Doloroso reconocimiento de un
amor no correspondido, aunque promovido inicialmente por el ahora, desenamorado.
Las relaciones humanas se han
modificado, pero no al punto de un cambio real, en el pasado el candor
femenino, la represión social y el control sexual, puso a la mujer en la peor
de las circunstancias, la virginidad era su visa para la vida y quien lograba
un buen matrimonio, es decir, una pareja amorosa, responsable, protectora, se había
sacado la lotería, como decía mi madre; el resto sufría los rigores de un
matrimonio duro, o de un abandono con hijos.
La infidelidad masculina era
un derecho asumido por todos, hasta el menos pintado tenía un "segundo frente", como se refería a la amante; la
esposa lo sabía y tenía que hacerse de la vista gorda, esto aconsejaban las
amigas: “Sé inteligente, no te des por aludida que tu eres la esposa”, … cosa
difícil ¿no?, con razón hay tanto cáncer azotando los cuerpos femeninos.
Cuando la mujer se casaba
enamorada y al tiempito el marido se le acababa la pasión, -porque la ejercía
con otra-, la vida se convertía en un amargo respirar. Así dice la copla:
Y SIN EMBARGO TE QUIERO
Me lo dijeron mil veces,
Mas yo nunca quise poner atención
(Nada
nuevo, aún hoy los amigos nos alertan y nosotros no prestamos atención, al parecer nadie aprende en cabeza ajena)
Cuando llegaron los llantos
Ya estabas muy dentro de mi corazón
(Cuando
llegan los llantos, no hay remedio, ya se descubrió el engaño, aquí en Venezuela,
se dice: “A llorar al Valle”, en alusión a la Virgen del Valle, para pedirle un
milagro. Pero, esto requiere una mayor profundidad, el llanto llega porque en
el corazón ya existe la condición que hace que escojamos una pareja que nos
hará sufrir )
Te esperaba hasta muy tarde,
Ningún reproche te hacía;
Lo más que te preguntaba
Era que si me querías
Ningún reproche te hacía;
Lo más que te preguntaba
Era que si me querías
(La
mujer humillada se atrevía a preguntar sobre un asunto agudo, me imagino que el hombre se sentiría alagado, tocado en su narcisismo)
Y, bajo tus besos,
En la madrugá,
Sin que tu notaras
En la madrugá,
Sin que tu notaras
la crú de mi angustia
solía cantá:
Te quiero más que a mi vía,
Te quiero más que a mis ojos,
Más que el aire que respiro
Y más que a la mare mía.
solía cantá:
Te quiero más que a mi vía,
Te quiero más que a mis ojos,
Más que el aire que respiro
Y más que a la mare mía.
(No
cabe duda, este amor es más arrollador que el materno, aunque las fallas del amor
materno puedan ser una de las causas de estos estados de vacío interior)
Que se me paren los pulsos si te dejo de queré
Que las campanas me doblen si te falto alguna vé.
(Este es un juramento de amor eterno, de amor sin mácula, aunque el hombre no se lo merezca, y ella lo sabe, pero es lo que siente y lo que ofrece, un amor impecable)
Eres mi vía y mi muerte,
Te lo juro, compañero
(Por
supuesto, la vida y la muerte están allí como dos testigos de la lealtad más
pura, un modelo femenino cargado de la emotividad flamenca traída a estas
regiones latinoamericanas)
No debía de quererte
No debía de quererte
Y sin embargo te quiero
(Qué
maravilla, ella sabe, porque tiene su lóbulo frontal bien sano, que es una
locura seguir amando a aquel traidor, pero aún lo ama, tal vez es su
inconciente cargado de baja autoestima, de programas de autocastigo que
estableció antes de nacer, o quizás de mandatos transgeneracionales que
llevamos en nuestro ADN. Demasiados acondicionamientos ocultos, la sombra mandando en el destino de los humanos)
Para sorpresa de muchos, este
drama no ha desaparecido, esta letra de una copla de la primera mitad del siglo
XX, refiere el dolor de una mujer que fue prevenida ante un amor de mala
reputación, ante lo cual prestó oídos sordos, hasta que se fue la magia de los
primeros encuentros, para convertirse en una mujer casada abandonada dentro de
su propia casa. En muchos hogares latinoamericanos perduran estas relaciones mal avenidas.
Llamo la atención de un
texto: “Cuando llegaron los llantos, ya estabas muy dentro de mi corazón”, pero
resulta que en el corazón había un vacío que atrajo a este amor falso, el
corazón reflejó hacia el exterior un halo que atrajo a este número que no era el premiado de
la lotería. El corazón o el alma sabía de antemano que este amor terminaría en
fracaso, pero así es el alma, procura vivir lo que hay en nuestro inconciente.
Suele suceder que cada pareja
y cada persona es un fenómeno muy particular, sin embargo, la cultura se las
arregla para uniformar la vida, incluso la vida afectiva de sus integrantes. De
allí la facilidad de formular sentencias acerca de los hombres, las mujeres, la
vida, el sexo, la amistad, la felicidad, la libertad y mucho más. Lo
inapropiado de estas sentencias es que se trasladan de una generación a otra,
creando un idea preconcebida sobre estos temas, tal y como lo vivieron las
generaciones pasadas.
Yo reivindico el pasado,
puesto que es la raíz del presente, quien no conoce el pasado esta sentenciado
a repetirlo, dice Carl Jung que lo que no se hace consciente, se hace destino, y el inconciente está cargado de pasado. Es una materia pendiente que no atendemos, sólo quienes están vinculados al tema saben la importancia de revisar y descubrir los contenidos inconcientes que nos determinan y que llegan hasta conformar culturas abrumadoras.
Aprecio mucho la flamenquería
y me conmueve la emotividad que expresan en sus coplas; de allí venimos, Venezuela tuvo una notable
influencia andaluza, lo cual aún late en las venas de mujeres dramáticas, casi
histriónicas cuando de amor se trata. Sin embargo, ahora lo podemos disfrutar
como cultura, pero lo que sí es necesario aprender, es a resolver nuestros
vacíos emocionales con lo cual establecer mejores y más sanas relaciones
amorosas.
Muchas buenas voces han
honrado esta canción, pero la que más me ha gustado es la voz de Toña la Negra,
recuérdenla: