viernes, 30 de julio de 2010

SABEMOS, PORQUE NOS HACEMOS PREGUNTAS Y LLEGAN RESPUESTAS


Después de una buena sesión de escritura para ubicar los momentos claves de nuestros cambios culturales, quedé pensando en que cuando se trata de relaciones entre lo femenino y lo masculino,  mientras más buscamos más preguntas nos hacemos.

En los textos anteriores decía que había un misterio en las relaciones entre hombres y mujeres, y la sincronía junguiana me llevó a encender la televisión; abrió la pantalla y estaba ubicada en el canal Europa Europa, uno de mis preferidos, en ese mismo instante estaban pasando una escena de una película española: un joven frente a un salón de clases daba inicio a un debate, estaban realizando un cine-foro, después investigué  y la película se llama: El Ciclo Dreyer.  

Los alumnos comenzaron a dar sus opiniones,  al parecer se trataba de la historia de una mujer infiel.  Varios pidieron la palabra, y lo que más me llamó la atención fue lo que dijo una participante  cuando expresó algo así: "esa mujer tiene un amante tan estúpido, ella no está enamorada de él, creo que teniendo un marido aburrido, lo que le pasa es que está enamorada de estar enamorada, lo que ama es la sensación amorosa, y el amante la conduce a eso".

Esto lo he oído muchas veces, estar enamorado del amor, pero siempre me pareció cursi, creía que nos enamorábamos de la persona. Ahora, después de lo que sabiamente ha descubierto la psicología profunda, no puedo más que dar crédito a lo dicho  por esa chica, puedo ver que tal vez allí se encuentre la clave de tanto desatino en las relaciones afectivas.

Teniendo presente que el amor es la gran fuerza que creó el universo, que es la fuente de vida, la energía del eros, ¿no sería natural que nos dejemos seducir por él, y que ese embriagamiento sólo sea posible emerger a través de la persona en quien depositamos nuestro sentimiento?.

Los expertos dicen que cuando estamos en los primeros momentos de acercamiento amoroso se nos activa una hormona que produce en nosotros un estado en arrobamiento que impide el uso de la razón, es la fase de encantamiento, de la ilusión, de la cual nunca quisieramos salir. Esa hormona es la feniletilamina.

Cuando estamos pasando por esos momentos iniciales, no comprendemos razones y es inútil tratar de explicarle a una persona poseída por esa condición, para que razone o analice sobre su enamoramiento.

Si imaginamos que allá arriba flotando sobre nuestras cabezas hay una energía a la cual tenemos acceso sólo cuando nos relacionamos y nos dejamos llevar por esa fuerza amatoria, podríamos entender que la fuente de nuestro enamoramiento proviene de nuestra conexión con esa fuerza divina,  pero siempre a través del otro.

Es fácil comprender entonces cómo un bebé  expuesto  a la falta de contacto humano sucumbe irremediablemente, le falta esa conexión superior.

No dudo por supuesto, que entre las personas se genere un intercambio amoroso, al fin y al cabo según este razonamiento,  cada persona es como una pila que hala la energía divina del amor y  la transmite al otro.

En nuestro mundo tridimensional creemos que nos enamoramos de la persona porque lo vemos, lo oímos, olemos y sentimos, lo palpamos con los sentidos, pero el amor se encuentra en una dimensión trascendente, lo clave, es que la persona es la vía, el puente para llegar a él. De allí la dificultad para conseguir sociego en la soledad, especialmente si hemos experimentado el amor con una pareja, las personas somos canales mutuos de acceso para llegar a esa fuente de energía vital. 

La pregunta es ¿por qué esa fase de enamoramiento es temporal? sólo se me ocurre que esa energía que transita por los dos cuerpos debe ser asimilada y transformada en un amor terrenal, concreto, por parte de la pareja, a fin de establecer compromisos afectivos en lo sucesivo. Lo imagino como una suerte de re-creación humana de esa energía divina.

Cuando ese proceso de re-creación no se desarrolla, caemos en la decepción y vemos con ojos terrenos los defectos, los fallos del otro.

