miércoles, 31 de julio de 2013

LOS SIETE PECADOS CAPITALES Y LAS VIRTUDES


En estos tiempos de reflexión, cuando los hechos nacionales y mundiales nos desconciertan, debido a la gravedad de sucesos que nos abruman, y no ocurre nada en consecuencia; la noticia aparece, es real, incluso sus autores las declaran, y todo queda tan impune, que no queda otra cosa que volcar la acción hacia dentro, lo percibo como una suerte de introspección o una especie de Edad Media personal.

Ante tales condiciones, es propicio darle un espacio a aquellos temas que aprendimos, aceptamos y cumplimos, bajo la orientación familiar, y que tal vez le dimos poca importancia debido a que formaban parte de un mundo que percibíamos como más o menos exagerado, algo que penetró desde la religión: Los Pecados Capitales y Las Virtudes.

Sin embargo, quiero al menos resaltar que si bien aprendimos la dualidad del debate humano, siempre confrontándonos a opciones opuestas, el bien y el mal, lo acepto o no lo acepto, me voy o no me voy, lo tomo o lo dejo, hemos comprobado que cuando optamos por un camino y nos va mal, sin duda ese era el camino errado, no obstante, determinar la verdad de ese resultado dependerá de los criterios con los cuales se haga esa evaluación, un asunto totalmente subjetivo.

He de aclarar de una vez, que los denominados pecados capitales, son características móviles de la condición humana, son excesos inscritos en las compulsiones, son modelos de comportamientos tentadores, que se apoderan de la conciencia, por lo tanto, no tienen opuesto, aunque las virtudes aparenten serlo.

¿Por qué creo esto? Porque si fuesen opuestos, estarían vinculados en una misma línea horizontal, como el blanco y el negro que en su espacio interno posee muchos grises, como un continuum, si fueran opuestos podríamos ir y venir de uno a otro comportamiento, pero me resulta imposible que una vez alcanzado el nivel de una virtud, tan completa y tan equilibradora como es, se pueda volver a experimentar una tentación tan aguda como un pecado capital.

 Por ello veo que los pecados capitales y las virtudes son cualidades separadas por octavas de evolución, separados por niveles verticales (*). Una persona medianamente informada y mínimamente curiosa, puede hacer las reflexiones correspondientes y establecer las relaciones adecuadas para llegar a su propia conclusión.

Si bien opto por asumir la complejidad que implican las dualidades de este mundo, con las cuales nos encontramos a diario, imagino que la vida se nos presenta, como una especie de escalera de caracol, o una elástica circular ascendente a través de la cual experimentamos todo tipo de circunstancias, ante las cuales decidimos por opciones que nos llevan a la felicidad, o nos llevan al dolor; en cuyo caso, deberíamos aprender, porque de lo contrario seguiremos recorriendo los mismos escalones de enseñanza. Esta escalera no la vemos, es sólo una manera de graficar el fenómeno evolutivo del alma; vertical y curvilíneo, reiterativo como el sentido del tiempo, como una espiral de la vida.

En los primeros escalones de ese camino evolutivo encontramos la gran confusión, y a medida que vamos madurando el alma en el camino, encontramos mejores opciones, o al menos mejores criterios para escoger.

“Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” Mateo 7:14

En una lucha interna, entre en bien y el mal, denominado este último por la iglesia como tentaciones, se desarrolla una batalla mental, en la cual vamos ponderando opciones y resultados hasta llegar a conclusiones elevadas, para luego, tener la sabiduría a octavas mayores.

Podemos entonces tener claro, que cuando percibimos el mundo polarizado entre dos opciones extremas, estamos en los primeros niveles, los de confusión, ya que esas cualidades nunca o casi nunca se presentan puras, es decir, una elección puede parecernos buena y puede resultar en lo contrario, y otra podemos considerarla mala y tal vez sea la más adecuada, depende de las aspiraciones de cada quien; es decir, hay mucho de subjetivo en esta confusión.

Quiero concretar con un ejemplo: una mujer ingenua puede obtener beneficios económicos a través de la venta de su cuerpo, sin importarle el sentido moral de su elección, pero las consecuencias que ello implica la puede llevar a concluir que esa elección no era tan buena como creía, ya que significaba inversiones emocionales y corporales muy cargantes, con los cuales no contaba.

Ahora sin más preámbulos pasemos al título de este post: Los siete pecados capitales y las virtudes.  Según orden de aparición: 

ORGULLO-HUMILDAD
AVARICIA-GENEROSIDAD
LUJURIA-CASTIDAD
IRA-PACIENCIA
GULA-TEMPLANZA
ENVIDIA-CARIDAD
PEREZA-DILIGENCIA

A simple vista se observa una lista de cualidades malas, los pecados, y una lista de cualidades buenas, y se notan como opuestas; sin embargo, yo no las percibo de forma horizontal, tal y como están, una opuesta a la otra, sino que las percibo de manera vertical, unas debajo de las otras. Como ya lo puntualicé, no me sigo confundiendo, este esquema dual pecado-virtud no lo considero apropiado.

