Miedo, esperanza, terror, confianza,
homicidios y suicidios, alegría….., todos estos fenómenos los produjo ese
caudal de información que pronosticaba el fin del mundo y a la vez esclarecía
un cambio de Era. Sin embargo, parece que estos presagios ocurren cada vez que
se aproxima un nuevo milenio.
Ante tal incertidumbre, y con los
tsunamis, terremotos, inundaciones, cambio climático, las explosiones solares,
presentí que no era tan descabellado que la tierra, harta de tanta felonía sobre
su piel, reaccionara sacudiéndose de tanto parásito humano.
Lo que sí me preocupaba era que se
pudiera perder la obra cultural que se extiende por todos los rincones del
planeta, los paisajes hermosos de Gaia, y especialmente que no hubiera quien
los disfrutara.
La compleja diversidad de la obra
humana, me llevaba por sus espacios hermosos, las artes, las letras, la ética,
la solidaridad, la ayuda mutua, el respeto, la honestidad, y sabía que esto no
se podía perder, aunque hubieran mil acabos de mundo.
Añoraba que se produjera un fenómeno
justiciero, que iniciara un proceso de despertar de conciencia colectivo, como
una cadena de bombillitos que se
encendía de pronto y se nos abrieran los ojos ante la espectacular dimensión de
la vida. Un salto hacia la mayor y mejor percepción del mundo, una salida del
dolor y el sufrimiento, un ascenso hacia un estado unificado, como han
proclamado algunas tendencias proféticas.
Había temor por los tres días de
oscuridad, ¿Y cómo?, si hemos vivido millones de millones de días en oscuridad,
la idea era despertar de esa noche intensa, cargamos con una oscuridad de alma,
que no se hace consciente, porque nos acostumbramos a creer que la luz del sol
es la única luz.
Encontré en esta página un texto que describe de manera perfecta, mi pensamiento, qué maravilla que no estoy sola:
http://www.aveviajera.org/nacionesunidasdelasletras/id778.html
No obstante, no sabemos a ciencia cierta, si estamos iniciando un cambio real, cuando cumplimos año, no sentimos el cambio de inmediato, es un proceso que dura un año, hasta llegar al otro cumpleños. No podemos penetrar en los misterios de Dios, para
descartar que la promesa se ha cumplido, esa es mi convicción, que ese gran
tsunami se esté operando en nuestra alma, y que podamos transformar este bello
planeta en un lugar de armonía.