Esta versión hipotética del proceso amoroso, es sólo una manera de darme respuesta a este misterio que llaman amor.

jueves, 29 de julio de 2010

Y ¿CÓMO SABEMOS ESO?

Continuación...

3- Liberación, libertinaje, reflexión.
Ya en las proximidades de la década de los noventa, se inició un procesamiento de estas vivencias, básicamente por los aportes de  terapeutas, sanadores, espiritualistas, y demás hierbas, quienes surgieron milagrosamente para ayudar a las víctimas de sufrimientos  emocionales.

Las madres de los adolescentes de los noventa cambiaron el discurso, fueron las pioneras de un cambio notable en el pensamiento.  Las jovencitas eran aconsejadas, para que no se casaran sin conocer a la pareja,  les recomendaban que vivieran juntos y descubrieran si realmente querían compartir la vida.  

Esto acompañado de una buena información sexual para evitar embarazos no deseados y enfermedades, dieron al traste con los viejos esquemas. Al fin se acabó el tabú de la virginidad como una garantía de pureza,  logrando abolirla también como fuente de fracaso. Esto vino a ser un avance ante la antigua cita a ciegas.

4- Extrema individualización, soledad.
Hoy en 2010, aparte de las uniones felices, que sí las hay, las mujeres maduras volvemos a tener sufrimientos con las relaciones, porque la magia de los primeros momentos insisten en dejarnos como ciegas. Los cambios de mentalidad no han incorporado la necesaria responsabilidad; y la omisión, la huída o desaparición, y la falta de comunicación siguen siendo factores comunes que aquejan a la mujer.  

En otro estadio de la realidad, especialmente en la juventud femenina ha surgido una  emulación del comportamiento libertino masculino y ahora, hombres y mujeres participan en una sopa de infidelidades, descaros e indolencia. 

La soledad está haciendo estragos en buena parte  de la población,  casadas, solteras, divorciadas, ya sean profesionales o no,  desarrollan una vida en la cual se encuentran con hombres que tienen miedo al compromiso, una especie de complejo a ser devorados, quienes apenas soportan dos o tres meses de relación y luego salen despavoridos. 

¿Qué ocurre? las explicaciones van desde la supuesta guadaña de la rutina, la cual nunca sentí en mi vivencia, hasta la pérdida de incentivos, presiento un atávico miedo a perder libertad, el terror a la esclavitud, o una especie de claustrofobia espiritual, que no permite el vínculo positivo. 

Tal vez la globalización nos está dando una visión cósmica tan expansiva que las personas sientan que la permanencia con la misma persona sea un signo decadente y sofocante. Con ello pareciera que se está pronunciando también una individualidad extrema. Tal vez para que volvamos adentro, reflexionemos y cambiemos.        
   
Se insiste en comprender el asunto y algunos proponen que no es suficiente la comunicación sino la necesidad de establecer acuerdos; sin embargo, las estadísticas muestran que el 50% de los matrimonios, que son los acuerdos más clásicos, terminan en divorcio, después de fuertes eventos emocionales.

Entonces, de pronto se nos ocurre que al conocer a un  posible enamorado, es preciso descubrir  su modus operandi, ¿y de dónde sale esto? por supuesto, es que realmente te encuentras con verdaderos delincuentes, que asaltan las emociones, que causan daño y quedan tan impunes como cualquier depredador selvático.

Con esto no estoy desconociendo la carga emocional que traemos desde niños, y que es eso precisamente lo que nos conduce al dolor, sin embargo, no puedo dejar de lado, que las parejas caen o hacen caer en trampas, debido a su comodidad y falta de compromiso, que si bien la hubo muy poco en nuestro pasado cultural, tampoco es una cualidad en el ahora.

Es triste cuando una persona se defiende  cuando le dice al otro: "yo nunca te dije que te amaba", "yo nunca hablé de matrimonio". Es un baño de agua helada que asquea, porque quien habla entonces  es un ser animalizado o un depredador, ¿qué hacía en la relación entonces?. 

Actualmente estamos viviendo una nueva cultura, un código aún desconocido, una mezcla de responsabilidad con irresponsabilidad, tal parece una transición, porque es un caos,  típico en confusiones. 