Sospecho que el secreto de las decisiones humanas no se encuentra en elegir entre lo que aparentan ser estos dos supuestos antagónicos, no señor, se encuentra en vislumbrar lo oculto de cada cualidad, es decir, su aspecto dañino o engañoso. Si se tratara de escoger entre el orgullo y la humildad, un buen criterio preferiría la humildad, pero eso no funciona así, ante la tentación del Orgullo, la humildad no existe, no se escoge entre estas dos ideas. No puedo imaginar a una persona posesa del orgullo que siquiera sepa qué es la humildad, menos va a tener capacidad de escoger entre uno y otra.

Cuando estas fuerzas pecaminosas actúan en nuestro interior, se instalan con una energía que posee dos lados perniciosos, dos extremos igualmente dañinos, con sus dos caras, o dicho de otra manera, cada pecado puede expresarse de dos formas, una agresiva y directa y la otra pasiva y extremadamente dañina.

Las virtudes, por su lado, no constituyen los opuestos de los pecados, porque éstas no están al mismo nivel de aquellos, están a varios estadios superiores de espiritualidad. Las virtudes son la inspiración adecuada de la conciencia, la cual necesita de esa confusión inicial para activar la capacidad crítica y el despertar de la conciencia de las personas.

Cuando hablamos de pecados capitales, estamos poniendo la lupa en fuerzas instintivas muy poderosas, o en debilidades humanas muy esclavizantes; con ellos ni siquiera se trata de comportamientos delictivos que pueden ser castigados por las leyes, se trata de energías que cunden en la condición humana y que deterioran la sociedad desde su interior. 

Sin embargo, no siempre son motivo de cuestionamiento, la avaricia puede ser entendida como ambición y competitividad, lo cual es considerado muy positivo en ciertos ambientes laborales. La lujuria puede ser deseable en ámbitos machistas y en ambientes liberales: “eso no tiene nada de malo”, es la excusa más frecuente.

El orgullo puede ser interpretado como valentía, como confianza en sí mismo, cuando es totalmente lo contrario. En fin, los pecados capitales son inadvertidos para las leyes, y a menos que, como en el caso de la ira, se llegue a la violencia física y daños a terceros, la persona iracunda sufrirá castigo por delito de agresión o desacato, pero no por iracundo. Por eso no son considerados como delitos, no los castiga la Ley, son condenados por la moral de una sociedad, promovida básicamente por las voces espirituales y religiosas, o de los poetas, filósofos y escritores.

En este punto, es propio hacer notar, que las sociedades en general inhiben la demostración de la ira desde la niñez y ello acarrea serias consecuencias en la adultez, por la represión de una emoción tan básica. Cuando un niño actúa con ira, es preciso descubrir el proceso que lo ha llevado a eso para canalizar su emoción y pueda controlarse a través de la comunicación asertiva. Esto mismo ocurrió con la pretérita represión de lo sexual, que trajo como consecuencia la explosión de múltiples sistemas de relaciones, que están creando radicales maneras de como se vincula la gente sexualmente, hoy.

Es patético comprobar como detrás de una cara aparentemente pacífica, se esconde una agresividad insoportable; pero, ya sabemos que eso se llama comportamiento pasivo-agresivo, es la simulación del ataque, envuelto en un manto de dulzura; la IRA expresada de manera simulada, pues entonces se disfraza de paciencia, aunque no engaña a los más sensitivos, ellos captan el cinismo por suave que se exprese, creando en el otro una sensación desagradable, aunque para los desprevenidos sea casi imperceptible.

Quien desee salir de ese estado, ha de respirar profundo y buscar la sanación a través de una profunda autocrítica y asumir la virtud de la PACIENCIA, una actitud que está fuera de aquella energía desgastante, que como ya hemos visto, no se trata de que sea su opuesto, sólo está en otro nivel, mucho más elevado.

El ORGULLO suele contener un componente oculto que le da potencia, y su otro extremo es la BAJA AUTOESTIMA. Esa cara oculta genera despotismo, temor, agresividad y mucho más. Salir de esta energía es elevarse hacia la virtud de la HUMILDAD, la grandeza de la seguridad en sí mismo.

La AVARICIA la alimenta la carencia, el hambre, es la desconexión con la abundancia. Para ello hay que escalar unos buenos peldaños y alcanzar la virtud de la GENEROSIDAD, el deseo de compartir, y de sentirse satisfecho y pleno con el desapego.

