo natural, este hijo optó por el mal, se fue y gastó todo su dinero, haciendo caso a sus instintos y deseos, carecía de valores para escoger mejor, y si regresó arrepentido fue porque estaba quebrado, no porque amara al padre; pero el padre lo interpretó así, y supuso que lo había recuperado, aún sin conversar con él, para detectar sus intensiones.

Si estamos de acuerdo con la afirmación que lo natural es que optemos por el mal, porque es más fácil, productivo, divertido, inmediato e irresponsable, yo sigo cuestionando, ¿por qué el padre del hijo pródigo nunca festejó al hijo que no lo abandonó, siendo que escoger el bien es más difícil?, esto siempre me pereció injusto, y la respuesta del padre nunca me satisfizo, “recobré al hijo perdido”, nunca apreciamos las cosas hasta que las perdemos, ¿será eso?. Injusto, tenía a su hijo justo, delante de él, y nunca lo vio, porque dio por sentada su lealtad. ¿Será por eso que las noticias más llamativas son las más negativas?, una suerte de morbo colectivo, del que sólo pocos e inadvertidos se escapan.

La sociedad como ente abstracto propone versiones éticas, y contamos con muchas declaraciones universales, que hacen de algunos lugares del planeta, espacios buenos para la convivencia, pero en otros la situación es diametralmente opuesta. 

Últimamente en este tema del mal y el bien, hemos oído otras opiniones: 

En días pasados oía a un gurú moderno decir, que el mal, no es mal en sí mismo, que es simplemente una manera, un camino para evolucionar, así como opta un alma por hacer el bien para lograr el mismo objetivo. Esto tiene varios sustentos:

1-     Que no importa hacer el mal para alcanzar la elevación espiritual, ¿cómo es posible?, porque las almas se ponen de acuerdo antes de nacer, para realizar papeles en el mundo material y proporcionarse a cada una, una enseñanza específica. Después, cuando regresan al mundo espiritual, al morir el cuerpo, se reencuentran como colaboradoras de programas de vida. Esto implicaría revisar y limpiar la palabra Mal, eliminándole la asignación moral que la sociedad le ha atribuido.

2-     Puede significar que en el mal hay un bien, y que es sufriendo como se evoluciona y alguien tiene que proporcionar esos obstáculos. Tal vez de ahí venga el dicho: “No hay mal que por bien no venga”

Llama la atención que las religiones y filosofías orientales sustentan buena parte de sus doctrinas en la observancia de la Templanza, en el auto-control de los instintos, hasta llegar a valorar el martirologio:

1-   Jesús dijo: “Toma tu Cruz y sígueme” Mateo 16:24

2-   La Kabbalah promueve la Restricción, como camino de la superación espiritual. Anuncia que donde hay más obstáculos que superar, hay más oportunidad de revelar luz.

3-   Diversas filosofías de India promueven el curso del karma como facilitadora de la iluminación.

4-   El Zen promueve el camino del despertar. Empieza con la duda de uno mismo, sigue con la pérdida, el olvido del ego y lleva a la muerte del yo, para llegar al despertar, a ver la realidad directamente, sin la intermediación de la mente. Esto significa la anulación total de la naturaleza instintiva, cultural y personal, para dar paso a la unión con todas las cosas. Un proceso nada fácil, pleno de limitantes dado el exigente mundo material donde estamos.

Muchas otras orientaciones espiritualistas se fundamentan en optar por el bien, aunque el mal haga de las suyas, proponen la comprensión y el perdón, amar al enemigo, lo cual constituye un altísimo costo en el desarrollo de capacidades morales que forjan el ser y lo iluminan; y no es que vean el vaso medio vacío, es que la percepción de todos esos enfoques, es universal.