Todos estamos prácticamente aprendiendo en la acción, ya el tabú sexual es cosa pasada, se usa protección también por razones de salud, se hablan las cosas directamete y no parece que eso comprometa el romanticismo, pero las rupturas se siguen haciendo a través de los métodos tradicionales, como la clásica huída o desaparición  masculina que deja profundas heridas en la mujer. 

Volvemos a revisar lo que ocurrió y vemos que faltó establecer acuerdos y me  pregunto ¿para qué? si las malas relaciones se producen con y sin acuerdos. Creo que quien se va a ir se irá como quiera,  aún cuando haya acordado una manera menos hiriente de hacerlo.

Veo en estos comportamientos una marca delictiva. Si se define delito a una acción que daña a otro,  los delincuentes emocionales serían los reos de una justicia particular. Esa justicia no es humana por supuesto, al menos no en estos momentos.

En las relaciones de pareja es donde se experimentan los más profundos malestares emocionales, porque requieren entrega, y todos vamos a ella con defectos afectivos contraídos en nuestra infancia, pero no es menos cierto que estas relaciones también están cargadas de manipulaciones, premeditaciones, y un sin fin de comportamientos de mala fe, que caben perfectamente en la denominación de una vil Delincuencia Emocional.

Hoy estamos optando por sanar nuestras heridas de infancia para que las que surjan en la adultez no nos repliquen el pasado. Seguiremos aprendiendo porque las relaciones entre hombres y mujeres son un misterio. 

Y ahora a alegrarse con música y brindar por ellos aunque mal paguen:
 


Y ¿CÓMO SABEMOS ESO?


Conversando y conversando, -cualidad maravillosa de las mujeres-, para luego reflexionar y aprender, -lo que tal vez no hagan muchas mujeres-, he podido darme cuenta de un fenómeno que he denominado Delincuencia Emocional.

En cada tiempo, época, era, momento, vivimos en una determinada cultura, de la cual somos parte, todos manejamos más o menos un mismo código de referencia para comportarnos, sin importar si es bueno o malo, pero todos sabemos a qué atenernos. Por ello, quiero referirme a cuatro momentos que hemos tenido en Venezuela: 

1- Cultura tradicional.
  Durante los años anteriores a los sesenta, las relaciones amorosas estaban bien determinadas por un código de comportamiento, los padres  celaban a sus hijas y se comprometían a protegerlas de los peligros que suponía el enamoramiento y sus consecuencias. Cuidaban la integridad moral y material de las jóvenes, y preferían a los hombres responsables y con buenas perspectivas futuras. Los más conservadores aspiraban una buena situación económica.    

Podríamos decir que en este contexto habían tres tipos de comportamiento masculino: 

a- el responsable de sus actos, que asumía compromiso con su pareja, 
b- el irresponsable que engañaba a diestra y siniestra, dejando hijos regados por todos lados, 
c- una mezcla de los dos anteriores, que iba desde lo que se denominaba "echar una cana al aire",  hasta el que provocaba un absoluto descalabro familiar, justificado  siempre por el supuesto sofoco que les producía estar siempre al lado de la misma mujer.

En el lado femenino, también habían tres comportamientos: 

a- la virgen que no permitía acercamiento hasta el día de su matrimonio,  
b- el comportamiento licencioso, la que no le importaba el matrimonio y se "entregaba a las pasiones del demonio del mediodía", como dice Chabela, una genial comediante mexicana, 
c- la chica, que manteniendo la idea de una unión auténtica, sucumbía ante su amor desenfrenado, quedando comprometida en cuerpo y alma con sus sentimientos de entrega. 
Estas situaciones las vi en mi juventud, y no me gustaba ni la cita a ciegas del matrimonio virginal ni el comportamiento licencioso,  por razones obvias.
 
Estos modelos de comportamiento tenían éxito cuando se sincronizaban con los masculinos correspondientes, es decir:

A- Comportamiento virginal con masculino responsable.
B- Chica auténtica con masculino responsable.
C- Comportamiento licencioso con masculino irresponsable.

El éxito de estas sincronías estaba en que en todos los casos las parejas tenían las mismas expectativas, o al menos funcionaban según las mismas referencias.

El pero del asunto, es que también se daban asincronías, cuando las vírgenes y las auténticas se relacionaban con los irresponsables,  frecuentemente pulidos en las artes amatorias, los cuales competían deslealmente con los masculinos responsables, muchas veces casi vírgenes también.

La cultura moldeaba un código de comportamiento y a nadie sorprendía un arrebato paterno ante una osadía cometida contra una hija. Eran tiempos en los cuales tanto la palabra como el comportamiento comprometían a cualquiera. Un beso era casi lo mismo que pedir la mano en matrimonio, al menos así lo entendían las chicas, y los padres. Se daban casos en que la joven temía estar embarazada por causa de un beso.

Hay una canción de Chelique Sarabia, que cantó nuestro querido  Cherry Navarro, que expresa con mucha precisión el sentir masculino de esa época:

"Para robarte un beso, tuve que enamorarte
y ahora estoy sufriendo porque contigo debo casarme
Porque quiere tu papá, sí, sí
Porque quiere tu mamá, no, no
Pero yo no quiero porque tan sólo quise besarte
Tu debes comprenderme, mi vida sufro mucho
deja pasar el tiempo y en medio siglo te querré mucho"

Un mensaje claro de que la juventud masculina es para disfrutarla,  y que luego sobrará tiempo para amar. Mientras las chicas pensaban que sexo y amor era lo mismo.

2- Feminismo en acción.
Después de los sesenta, con los movimientos feministas, nos sentimos libres de desconocer los códigos anteriores, y muchas jóvenes,  inconformes con los dos modelos extremos del pasado, y soñando con un amor comprometido por el amor mismo, comenzamos a transitar por una senda plena de vivencia y con ella,  también llena de desengaños, sufrimiento y madurez. 

Se perdió la rigidez del pasado pero no se incorporó la responsabilidad en el amor, aunque el hombre responsable de otros tiempos siguió  existiendo hasta hoy.  El movimiento de liberación femenina proporcionó cambios en la mujer y muchos beneficios para aquel hombre dispuesto a vivir la vida loca. 

La maternidad surgió entonces como redención de una vivencia penosa, por la mezcla de la necesidad afectiva otorgada a un hombre no comprometido, que abandonaba. 

Montados sobre el caballo de la liberación femenina, los "más beneficiados" fueron los hombres irresponsables, quienes  tenían en la modernidad una excusa para no comprometerse. La palabra parecía cobrar significado,  especialmente "matrimonio" y "te amo", de las cuales con mucho esmero se cuidaban de pronunciar, y  llegado el momento, acudían sin demora al argumento de que nunca habían pronunciado tan nefastas expresiones. 

Al contrario a los tiempos anteriores, los actos perdieron valor, desde un beso hasta la relación sexual perdieron significado, incluso una petición de matrimonio tampoco era garantía de nada, porque hasta dejaban a las novias  esperando en el altar, o se casaban y seguían comportándose como solteros.

Con estas experiencias, los consejeros familiares y de pareja, comenzaron a detectar la importancia de la comunicación verbal, ya que  habían observado que el asunto clave estaba en que las mujeres querían y esperaban algo de lo que los hombres no se habían enterado. Había un código tácito de comunicación, y las mujeres más aquejadas en estas lides, asumían con pudor que quien las amara las comprenderían sin necesidad de que ellas dijeran nada; tal vez ellas sí podían adivinar lo que los hombres querían, y creían que ellos funcionaban igual.

Surgieron propuestas para desarrollar la comunicación sin que ello redujera los sufrimientos, las separaciones y los traumas consecuentes. Al menos se había dado un paso adelante, las mujeres tenían que expresar sus pensamientos y deseos verbalmente, antes y durante la relación.  

continuará...   

miércoles, 28 de julio de 2010

CAÍN, ENEMIGO DE SANGRE


Cuenta la referencia bíblica que Caín, celoso de su hermano por haber logrado agradar más que él, a Yavé con sus ofrendas, premeditó asesinar a Abel, lo cual logró después de invitarlo al campo.

