martes, 8 de octubre de 2013

HOMOFOBIA, PENIAFOBIA, HETEROFOBIA



Las jóvenes de hoy, digamos las que recién llegan a la edad adulta, que han visto la devastación emocional que sus parientes femeninas cercanas y ancestrales han tenido al lado de sus parejas masculinas, se están viendo proyectadas en un espejo cuya imagen no quieren repetir, y esto es un poderoso motivo como para plantearse opciones distintas en sus inmediatas o definitivas relaciones de pareja. Esta fue una explicación que leí, en uno de los no pocos libros de  psicología de la sombra que han llegado a mis manos, lo cual parece una fuerte motivación para alejarse del sexo opuesto. Luego, con estupor oí a una joven de dieciseis años, que conversaba con otra por celular, que decía enfáticamente: “Es que hombre no es gente”. Es bastante común en los ambientes de mujeres encarceladas, los vínculos eróticos y compromisos amorosos entre las reclusas, que padecieron sufrimientos e incluso prisión a causa de sus parejas masculinas. ¿Será que se está generando una especie de heterofobia?.

Posteriormente, en uno de los talleres de desarrollo personal, que usualmente realizo, tuve la oportunidad de plantear que percibía cierto incremento del comportamiento homosexual entre las jóvenes, -lo cual es abiertamente observable en los recintos universitarios y en lugares públicos, pero que se está manifestando incluso en la población de tercera edad-, y la expositora, una psicóloga puertorriqueña muy versada en relaciones de pareja, me contestó que la mujer de hoy, ante los procesos de vida que les plantea el movimiento de la liberación femenina y sus consecuencias, están buscando su feminidad, pero que en lugar de buscarla dentro de ellas mismas, hacen lo contrario, lo buscan afuera.

Dos circunstancias que nos hacen pensar en la influencia que pueden tener las experiencias de vida personal y familiar, -cargadas de impactos emocionales que mueven hasta la racionalidad-, en la ocurrencia del lesbianismo. 

He de convenir, primero que nada, que en estos tiempos, todo lo que alude al tema de lo que ahora se denomina sexodiversidad, se ha convertido en un tema tabú, es decir, un tema espinoso del cual se debe tener mucho cuidado al expresar cualquier opinión, ya que por pequeña que sea la diferencia con la versión generalizada, lo tildan a uno de homofóbico, palabra exprema que imposibilita cualquier debate. 

Pensándolo bien, no es extraño que sea así, la actitud social en casi todas las cosas sustanciales siempre se ha mostrado bipolar, nos lanzamos de un extremo al otro, somos una especie de péndulo ideológico que nos cuesta alcanzar la sabiduría del punto medio, que desconoce o se le dificulta integrar los diversos factores que componen la realidad, ya que ésta nunca se presenta simple, es una complejidad de elementos, por eso siempre nos confunden; en consecuencia, damos tumbos de la democracia al totalitarismo, de la represión al libertinaje, de lo sagrado a lo profano, mantenemos una desafortunada tendencia maniquea. 

Hasta hace sesenta años, la homosexualidad era percibida como perversión o pecado, una opinión moralista que nada aportaba para desentrañarla; hoy, es considerada una condición innata, igualito a la condición natural de tener la destreza en la mano izquierda, sin que se planteen otros aspectos condicionantes o determinantes, de carácter aprendido o vivencial. Esto hace que se tenga la creencia de que esta expresión sexual no pueda ser objeto de tratamiento, y no porque yo considere que es una enfermedad, sino porque si en algunos casos, fuese resultado de condicionantes psicosociales, de eventos infantiles como abuso sexual, o cualquier otra circunstancia, podría ser objeto de reparación, como sucede con cualquier complejo psicológico no resuelto, como baja autoestima, traumas de víctimas por familias disfuncionales, y mucho más. Sólo plantear esto pone a la gente en guardia, como si de una blasfemia se tratara. 

Quiero compartir un caso, conocido por mí a través de una familia como cualquiera otra, con valores profesionales, visión de éxito económico, divertida, cordial, emprendedora, y conectada con una élite social de igual y mayor nivel socioconómico. La pareja se había divorciado pero mantenían un excelente relación, el esposo estaba presente, no sólo en los eventos de sus cuatro hijos, sino en los de su ex esposa, la armonía era evidente; un día conocí al hijo mayor, quien regresaba de los Estados Unidos, después de haber pasado doce años fuera del país.