Hemos de llegar a la conclusión de que no cometimos ningún pecado, sino que como almas, somos unos recién nacidos, sin experiencia, que debemos madurar y desarrollarnos usando nuestras propias capacidades y venciendo con esfuerzo los obstáculos que proporciona un mundo malvado, que destruye, corrompe y aniquila, como acicate de un propósito evolutivo. ¿Qué sucedería si todos los seres humanos optáramos por el bien, si a nadie se le ocurriera realizar una acción que no sea noble?, creo que este mundo dual dejaría de existir, pasaría a otro nivel, a miles de octavas de crecimiento, se transformaría en otro mundo. Eso espero.

jueves, 21 de mayo de 2015

EL MERECIMIENTO

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Hace muchos años, cuando Carlos Fraga tenía su programa “Los astros y tu”, oí por primera vez esta palabra adjudicada a una especie de herencia divina, y no olvido que decía: “Somos los hijos predilectos del universo”, yo lo entendía como una audaz manera de entusiasmar, a quienes como yo, nunca habíamos pensado en predilecciones, especialmente en nuestro mundo católico, pleno de culpas y pecadores de nacimiento; esta mácula original funcionaba para diminuir nuestra autoestima, aún cuando considerábamos el punto de vista científico. En este sentido, nada heredamos de los hebreos, quienes se consideran el pueblo elegido.

Después llegaron muchos voceros del merecimiento, la Kabbalah se popularizó y supe que desde siempre, los kabalistas apreciaron el merecimiento como un vínculo natural con Dios, sin embargo, bajo un riguroso sistema de vida, muy adulto, pues.

Se siguió hablando de este tema, y aunque lo apreciaba como un planteamiento lógico, y aún con la insistencia de muchos autores que escribían sobre prosperidad, no lograba borrar de mi cosmovisión la idea del mundo, como un lugar de sufrimiento inevitable, lo cual me lo inspiró la cadena alimenticia, "El pez grande se come al chico"; lo veía como una condena llena de acontecimientos decretados quién sabe por quién, un destino escrito en las estrellas, y cosas parecidas. Finalmente me transé por asumir que la vida está integrada por dos categorías de hechos: 1. Por hechos preestablecidos, marcados por el devenir del alma y por las herencias transgeneracionales, y 2. Por hechos menores, que podemos determinar a nuestra voluntad o "Libre albedrío". Concluí que tenemos cierta libertad de movernos, pero dentro de parámetros muy específicos.

Crecí creyendo que los actos inspirados en el amor, la honestidad y el trabajo, producirían inevitablemente consecuencias positivas inmediatas, una especie de camino a la felicidad, pero pronto me golpeó la evidencia de que tener un comportamiento recto, justo, piadoso, no necesariamente repercutía a que cayeran multitud de bendiciones del cielo, después me di cuenta que escoger el bien es una idea perfecta, el asunto es que los frutos no se recogen de inmediato, es cuestión de tiempo, pero, una cuenta de ahorro segura.

Me sorprendía ver como la gente buena sufría desgracias, y la requetebuena como Jesús, Gandhi y Martin Luther King, eran asesinados descaradamente, mientras que gente despreocupada, irresponsable y delincuentes, tenían éxito en sus andanzas. Esto tiene explicaciones diversas, desde espirituales hasta las más materialistas, de lo cual no me ocuparé en este momento.           

Volviendo al merecimiento,  para cualquier desprevenido, se percibe como la consecuencia de su comportamiento, el sistema de premios y castigos de la vida,  tienes lo que te mereces, pero, al leer a Ana Hatun Sonqo, no tiene nada que ver con eso. El comportamiento personal bueno o malo, no están asociados al merecimiento, o al menos al Merecimiento con mayúscula, del que habla Carlos Fraga y muchos pensadores del momento.

 Según Ana Hatun Sonqo: "El fluir del merecimiento tiene mucho que ver con el humor, la alegría y el gozo de la vida. Confiar que "esto también pasará" y saber que es así, es merecer". 

El mentado Merecimiento, no se refiere a un intercambio donde se recibe multiplicado, según lo que se da, como puede ser apreciado lo karmático, sino que más bien se trata de una energía, un flujo de provisiones que emanan hacia nosotros y que se hacen concretas según estemos conectados con la fuente. Y ahora me pregunto: ¿Quiénes están conectados con la fuente, sin hacer ningún esfuerzo?, ¿a quién recuerdan cuando se habla de alegría, buen humor y gozo de la vida?, a esos maravillosos seres que fuimos en nuestra infancia, a quienes no les cuesta reir y jugar, y que se niega a morir en el olvido, y por ello se insiste como Niño Interno.