No sabemos nada de Abel, sólo que fue víctima de la  mala índole de su hermano, presa de la envidia, los celos, de su malicia y mediocridad, que finalmente lo expresó en su crimen.   

Llama la atención que los hijos de Adán y Eva a pesar de haber nacido fuera del jardín del Edén, hablaban con Yavé como lo hacían sus padres antes de ser expulsados del paraíso. Esto constituye un dato significativo, porque nos habla de la omnipresencia de Dios y del acceso que tenían a él. 

Cuando recogieron los frutos de su trabajo, cada uno le hizo una ofrenda a Yavé, pero Caín falló cuando no escogió lo mejor de su cosecha para tal fin; en cambio Abel sacrificó en holocausto los primeros nacidos de sus rebaños. Se aprecia una diferencia cualitativa en la actitud de cada hermano. Caín creyó que podía engañar a Yavé, y con un sentimiento mezquino cometió dos errores que pagó sin demora. 


Me pregunto, ¿cuándo cambió este sistema de justicia,  para que hoy muchos asesinos queden impunes, al menos a corto plazo?

Aparentemente a Caín le pareció que la ofenda no era tan importante,  aahh, pero eso sí, esperaba que Yavé se sintiera agradado  con ella. 

Es una actitud que aún prevalece en la mente humana, cuando agradecemos con lo que nos sobra, lo que no apreciamos, o lo hacemos por obligación, con tacañería. 

No sabía Caín que las buenas ofrendas brillan a los ojos de Dios. 

Otro dato que resalta en esta historia, es que Caín debió saber que ellos eran mortales, ¿a quién vió Caín morir antes de Abel, para que se le  hubiera ocurrido matarlo? además, ¿quién podría ser sospechoso, sino él mismo?, ¿en aquel lugar habían otras personas, un pueblo quizás?.

Cuando Yavé lo interroga, lo pone en evidencia de haber dado muerte a su hermano y le dice que la sangre de Abel clama  desde la tierra, por ello le ordena abandonar esa tierra fértil, y lo condena a un destino de escasez y a ser un errante y fugitivo.

Ante esta sentencia Caín expresa su instinto de conservación, su apego a la vida, cuando suplica argumentando que el castigo es más grande que su fuerza, y en lugar de preocuparse porque su esfuerzo  laboral no tendría resultado, se preocupa más porque en ese destierro cualquiera lo puede matar. Ante esto, Yavé le garantiza que nadie lo matará colocándole una marca, y en todo caso, quien lo hiciese recibiría su venganza multiplicada por siete.

¿Qué significa esto?, ¿por qué Yavé lo despide y lo protege a la vez?,  ¿existía una tierra fértil y otra árida?, ¿la tierra, por más que la cultivase no le daría fruto, debido a su mano asesina?, ¿significa  que sólo a los asesinos la tierra les niega los frutos?...

¿Se referiría Yavé a otros frutos?, digo, porque esto no es nada coherente con lo que vemos hoy, donde los corruptos  tienen fácil acceso a todos los productos de la tierra, del aire, del agua y del fuego, si trabajarlo precisamente. ¿Cuándo fue revocado ese criterio? ¿o fue sólo para condenar a Caín?, ¿cómo hizo Caín para sobrevivir? tal vez se dedicó a otra actividad que no tuviera relación con la agricultura.
 

Enigmáticas historias, que apenas asoman información,  que nos dejan vacíos de datos, huecos históricos, por eso no las podemos tomar al pie de la letra, sino como referentes  o parábolas que requieren como mínimo, una visión amplia para aproximarnos a su significado. 

Lo que sí hemos visto permanecer en la historia de la humanidad, es la enemistad entre los hermanos, término que ha sido trasladado como metáfora a toda la especie humana, cuando nos consideramos hijos de Dios, y hermanados por ese lazo espiritual.  

Ahora la cuestión no sólo se reduce a una consideración mística, ya los descubrimientos sobre el ADN  Mitocondrial nos están dando información sobre la hermandad real que tenemos, cuando ya se ha detectado en la procedencia de los occidentales, un origen en seis madres primigenias, pero esto es otro tema.