Me encuentro frente al televisor, disfrutando de uno de los capítulos de la famosa serie: "La familia Ingalls", nostálgica historia de una familia de pioneros estadounidenses, guiados por una ética religiosa y personal, en un tiempo difícil, la cual está siendo publicitada como historia de "ciencia ficción" en el canal TCM.
Me sorprenden mis lágrimas, que fluyen al ver el llanto de Laura por el distanciamiento de Almanzo, precisamente en sus primeros acercamientos amorosos.
Laura es una joven de 16 años que durante su niñez fue amada, protegida, disciplinada y comprendida por sus ejemplares padres; tiene una fuerza interna que la hace asertiva, creativa, motivada y positiva, más bien con proyección mundana.
Almanzo, es un joven pacífico, sencillo, honesto, trabajador, bondadoso, centrado en su mundo de granjero.
Es un mundo de escasas posibilidades para encontrar pareja, y encima honestas, sin embargo, las jóvenes de la historia, a pesar de sus sinsabores logran alcanzar esa meta.
Como ya sé que Laura y Almanzo formarán una familia, me sorprende que en este capítulo, ambos personajes sufran por el amor del otro; Laura, más fuerte y decidida, llora, y lo percibo como un proceso de aplacamiento de su espíritu indómito, porque después de casados, Laura se sobrepone para adelantar actividades fuera del hogar, lo que hace sufrir mucho a Almanzo.
Esta serie nos enseña la manera cómo esta familia supera los obstáculos que los azotan, aún con una mentalidad y una ideología positiva, con unos criterios de libertad y de ética personal, mil veces puesta a prueba y extraída basicamente, de la formación religiosa protestante.
En otro escenario está Nelly, la hija del matrimonio Oleson, los dueños de la Mercantil de Walnut Grove, está recibiendo clases de gastronomía y atención al cliente, de Percival, un joven judío contratado por su mandona madre.
Después de muchas muestras de malcriadez, en un agresivo encuentro con Percival, éste la baña con un batido de huevos y le dice entre otras cosas, que ella es muy bonita y no necesita tener un restaurate para conseguir esposo, ella queda fascinada por aquellas mágicas palabras y desde ese momento se esfuerza y no ve nada malo en que Percival sea más bajo de estatura que ella,. Después de superados los escollos gastronómicos, Nelly está lista para asumir su negocio y recibe la noticia, por labios de Percival que llegó la hora de partir, ya cumplida su tarea.
Nelly llora porque está enamorada de Percival y ya le faltan escasos minutos para su despedida, cuando el Señor Olson la entusisma para que le comunique a Percival sus sentimientos y todo se resuelve; aquella niña odiosa, egoísta, manipuladora, engreída, se convierte en su juventud en una señora tranquila, paciente y amante de su marido bajito. El amor la transformó, no sin antes recibir de Percival un buen entrenamiento disciplinario.
Los seres humanos siempre sufriendo por las mismas razones. En pobreza o en riqueza material, el amor llega impregnado de sufrimiento, tal vez para amainar personalidades tempestuosas. Amor y dolor, en fin, vida y dolor están ligados, hasta las historias más rosa que he visto están cargadas de dolor, lucha y de lo inesperado. La experiencia humana no es un paraíso, creer eso ha sido nuestro error; precisamente por eso buscamos la felicidad, y tal parece que nacemos con un bajón afectivo, por lo cual, tenemos que recibir muy bien para poder dar después.