Desde la fuente divina emanan bendiciones, que dieron en llamar Merecimiento, y como dice Fraga, se debe a que tenemos el mérito de ser hijos de un Padre que provee, el asunto es que hemos crecido y olvidamos quiénes somos y nos quedamos con la memoria cortica de lo que hemos visto en la vida presente, desconectados del origen, huérfanos. Por ello, ahora podría entender aquella máxima rural, muy popular en el medio venezolano: “Cada uno viene con su pan bajo el brazo”, tal vez se referían a que cada niño nacía predestinado a recibir la herencia de Dios manifestada en provisiones, oportunidades, expansión y creatividad.
     
 No cabe duda, que hemos olvidado esa conexión, nos hicimos adultos y la magia desapareció, es una realidad que está desdibujada de nuestro imaginario, debido a tanto impacto con el mundo material, el Merecimiento es una bendición permanente, un flujo de premios que no recibimos porque lo desconocemos; algo así como cuando nos perdemos de un buen evento, porque no leímos las noticias, o no recibimos la llamada por tener el teléfono apagado.

En un mundo dual como éste, somos espíritu y materia, energía sutil y energía densa, pero tendemos a ver sólo una de ellas, si nos plegamos por lo espiritual nos desconectamos de la tierra y si nos separamos de lo espiritual quedamos atrapados en una realidad muy pesada. Así ha sido la historia humana, en desequilibrio. Entiendo entonces, que el Merecimiento es una fuente a la cual hay que reconectarse, que depende de nosotros recibir los dones de esa fuente divina, que está disponible para todos, y que está por encima de lo que consideramos bien o mal. Escuchando y atendiendo a nuestro Niño Interior, podremos reanudar la sensación y la vitalidad de volver al candor infantil, que está protestando porque lo dejamos olvidado en un rincón del inconciente, porque esa conexión tiene una condición, asumir un buen estado de ánimo, aún cuando pasemos por malos momentos, asumir que pasará, y esto lo podemos nutrir con agradecimiento, y que sin perder el contexto completo, enfocarnos en las bondades del mundo, en lo que logramos y tenemos, en lo que aprendimos o experimentamos, y visualizar la potencia de esa emanación, hacer consciente que poco nos beneficia el mal humor, la queja (no el reclamo) y la desesperanza.

Vale concluir que el Merecimiento es como el sol, que sale para todos, pero que si vivimos encerrados en una cueva, difícilmente sentiremos sus rayos, y a la vez, desperdiciamos el don de la alegría de nuestro Niño Interior.

domingo, 3 de mayo de 2015

SERÉIS COMO DIOSES



16Y ordenó el SEÑOR DIOS al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, 17pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás. Génesis 3:5
Adán y Eva estaban advertidos, se les había indicado no comer del fruto de un árbol en particular, nada más y nada menos que el del conocimiento del bien y del mal, porque de lo contrario morirían. Me gustaría saber qué entendían por morir, puesto que en ese huerto no existía la muerte, tal se estima porque era el Edén, un lugar más bien excepcional, y sólo fueron informados de la prohibición y de las escuetas consecuencias en caso de desobedecer, pues sólo fue informado de manera literal, no conceptual.
 5 Mas, sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses, sabiendo el bien y el mal. Génesis 3:5
Finalmente comieron, sea porque no tenían capacidad para evaluar esa decisión, -aunque se deduce que ya tenían libre albedrío-, o porque fueron engañados en su candor, o que fueron rebeldes desobedientes, el asunto es que comieron. De inmediato se dieron cuenta que algo extraño les ocurría, estaban muriendo, tal y como se lo advirtieron, y ¿cómo se produjo la muerte anunciada?, al ser expulsados del Edén, lo que significa que salir del Edén es sinónimo de estar muerto. Como todo exilio, implica una muerte, una separación, un alejamiento de casa, una expulsión por culpabilidad. 

En consecuencia, la religión católica, asumió que la desobediencia de Eva causó nuestro terrible destino, establecernos en una tierra como seres muertos, marcados por la mácula del pecado, por el abandono de ese nivel espiritual para caer en un nivel precario, signado por necesidades, vulnerables ante la naturaleza que nos rodea, y peor, dominados por la naturaleza biológica, y los mandatos de las emociones y pensamientos, y encima, por los determinismos de una sociedad predadora, condicionadora y sin más definiciones, terrenal.  

Pero, ¿Cómo ocurrió ese momento, tan importante para nuestro imaginario cristiano?
La serpiente habla con Eva, y la convence de comer del fruto prohibido. Lo primero que me pregunto es: ¿por qué Dios sólo les prohibió, a sabiendas que eran seres inocentes e ignorantes, y encima, sabiendo que en el Edén también habitaban seres malignos?,  encima, ¿por qué no custodió el árbol?. ¿O es que Dios no sabía que sus criaturas corrían el peligro de ser seducidos, engañados?
Según esto, se puede vislumbrar que ese Paraíso era un lugar inseguro, al cual accedió la serpiente, ¿o es que había una raza reptil en el Paraíso?, lo que sugiere que también podría haber seres de todo tipo, inocentes como Eva, y pícaros como la serpiente. 

Si ya el mundo había sido creado, tal parece que este Jardín era una estación experimental, un lugar especial, donde Dios estaba preparando a los humanos para introducirlos en la Tierra, el asunto fue que la serpiente se le adelantó. Por eso, no puedo más que concluir que en esos tiempos ya existía el mal, hasta el punto de colarse en el Jardín del Edén, e interrumpirle su plan. No cabe duda que la serpiente, formaba parte de una gran conspiración contra los humanos, tenía una esencia perversa, o envidiosa, celosa de que el Creador tuviera en los humanos, su mayor y preferida obra, -de allí que los llamó: “el pueblo elegido”-, para que se haya atrevido a torcer sus planes, al inducir a Eva a probar del fruto, con un argumento tan convincente: “seréis como Dioses”.

A Eva le sonó bien la imagen, ella conocía el concepto de Dios, y le pareció bueno, pero no sabía que ella era una criatura especial,  ya heredera del Padre, y que recibió vida a través de su soplo, y no pudo calcular las consecuencias de su ligereza, precisamente por carecer de malicia. Pero, ¿de qué se trataba ese fruto?, este árbol nos da idea de ser una biblioteca, un reservorio de sabiduría, porque al ingerir el fruto, Adán y Eva obtuvieron conocimiento del bien y del mal, una información que realmente da al traste con la inocencia. 

Esta pareja sufrió un súbito cambio a destiempo, fue una especie de ritual de iniciación prematura, que perjudicó a la especie humana. Tal y como le sucede a muchas jovencitas que apenas están saliendo de la niñez, viven experiencias dolorosas que las hacen crecer antes de tiempo. En aquel caso, fue un ataque de la oscuridad para imponer un sistema opresor en la tierra, para sojuzgar la obra predilecta del señor, los humanos. No me imagino cómo Dios no tomó las previsiones debidas, ante el riesgo que corría de que sus criaturas preferidas, fueran víctimas del engaño de los reptiles parlantes que convivían en el mismo espacio. 

¿Cuál sería el Plan divino?, Dios se encontraba en un momento crucial, puliendo su obra, y contando con un árbol problemático, un ladrillo caliente en sus manos, la polaridad bien y mal es un asunto complejo, y se le escapó de las manos con la desobediencia, y con la imprevisión. ¿Error de Dios, o error de Eva?.

Si Eva decide comer del fruto tan insistentemente vedado, podemos suponer por un lado, que el Creador no tenía tanta ascendencia sobre ella, porque no es un simple asunto de desobediencia, es que Eva no sabía realmente la razón de la prohibición; pero, por otro lado, también podemos suponer, que Eva aún no tenía madurez como para ser depositaria de mayor conocimiento, no era menester comunicarle a Eva la razón de la prohibición, así como no se le dice a una niñita de dos años que si mete el dedo en el enchufe, una corriente de no sé de cuantos voltios impactará sobre su corporeidad quemando cada célula de su composición, y tal y cual cosa. En este caso, se le prohíbe, y se coloca en los enchufes un protector, asunto que omitió el Señor.

Imagino que después que Eva y Adán comieron del fruto, ya no tenía sentido que siguieran en el Edén, en aquella especie de incubación, tuvieron que irse al mundo, el cual fue maldito por Dios, en castigo para la humanidad,  a vivir la vida dual de esta tercera dimensión. Dios, impactado por la desobediencia, los despidió de su presencia, no sin antes proveerlos de vestidos y con un mandato de trabajo, disciplina y rigor. Hizo lo que un Padre hubiera hecho ante tal comportamiento, ahora que ya son adultos, que ustedes deciden por su propia cuenta, sigan su vida en el mundo que escogieron, se tienen que ir.

Lo interesante de esto, es que posteriormente, al darse a conocer esta historia, el fruto haya sido interpretado e identificado con las relaciones sexuales, cuando de lo que se trataba era del conocimiento del bien y del mal, con ello lograron satanizar al sexo, y allí comenzó la sociedad a ejercer un dominio mental sobre sus miembros, manipulando la conciencia humana, a través de la culpa y convirtiendo el sexo en fuente de lascivia y explotación, un argumento acomodaticio, y una manera de proyectar los deseos más oscuros de quienes así piensan. El sexo, ha sido motivo de tabú, irrespetado, tergiversado, pisoteado y maniobrado a fin de señalar a la mujer como fuente de perdición. Esto ha sido una constante en todo lo que produce placer, se le han atribuido condiciones perversas, que bien  pudo haber sido sacralizado debido a la bendición que constituye la procreación. 

Tal y como se aprecia, este sorpresivo evento causó un cambio en los planes de Dios y recondujo a esta humanidad a pasar intempestivamente, a una vida material cargada de retos y donde ha imperado la ley del más fuerte, la cadena alimenticia, hasta llegar a ser verdad que el hombre es el lobo del hombre; quizás este no era el Plan que Dios tenía para sus elegidos, el asunto fue que su creación, incluyó otros seres que no vieron con buenos ojos su preferencia por los humanos, provistos de ese soplo de vida otorgado como aliento de energía a la raza adámica, incluso, se afirma que los ángeles son seres creados para servir a los humanos, y que ello causó la rebeldía de Lucifer. No pocos enemigos tenían los elegidos. 

Hoy, después de tanto análisis de mitos, creencias, verdades a medias, verdades científicas que descalifican sabidurías ancestrales, y básicamente el juicio que cada quien realiza, de lo mal contada que ha sido la historia y los misterios y dogmas de las religiones, podemos presumir, con algún atisbo de certeza, la manera cómo una fuerza maliciosa, encarnada en los reptiles y quién sabe cuántas especies más, han sido, y siguen siendo, la causa de tanto mal en la tierra.

He tenido la convicción de que el ser humano encarna el bien y el mal, y que en estados extremos llega a crueldades inconfesables, siempre pensé que no era necesario que extraterrestres malévolos tuvieran sus manos metidas en esto, y que los humanos eran suficientemente malignos como para ejercer tanta maldad.

No obstante,  se dice que una raza reptiliana, heredera de Satán, se unió con los humanos y encarnaron el poder de sojuzgar a la humanidad, manteniéndolos ignorantes, y fomentando creencias de sumisión a través del miedo, la sentencia y la culpa. Es lo que hemos vivido siempre y es lo que una leyenda como la de Eva en el Paraíso, nos sugiere.

Estimo que el Creador pudo habernos reservado un destino brillante, otra dinámica para su pueblo elegido -el humano-, pero que, el mundo tal y como le salió, condicionado por la desarmonía que producían los antagonismos entre los seres que allí habitaban, le recondujo hacia un rumbo como éste, que hemos conocido. Tal vez aquel inesperado evento que cometió Eva, hizo que el Creador reacomodara su Plan, y tal vez requirió llegar a un acuerdo con Satán, de tal manera que entregó su obra incompleta al mundo tridimensional, estableciendo el QUÉ y el PARA QUÉ de la vida de los humanos en el mundo, y Satán estableció el CÓMO, DÓNDE, CUÁNDO y CON QUÉ, una notable ventaja tomada por la oscuridad, para doblegar, atormentar y satisfacer sus ansias malévolas por estos siglos transcurridos. 

El propósito de la vida, tan estudiado en la filosofía, aún es un misterio, está oculto en algunas organizaciones y culturas, y nos está vedado a muchas otras, pero el cómo, dónde, cuándo y con qué podemos sobrevivir, eso está clarísimo entre los humanos: a través del trabajo, el esfuerzo, soportando la esclavitud y la explotación. La oscuridad logró establecer sus reglas, que van desde el desconocimiento de nuestras capacidades, la manipulación del miedo y la incertidumbre, la resolución de conflictos a través de las guerras, la amenaza de las enfermedades, hasta el establecimiento de los anhelos, la esperanza y la ilusión del futuro. Es el colmo que hasta se inmiscuye en nuestras ideas creativas, libertarias e independentistas.  