Este joven tendría unos veintitres años, se trataba de un hombre alto, buenmozo, con un sutil y determinante amaneramiento, emitía una vibración positiva, sensible, muy agradable, con un brillo en sus ojos que denotaban sinceridad, pero, tenía una mirada triste. Eso fue lo que capté, hasta que comprendí, que en su historia había un evento que lo pudo marcar para toda su vida, la cual me fue contada por la niñera. A los doce años, el niño tuvo una experiencia homosexual por un abusador, lo cual le causó mucha angustia, no se atrevió a contárselo a sus padres por temor, y se lo comunicó a la niñera, una persona que había estado en su casa desde antes de su nacimiento. Como es lo correcto, ella se lo comunicó a la madre, la cual no supo qué hacer, y en vista de su mutismo, se lo comunicó al padre, quien hizo lo mismo. Muchas fueron las protestas de la niñera ante tal reacción, pero lo que aquellos padres decidieron fue enviarlo a estudiar a EEUU, se desentendieron del asunto que preocupaba al muchacho, aunque muy apoyado económicamente. 

A su regreso, se notaba una gran compenetración con la niñera, y no pocas veces se le veía desencajado. En EEUU se consolidó como homosexual, tal vez aceptando un destino del cual no podía zafarse o tal vez descubriendo su natural homosexualidad; no lo sabremos, porque no los vi más. La falta de criterio para tratar este tema, ha hecho lo suyo para confundir, y para crear un discurso lineal, donde se desconocen como causas, procesos traumáticos de la infancia y adolescencia, los cuales pueden ser simples eventos reafirmatorios, pero también eventos que desestabilizan y conducen a una compleja culpabilidad y aceptación. 

Como vemos, este tema es un TEMA, es decir, un asunto que pocas veces es visto sin tener una opinión, es un contenido que polariza puntos de vista, pocos son indiferentes, o, muy pocos lo tratan desde una perspectiva desapasionada. Las injusticias cometidas con las personas vulnerables, tienen en este campo, mucho que contar, un niño, un joven o un adulto que se sintiera diferente ante los demás, era percibido rápidamente por los machos alfa de la sociedad, como el pollito defectuoso, que muere sin remedio a picotazos por sus congéneres. Esta situación en la especie humana es más dramática, porque se trata de exilio social, negación, invisibilidad, exclusión, lo cual implica pocas oportunidades de empleo, estudios, y convivencia, que ha conducido hasta al suicidio. 

Cuando estudiaba en la universidad, tenía un compañero notablemente amanerado, introvertido, solitario, evidentemente de clase baja y piel morena, tímido, y tal vez poco dotado de capacidad intelectual, o, quizá no escogió la carrera que realmente era su mejor elección profesional. Los profesores decían sin pudor: “Ese nunca pasará de segundo año, no quiero tener un colega así”. No sólo lo rechazaban, sino que lo engañaban al hacerle perder dos años de carrera infructuosa, y en efecto, no lo ví más después de algún tiempo. En todas las escuelas de la universidad, habían unos filtros terribles, en mi caso, de casi seiscientos inscritos cuando iniciamos, nos graduamos alrededor de ciento cincuenta.  

Sin embargo, hemos de ser honestos, en nuestro medio cultural la discriminación castiga al vulnerable, no al que tiene poder, recursos, histrionismo, encanto, extroversión, inteligencia, ya que posteriormente, entraron otros estudiantes con signos evidentes de homosexualidad, que llegaron a convertirse en personajes no rechazados, con muy buen rendimiento, aunque con excentricidades que disgustaban a unos y agradaban a otros. 

La vulnerabilidad es lo que nos expone ante los agresores. ¿No será que la homofobia que está presente en la imaginería popular, se justifica si de una persona carente se trata, o si se trata de una persona vulnerable por otras razones?, por eso, las aversiones vienen asociadas, y el rechazo hacia cualquier condición humana, ya sea racial, religiosa, por nacionalidad, siempre está aderezada con la peniafobia, es decir, la aversión a la pobreza. Esta aversión, describe mejor la discriminación hacia lo que expresa vulnerabilidad, carencia, deficit, y en el caso del compañero de estudios arriba referido, casi las tenía todas. 

