sábado, 25 de febrero de 2012

NIVELES DE CONCIENCIA


Hablar de niveles de conciencia no es tarea fácil, ya que es un tema críptico, poco develado, sin embargo, podemos tocar el tema sólo usando criterios lógicos y del debate ético.

Teniendo en consideración lo que la antropología ha llamado: Relativismo Cultural, como criterio básico para estudiar las etnias, no cabe duda que las diferencias entre una cultura y otra, también marcan escalas de conciencia.

El Relativismo Cultural ha posibilitado una mejor actitud, ante el impacto que puede causar en lo personal, la confrontación con las diferencias culturales, que inevitablemente debe experimentar un antropólogo. Conocer, comprender y respetar, serían las guías de este concepto. La amplitud de criterio es la clave del estudioso de la sociedad y de la cultura.

Cuando hablo de conciencia, me refiero a que el asunto cultural no es tan plano, en cada cultura hay fundamentos, principios, tradiciones y valores, que no sólo expresan la creatividad y puntualidad geo-histórica, sino que cada cultura o individuo, también expresa su nivel de discernimiento, y valga decir, que a mayor discernimiento, mayor nivel de conciencia.

Tal vez aún sea un secreto, pero cuando se expresaron los primeros enfoques éticos de carácter universal en el mundo, en el siglo XX, después de la segunda guerra mundial, se dio un gran salto de conciencia para la humanidad entera; el hombre había despertado a la gran verdad de que somos unidad, de que "la persona", -como la llamaron- es una entidad inviolable, que tiene dignidad y que había que respetarla; surgió el concepto de AUTONOMÍA, la persona tiene el derecho inalienable de decidir sobre su propia vida, aunque ese derecho no es aceptado, si se aplicase para autoinmolación. No se acepta el sacrificio de uno, por el beneficio de muchos; a tal nivel de reconocimiento del valor de la vida, se llegó en tales documentos internacionales.

Con horror vemos videos procedentes de Asia y África, que muestran prácticas sobre mutilaciones, hechas a menores, que atienden a razonamientos y tradiciones, que sólo pueden ser interpretadas como patéticos testimonios de un nivel de conciencia muy bajo.

Sin entrar en profundidades, entiendo nivel de conciencia, a la escala, que contiene categorías bien definidas sobre la capacidad analítica, la capacidad de discernir hechos y consecuencias, la valoración a tradiciones según sean agresivas o no, en conclusión: la reflexión sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, correcto y lo incorrecto.

He oído una apreciación de estos hechos, la cual considero necia, y que interpreto como “un lavarse las manos”, ante verdaderas torturas que sufren las niñas africanas de muchas naciones, bajo el amparo del “respeto” por la cultura ajena; incluso se ha argumentado que todas las culturas del mundo, -y hacen hincapié en occidente-,  realizan prácticas lacerantes del cuerpo, que pueden considerarse agresiones considerables, citan los tatuajes, colocación de piercing, lenguas bífidas y la cirugía estética, pero se les olvidó un pequeño detalle: esas prácticas son voluntarias y decididas para ser aplicadas a la misma persona, no son para los menores, y a la fuerza, en cuyo caso sería considerado un horror.

En todas las culturas se encuentran prácticas que adornan el cuerpo, incluso hay un pueblo que fue desplazado de Birmania por la fuerza militar hacia Tailandia, cuyas mujeres usan unas espirales de cobre, muy largas, en el cuello, con lo cual se modifican la estructura ósea. Mi crítica en este caso es que se trata de crear un estiramiento del cuello, lo cual debe ser usado desde la niñez, cuando la niña no tiene capacidad de discernimiento, por ello, aprecio que está en la lista negra del sufrimiento femenino, por la tortura que significa y las laceraciones en los huesos y piel.  


Por nombrar otro ejemplo cruento, en Camerún, las madres y abuelas, en un cerrado silencio, y bajo el amparo del secreto, aplican a las niñas en la pubertad, planchas calientes de varios materiales, en los senos incipientes, a fin de evitar que crezcan y sean atractivas para los varones que seguro las violarán. No sé si ésta es la verdadera razón de tan brutal práctica, pero si fuese una simple tradición, están muy mal.


Se argumenta que las violaciones y los embarazos causados por ellas, es endemia en África, y las madres en lugar de educar a sus hijos varones, mutilan a las hembras; nadie me diga que esto no es un absurdo. La misma mujer es continuadora de la descalificación femenina. ¡Dios, ¿Cuándo habrá LIBERACIÓN FEMENINA en África y Asia?!

No me cabe duda de que toda esta historia debe estar sustentada en enrevesadas creencias, imaginario religioso, argumentos de dominación, machismo, y toda clase de sustento psicológico, que suele conmover a quienes "respetan" la cultura ajena; con lo cual difiero, porque la dignidad humana es universal, nadie está exento, ni por su cultura, ni por su condición social de ejercer su autonomía.   

Abordar este tema con pasión sería un error, porque la pasión que siento ante esta barbaridad es terrible, niñas atrapadas en las manos de sus torturadores: la madre y los violadores, y no sé cuál es peor. Es trágico, no tengo otra palabra para definir la indefensión de estas niñas, que deberían ser protegidas por sus progenitores.

Sobran ejemplos de torturas parecidas, la ablación, -que yo aspiraba en los sesenta que desapareciera con el contacto internacional-, aún campea por África, el lugar donde surgió la especie humana, donde se expresa con tanta belleza la música, el colorido y el canto de voces graves hermosas, donde el cuerpo femenino expresa su forma más exuberante, de todo el globo, con esas pieles canela que son la envidia de los descoloridos europeos.
 
Tengo la convicción de que los cambios se producen desde dentro, y no es mi idea, lo he aprendido de los sabios contemporáneos que se han dado a la buena tarea de comunicarlo; somos responsables de nuestros destinos, lo que hace falta es trazar una estrategia para reconducirlo, tener una manera de lograr cambios, unos lo hacen por la vía pacífica, lo que no significa victimización, otros por la fuerza, pero hay una manera muy poderosa: la conciencia, cambiar por dentro, no realizar, ni promover lo que hace daño a los demás, pero para eso se necesita DESPERTAR.


¡Oh Alá!, Ojalá, que la letra de esta canción llegue al corazón de los leones depredadores de vírgenes y que se duerman para siempre, que no despierten jamás, para que la alegría de esas voces hermosas se expresen en todo su esplendor y que África y el mundo sea un lugar bello para vivir.