Sin embargo, opto por creer que Dios no nos entregó tan fácil, sólo le dio a Satán un lugar temporal, sólo un período para reinar en la Tierra, lo cual ha usado para atormentarnos, dado que el conocimiento del bien y del mal no era suficiente para desarrollar estrategias apropiadas para la sobrevivencia pacífica, el poder y el dominio de las huestes de la oscuridad han mantenido al humano atrapado en guerras, sacrificios, holocaustos que complacían con sus aromas al rey de la oscuridad, muerte y dolor, odios y resentimientos, no sólo en la vida colectiva sino en la dinámica de la vida familiar.

Volvamos al texto bíblico: “Seréis como dioses”, no fue una oferta vana, ser como Dios, es incluso, una sugerencia que surge de labios de Jesús, cuando dijo: 
“De cierto, de cierto os digo, el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre” Juan 14:12
Ser como dioses, pudo ser una referencia ilusoria para Eva, pero hoy estamos en conocimiento de la presencia de la chispa divina en nuestro interior, y no sólo eso, sino que son tiempos de expresar el líder interno que albergamos, la chispa divina que nos ilumina desde dentro, las posibilidades infinitas que anidamos en el alma para desarrollar un sistema de vida nuevo, distinto a la ideología materialista de la economía política y del sistema social opresor, un modelo que no requiera de estructuras piramidales ni de guías espirituales terrenales, un sistema basado en el despertar de la conciencia. Tal vez es el retomar del Plan inicial de Dios. No veo algo más prodigioso para la humanidad, que lograr un sistema donde mande el amor, por algo se dejó correr el rumor de: El fin de los tiempos. Tal vez es el fin de un convenio, como realizan los gobiernos mundanos, para establecer acuerdos de explotación petrolera entre países, donde se establece una fecha de cierre o caducidad del tratado. 
Esto no es más que saber que Dios nos habita, y por ello Jesús dijo: “El Reino de Dios está cerca”, es decir, en nuestro interior.

Comer del fruto del conocimiento del bien y del mal, es como pasar por una etapa de entrenamiento, para pulir el alma no sólo por efecto del dolor, sino por el despertar que él ocasiona. Estamos llamados a ser como dioses, si reconocemos la potencialidad creativa que llevamos en nuestro interior, y si nos orientamos en el sentido que nos indicó nuestro Salvador, en sus profundas sugerencias de amarnos los unos a los otros. 

El conocimiento del bien y del mal, es una complejidad que puede estar asociada al desarrollo del Neo-córtex, la más reciente porción del cerebro, que controla las funciones morales, de juicio, y decisiones que tienen que ver con el razonamiento y el análisis, el reservorio de la conciencia, la cual es el resultado del proceso evolutivo. 

Cuando la serpiente le vendió la idea a Eva, tal vez se refería a un fenómeno que se produciría después de miles de años de sufrimiento, cuando al fin los humanos alcanzaran superar los sentimientos mezquinos y lograran amar a los otros como a sí mismos, como lo hace Dios. He oído de personas inspiradas, que cuando tenga alguna duda sobre qué decisión tomar, piense qué haría Jesús en mi caso, una insinuación de ser como Dios. 

Esto sugiere que Dios nos espera, que está pacientemente aguardando nuestro regreso a casa, escondido en nuestro corazón, cuando se enciendan las luces de todas las almas, en el despertar o resurrección de este estado de muerte, para integrarnos a la gran fuente original.

Nota: En este post, los términos Dios, Padre, Creador y Señor, los tomo como sinónimos.  Así mismo son sinónimos Satán, Serpiente, Innombrado, Demonio, Lucifer.

martes, 21 de abril de 2015

RESENTIMIENTO Y DESPERTAR


¿Cuánto tiempo se requiere para que el resentimiento social y personal hacia dictadores, imperios, género, familia, amigos, y hacia la vida, llegue a disiparse?

¿Cómo lograrían los pueblos oprimidos por el Imperio Romano, deshacerse del odio, causado por esa brutalidad con la cual dominaban a todas las culturas a su paso?, ¿o no se disipó? 

¿Es cuestión de tiempo?, lo cual desluce al resentido, pues nada hace por resolverlo.

¿Es cuestión de perdonar activamente como recomiendan las tendencias espirituales de hoy?

¿O es cuestión de Despertar?

En medio de discursos y de respuestas encendidas, que se captan en las redes sociales, podemos darnos cuenta del severo resentimiento que padece la sociedad occidental; no me refiero a la oriental porque nada sé de ellos, no imagino cómo procesan las opresiones todas esas sociedades de ojos rasgados.   

El resentimiento es un sentimiento rumiado, un estado de malestar que paraliza, que corroe, y una pérdida de tiempo y energía que mejor pudiera usarse en otras acciones nobles. Cualquier sociedad que desee justicia, estaría invitada a dejar de ser la causa de lo que le atormenta, y no voy a repetir la trillada expresión que alude al merecimiento del sufrimiento, pero bien convendría mirar atrás, para detectar cómo se fueron armando los hechos y descubrir cómo ha sido y sigue siendo nuestra participación. 

Podríamos pasar largas sesiones de discusión estableciendo responsabilidades y aún no llegaríamos a nada, ese no sería el camino, lo importante sería entonces una concienzuda reflexión o profundización interior, para alcanzar un estado de serenidad, que nos permita encaminarnos hacia el tan cacareado
 DESPERTAR.

Se comenta con mucha frecuencia que la sociedad está dormida, y esto se interpreta como que la sociedad está apaciguada, conforme, adaptada, indiferente, aguantando la opresión de los poderosos, porque hay la creencia que define estar despierto como ser agresivo, fanático y respondón. Otra manera de estar dormido es seguir los patrones impuestos por el poder formal, y participar en su consolidación y permanencia, cual mayor ritualista.

Estar dormido es una perfecta metáfora que se aplica estupendamente, en el nivel de conciencia robótico. Es funcionar literalmente inconsciente, aunque estemos en vigilia.

Estar dormidos es tener la mente invadida de pensamientos falsos, de creencias limitantes, y en consecuencia, sentir un cúmulo de sensaciones que aprisionan, como miedo, incapacidad, baja autoestima, sumisión, ingenuidad, impotencia, desesperanza, rabia, y resentimiento, entre otras; emociones que no podemos calificar de negativas, porque forman parte del menú emocional del ser humano, pero que si vienen en cambote, son el espejo de pensamientos descalificadores, que se tornan en una nube egrégora que más parece una prisión que otra cosa.

Por otra parte, no sólo los que sufren opresión son tomados por este estado de conciencia de tan bajo nivel, incluso quienes participan oportunistamente del lado opresor, llegan a tales estados de vanidad y soberbia, que son prácticamente robots complacientes de ese estatus quo, es decir, marionetas propicias del sistema opresor, y eso sí que es estar dormido.

Son múltiples los ejemplos de gente dormida que se convirtieron en facilitadores de la opresión de fuerzas extranjeras, a cambio de beneficios que les otorgan los poderes impuestos por la fuerza; los fariseos pactaron con los representantes del imperio romano, como facilitadores de la esclavitud de su propio pueblo, a cambio de respeto por sus bienes y su voz sacerdotal. 

De esta manera podemos reconocer entonces, que despertar es DARSE CUENTA, es detectar la fortaleza, el don que está en nosotros mismos, escondido y eclipsado por creencias y convicciones que no nacen de nuestro interior, sino que son ideas heterónomas, creadas por estructuras sociales, que hacen lo que sea posible para ser permanentes; ¿cómo es posible que una opresión externa se disipe, si la estamos alimentando y regenerando con este nivel de conciencia tan bajo?. Esto me recuerda un relato que refería una reunión de demonios que necesitaban esconderle a los humanos la sabiduría, y encontraron el lugar más propicio, colocarlo dentro de él, único lugar donde nunca buscarían, porque ellos mismos se encargarían a atraer su atención afuera, como hemos hecho hasta ahora.

Quedemos de acuerdo entonces, que este despertar tan actual, no se refiere al acto físico de atacar, agredir, amenazar, soliviantar, ni levantarse en armas, -lo cual está inscrito en la violencia, y en niveles primarios de conciencia- sino que se trata de estar conscientes del poder interno, de la fuerza esencial del espíritu, capaz de crearse a sí misma, por la fuerza de la divinidad contenida en cada alma. Verdad interna, que ha sido vedada a los pueblos por el poder doctrinal ejercido desde las religiones, el poder político-ideológico, económico, militar y el gran poder de la manipulación psicológica. Si recuerdan la película: "El nombre de la rosa", inspirada en una novela homónima, de Umberto Eco, se darán cuenta de lo que digo.

Reconocer que somos más que un sofisticado engranaje biológico, y que contenemos en el interior las respuestas de todas nuestras incógnitas, sin necesidad de intermediarios sacerdotales, y que la existencia pasa por diversos escenarios, con el fin de encender las lucecitas que permiten leer el libro del conocimiento universal, es un paso hacia el despertar.

Sólo basta con hacer un recorrido por nuestra experiencia en este corto período vital, para descubrir que al menos dos o tres veces hemos dado en el clavo al reconocer lo equivocados que estuvimos, en una relación de pareja, en un proyecto fallido, en una aspiración desgastante, esos momentos dolorosos nos hicieron ver, el falso concepto que manejábamos antes. Son pequeños empujones que nos sacuden para que abramos los ojos del alma.   

Un despertar de conciencia no teme, porque sabe lo ilusorio que es el mundo que habitamos hoy, y puede en todo caso, disipar la energía sobre la cual se sustenta el opresor: nuestra ignorancia sobre quienes somos. La ilusión de este mundo no se refiere estrictamente al hecho de que lo más que podemos aspirar estar en él, son cien años, sino al hecho de mantener en el imaginario colectivo un guión que oculta la verdad, a manera de bagaje cultural, o falsas bases ideológicas que hemos aprendido en una sociedad que ya estaba en marcha cuando nacimos. Es una carga ancestral de conceptos errados porque están basados en el poder del afuera, y no en el poder interno, el cual ha estado ignorado desde tiempos inmemoriales, por la presencia de líderes que se imponen y aceptamos.

Las abundantes y significativas mitologías de antiguas y modernas culturas, nos revelan signos del inequívoco deseo de los opresores por ocultar verdades, a fin de mantener dominados a los pueblos, lo cual han logrado con nuestra propia participación, es decir, con nuestra ignorancia.

El día, cuando alcancemos discernir nuestra conexión interna, cuando pongamos en duda esas "verdades" que nos oprimen, nos daremos cuenta que todos estamos unidos en una rimbombante secuencia de rayos, y que la única diferencia que tenemos entre unos y otros, es el nivel de conciencia, el cual estaría reflejado en una escala de miles categorías y miles subcategorías. Estimo que cuando se alcanza una significativa masa despierta, pueden suceder dos procesos:

1-    Que ocurra un desprendimiento de los rayos que representan a los que han despertado, -siempre y cuando sea una cuota significativa- para sustraerlos del proceso, como ocurre en las graduaciones académicas, que sacan a los discípulos del juego hacia un nivel o estatus superior, desde donde podrán ayudar de alguna manera a los que vienen detrás.

2-       Que el proceso incluya un trabajo integral, y que en conjunto se produzca el despertar colectivo, bajo el impulso de los más avanzados, lo cual haría el proceso más largo o lento, pero global.    

En ambos casos, hay un apoyo de unos hacia otros, y no dudo que esto haya ocurrido muchas veces con muchas humanidades anteriores, en este planeta y en otros.

La experiencia ha demostrado que un buen proyecto se ilumina con una buena disposición, y especialmente un sentimiento donde se privilegie el bien hacia los demás, aunque contemple altos niveles de disciplina. Tenemos el mejor ejemplo en las actividades académicas, un exigente formato de estudio, proporciona al discípulo la oportunidad de capacitarse y transformarse; así debe ser la vida terrenal, una gran universidad.   

Dicen los sabios contemporáneos, que la música es un don que nos pertenece, un don propio de los seres humanos; con él podemos encaminar cualquier proyecto de sumersión interna, usemos esas preciosas armas sutiles que nos fueron entregadas en el origen, para dar con el sendero -aunque estrecho y difuso- que nos conducirá a la libertad.