Hasta el momento no hay información científica que explique a cabalidad la homosexualidad, y pensamos en una explicación, porque asumimos que la heterosexualidad no tiene nada qué explicar, no sólo por manifestarse estadísticamente mayoritaria, sino porque justifica el mantenimiento de la especie. Sólo contamos con descubrimientos aún no concluyentes, lo que tenemos son apreciaciones y conclusiones dadas desde una postura más bien legal, inspirada en la justicia y argumentada desde el derecho, básicamente en respuesta al rechazo procedente del fundamentalismo religioso y social, y de la persecución política, que es más notoria en regímenes dictatoriales.

No cabe duda que después de la gran revolución tecnológica que puso las comunicaciones en manos de casi todos, los movimientos reivindicativos no sólo están luchando por la igualdad moral, que implica la aceptación de la sexodiversidad, sino que abogan por derechos civiles, que ya todos conocen.

Es un fenómeno complejo, matizado por una gran diversidad de factores, y que en los últimos años, se ha visto favorecido por notables fenómenos sociales que emergieron a partir de los años sesenta, tales como: la popularidad de las libertades personales, los derechos humanos, la liberación femenina en su cuestionamiento al desempeño masculino, la descomposición de la familia, que le ha generado a esta institución serios cuestionamientos, las posturas de vanguardia, los movimientos  reivindicativos de las minorías, la actitud de rebeldía ante una realidad social y personal agobiante, la soledad y los fracasos maritales, el desafío de la juventud ante lo convencional, la concepción mediática, que cada vez dedica más espacio a mostrar esta diversidad sexual, que ya se aprecia casi como una moda. A diario se publican listas de artistas que se pronuncian en uno u otro sentido, de la gama no heterosexual.

Hay una serie humorística de la televisión española Antena3, llamada “Aquí no hay quien viva”, que se desarrolla en un condominio en el centro de Madrid, cuyos personajes muestran sus oscuridades humanas, enredos marcados por una débil moral colectiva, todos confabulan, traicionan, en la cual destacan los personajes homosexuales, porque son los únicos que tienen profesión universitaria, son exitosos, bien vestidos, de buen gusto, divertidos, sensibles, que moldean una imagen positiva y que son eminentemente antiheterosexuales. Uno de ellos (Mauri) afirma que todos los hombres son homosexuales, lo que pasa es que no lo saben; y otro personaje dice que los gay son “chic”. Esto puede tener varias lecturas, desde una serie ingenua que muestra la realidad un tanto exaservada por y para el humor, hasta ser percibida como una apología de la homosexualidad.

En otro caso, observé que la directora de un popular programa denominado “Quién tiene la razón”, en el cual presentan casos de personas con conflictos, la psicóloga Nancy Álvarez, afirmó que la pedofilia y los abusos sexuales a niños la realizaban los heterosexuales, que no había ningún homosexual que abusara de niños. (Programa del día 02-10-13, 7:30pm, Caracas. Venevisión Plus). Sobran las páginas en Internet sobre estudios científicos que hablan de las estadísticas de los abusos cometidos a menores varones, por adultos homosexuales, y que desmienten esta apasionada afirmación, es cuestión de buscar. Es absurdo afirmar que ningún homosexual haya incurrido en el delito de pederastia.

Esta afirmación sobradamente temeraria, no sé a qué planeta se refería, pero en el supuesto negado de que fuese cierto, estaríamos ante un fenómeno realmente sorprendente, hasta podríamos sospechar que hay un súper gen del abuso en los heterosexuales, al comprobar que los homosexuales no lo practican. Esta es una de las formas de publicitar tal radicalización o parcialidad, que desdice de una persona que se presenta como psicóloga y como conocedora del mundo oscuro de la psiquis y que posee influencia sobre su audiencia. Tal parece que Nancy Álvarez no se ha enterado que la práctica homosexual de la antiguedad, practicada por la clase alta griega, era esencialmente pederasta, y no se trata de justificar que en aquellos tiempos era aceptado, porque hasta Sócrates fue sentenciado a morir, a causa de una acusación por pervertir jóvenes.

Tal vez estémos en el momento de mayor expansión de la idea de justicia, pero como se ven las cosas, se aprecia como un movimiento que emerge de las profundas motivaciones psicológicas colectivas, o, que forma parte de una especie de ideología de la globalización, que los medios se encargan de establecer y que se muestra en sus más extremistas maneras. 

Este movimiento acelerado o lento, como quiera verse, plantea una curiosa condición, la bisexualidad, la cual consideraba yo, que sería una suerte de transición de hetero a homosexual, pero resulta que es condiderada otra expresión dentro de la sexodiversidad. Sorprende en tal medida, que pareciera que las personas están poseídas por una emergencia de vivir intensamente en una vida, lo que pudieran dejar para varias, teniendo en cuenta la reencarnación. 

Es bastante sorprendente la mentalidad que se ha creado en relación a la infidelidad de un bisexual, supe de un caso en el cual una mujer demandaba el divorcio, debido a que había descubierto que su esposo mantenía una relación homosexual, con un hombre que visitaba la casa y se presentó como amigo -situación que la tenía devastada-, y el esposo se defendió argumentando que él era bisexual y que no le había sido infiel, porque para ello tendría que haber tenido relaciones con otra mujer, y lo que él hizo fue tener relaciones con un hombre, al cual amaba como a ella. Es decir, que un bisexual no sólo posee dos orientaciones sexuales, con lo cual debe bregar intensamente, sino que se consideran a sí mismos como dos personas diferenciadas: uno heterosexual y otro homosexual. Es para no creerse, pero es así. 

Ya se ve entonces, que la popularidad de la homosexualidad no vino sola, facilitó la visualización de una variedad de expresiones que han conducido a estudios, cuyos planteamientos se fundamentan en dos aspectos de la expresión sexual: 

1- La orientación sexual, definida como la preferencia o atracción que siente la persona, la cual puede ser: heterosexual, homosexual o bisexual.  

2- La identidad de género, que es la manera como se reconoce cada persona internamente en relación con el cuerpo que habita; están los que se sienten identificados con el sexo de su cuerpo, denominados cisexual, y los que no se sienten identificados, denominados transexuales. La unión de estos dos componentes produce una serie de combinaciones, que causan no pocas confusiones. 

En un capítulo de “Aquí ni hay quien viva”, Mauri en su desesperación porque está solo, se comunica con un amigo homosexual, que no había visto hace años, y lo invita a su casa, cuando llega el amigo llamado Antonio, no lo reconoce, ¡es una mujer!, ya no era Antonio sino Lucy, lo(a) invita a entrar y de inmediato, el amigo lo preciona para que le preste dinero para hacerse la operación genital correspondiente, es lo que le falta a su nueva imagen. Pero en la misma casa de Mauri conoce a Bea, la chica honesta y lesbiana del programa, y se enamora perdidamente de ella, de aquí se obtiene un hombre que inicialmente se creía homosexual, pero que descubre que es transexual, pero luego, descubre que le atraen las mujeres, es decir, es heretosexual, pero esta mujer que le gusta es lesbiana y él(ella) tiene apariencia femenina; lo piensa mejor, y sabe que si no se opera, también puede complacer a los homosexuales al conservar su pene, y muy contento decide quedarse como está, pues tiene mayores posibilidades de “ligar”, como se dice en España. Entonces este hombre corporal es gay, transexual, lesbiana y bisexual. Un enredo que ni Mauri entendía, y por ello le decía: “Noooo, mientras tu lo tengas claro”.
 
Aunque este caso es sólo un divertimento televisivo, plantea la complejidad de este fenómeno social y crea bastantes dudas en la proliferación que vemos a cada instante en todas partes. 

Desentrañar el origen de estos modelos, sin que medie un estudio científico que al fin logre dar con la verdad, podría ser tarea inalcanzable, ya que cualquier análisis, hipótesis, o planteamiento, siempre afectará la sensibilidad de un lado o del otro. En este caso el investigador se vería afectado al observar un fenómeno, del cual tiene una opinión.

Es por ello que, sin ánimo de debatir sobre la naturaleza biológica de esta sexo-diversidad, lo cual sería inútil, cabe reflexionar sobre ciertos aspectos socio-psicológicos que indiscutiblemente están en sus albores, o en los contextos motivacionales, y que lucen hoy bastante significativos:

-       La descomposición familiar y la pérdida del control de la familia, como eje central de la formación de los hijos, quienes comenzaron por tener cuidadoras o empleadas domésticas, -extrañas a la familia-, para luego pasar a ser atendidos por guarderías y construir su formación en los mensajes e imágenes mediáticas y digitales. Con esto, estamos apuntando en que buena parte de la orientación sexual se establece después de nacer, en la experiencia social. El argumento genético aún está en estudio, sin embargo, la genética no es determinante, ya que cambia según las experiencias de los seres vivientes, por lo tanto, de existir un gen responsable, éste puede ser consecuencia de la misma práctica ancestral, que ha sido reseñada en casi todas las culturas. Un círculo vicioso difícil de despejar.

-       La cada vez más insistentes tendencias hacia la exaltación de la belleza corporal, que descalifica a quienes no cumplen con estas condiciones, lo cual crea una población devaluada en su autoestima e incapaz de tener expectativas positivas con el sexo opuesto. 

-       El deterioro de las relaciones heterosexuales, cada vez más complicadas, en un mundo cada vez más incapaz de proveer trabajo, estabilidad y felicidad. 

-       El componente emocional, que conduce el comportamiento de quienes esquivan relaciones heterosexuales, por miedo al fracaso.

-       El componente pragmático, que hace que hoy veamos a personas solas, de la tercera y cuarta edad en relaciones homosexuales, -descubriendo su naturaleza- ante el afecto que encuentran en personas del mismo sexo y con problemas similares. 

-       Las fijaciones en la infancia de eventos trasvesti, que pueden conducir a preferencias sexuales, por las cuales tal vez no hubieran optado, de no haber vivido esos eventos.

-       Las secuelas de abusos infantiles, lo cual marca con intensidad la psiquis del afectado.

-       La influencia social y mediática, cada vez más fuerte, cada vez más exaltada, que se transmite en los programas televisivos y en Internet. 

-       El sentido de rebeldía que significa ir en contra de las versiones religiosas y convensionales.

-       El deseo de experimentar relaciones que resultan novedosas, transgresoras, descomprometidas, que exitan la imaginación en un mundo que ha perdido el sentido de integración del sexo con el amor. Sin querer decir con esto, que todas las relaciones no heterosexuales, carezcan de amor. 

-       La atracción material que significa la prostitución; hombres o mujeres que sirven a homosexuales que pagan muy bien sus servicios. Ya hay prostitución en todos los ámbitos.

-       Incluso se puede captar cierto narcisismo, en personas que se sienten objeto del deseo para ambos sexos. 

En este punto estamos presenciando un fenómeno emergente, aunque hay quienes opinan que no es tal, sino que ahora se tiene más información, que en tiempos anteriores no se conocía, pero que existía. Este argumento puede ser un factor, es seguro que en el pasado existieran muchas personas no heterosexuales que nunca lo expresaron, pero es claro que hay un aumento o manifestación del fenómeno, asociada a una apertura de visión y al deterioro de las relaciones de pareja, que en el ámbito hetorosexual se hacen más complejas debido al fuerte contraste entre los sexos. 

Mi preocupación con este fenómeno es que se esté ocultando la responsabilidad de resolver los problemas entre los sexos, y con ello frustrar la llegada a un estado de sanas relaciones heterosexuales, y que la sexo-diversidad esté sirviendo como mecanismo de escape, de conglomerados guiados por una ideología fenomenológica del momento. 

Es curioso que cuando alguien manifiesta un comportamiento homosexual, parece natural, y se torna un ambiente favorable cerca del individuo, pleno de comprensión y aceptación, pero si alguien que se considera homosexual manifiesta un deseo de revisar su vida hacia un comportamiento heterosexual lo máximo que adquiere es la denominación de bisexual, no hay manera de volver. Esto lo que demuestra es que se niegan los factores sociopsicológicos, que evidentemente influyen en tales comportamientos.

Creo que esto no es banal, una cosa es el fenómeno gay genuino, el que surge de una condición propia, y otra, la proliferación de comportamientos que parecen ser naturales, y resulta que son consecuencias de la vida familiar y social, y del fomento activo e intensionado de una ideología fomentada en los últimos tiempos. 

Aunque no me inscribo en la percepción homofóbica, genérica y obtusa, porque en primer lugar, respeto las decisiones de los demás en sus vidas privadas, y en caso de estudios deben emplearse los criterios más objetivos posibles, confío en el encuentro entre hombres y mujeres, porque al fin y al cabo, lo femenino y lo masculino son dos energías llamadas a configurar un gran espectro evolutivo espiritual.

Así como se ha estudiado a rabiar el feminismo, -que según un profesor ucevista, se ha expresado más como hembrismo-, se debe poner atención en el estudio de lo masculino; son casi inexistentes los estudios sobre el varón, desde el mismo enfoque que se ha estudiado la feminidad, es decir, como expresión de la fuerza vital.