La LUJURIA, es la incontinencia sexual, revela una fuerte carencia de condiciones personales para el pleno disfrute corporal, emocional, social y espiritual; puede estar revelando la canalización de carencias maternales, expresadas en un desorden de la intimidad. Se afirma que la sociedad actual es una sociedad altamente sexualizada, lo cual no creo que deba traducirse como una sociedad satisfecha sexualmente, creo que el excesivo comercio, la manipulación mediática y publicitaria, y la aceptación social de esta cultura de la cama, está revelando una profunda incapacidad de amar; el sexo y el amor se divorciaron o nunca se han encontrado realmente, dejando a la gente huérfana.

Tal y como ocurre con la GULA, la LUJURIA grita muy alto desde las carencias afectivas y autoimágenes poco adaptativas. El abuso de artificios, puede conducir a las cada vez más diversas parafilias, que impiden el ejercicio natural del desempeño sexual, especialmente cuando los adolescentes se ven expuestos a tanta información inapropiada. Por cierto, las autoridades inglesas ya tomaron la decisión de aplicar medidas para controlar la información no apta para menores en Internet.

Al amparo de la libertad, la adultez y la creatividad, muchos empresarios están llenando sus arcas, con un comercio que se cuenta entre los cinco negocios más prósperos del mundo: La Pornografía, la Prostitución y modalidades asociadas. Han llegado al extremo de promover la prostitución como actividad laboral cambiándole el término de prostituta por Trabajadora Sexual. 

La GULA, es el exceso de consumo de alimentos, quien comete exceso peca, es decir, se equivoca, pero este error cuesta muy caro en la salud, cobra muy alto en la vida cotidiana, por la incapacidad corporal que supone y las dolencias que acarrea; por supuesto dentro de este síndrome se encuentran sus opuestos, la ANOREXIA y la BULIMIA, desordenes alimenticios que como dije arriba gritan muy alto desde profundas carencias afectivas, espirituales y existenciales.  

Dar el salto a octavas mayores implica muchas acciones que pueden empezar por la auto-observación, para desarrollar la TEMPLANZA, el sosiego de la vida segura, de la conexión profunda y trascendental.

La ENVIDIA carcome, la verdad es que no sé cómo puede un cuerpo soportar una energía tan malévola, es una fuerza que auto-agrede, y aunque todos estos pecados capitales destruyen a quienes los ejecutan, considero la envidia el pecado más destructivo, porque nunca va solo, se asocia con el orgullo, la avaricia y la ira. La actitud envidiosa no tiene límites, y se nutre de energías muy bajas, ya que se genera por cualquier estímulo que perciba en el entorno: la belleza, el éxito, la popularidad, la gracia, la prosperidad de otros, y lo peor es que se llega a envidiar lo que se percibe como bueno en los demás, sin que necesariamente sea verdad, la risa de una persona desenfadada puede ser objeto de envidia. Es indudable que la oscuridad del alma de una persona posesa de envidia, es el pozo más pestilente, ya que puede generar cualquier variedad de agresiones, hasta el crimen.

La envidia es el reflejo de carencias de todo tipo, también se disfraza, se oculta y genera acciones muy explotadas en el cine, y la literatura.

La verdad es que no sé si la CARIDAD es la virtud exacta, para superar este hundimiento moral, quizá la siento inapropiada porque suena a favor o a dádiva. Tal vez EMPATÍA sea más apropiado; sentir la alegría o la tristeza de las vivencias de otros.

La PEREZA es la inactividad, la comodidad, la actitud vividora, porque de todas, todas, el perezoso debe vivir de alguien, o mantenerse en un estado deplorable. Sin embargo, la pereza no sólo se expresa en la inacción física, se manifiesta también a través de labores mezquinas, trabajos mal hechos, negligencia profesional, e incluso la negación a dar un poco más de los límites laborales establecidos. El perezoso se regodea en la mediocridad, y descompone o corrompe el ámbito donde se encuentra, ya que también reside en la desconexión mental y hasta emocional con los demás.   

La DILIGENCIA sería la virtud a escalar. Es una cualidad deseable en cualquier persona, habla no sólo de la capacidad de dar, sino de su criterio de justicia y cooperación social. Quien trabaja con calidad otorga lo mejor de sí.

Si revisamos bien, estos pecados nos hablan de excesos, de adicciones, y es una cuestión de observar que sólo con desarrollar o ascender a la Virtud de la TEMPLANZA, podemos librarnos de cualquier pecado. Templar es llegar a un nivel adecuado o medio de temperatura, y ello implica el trabajo justo que venimos a realizar en este mundo.   http://www.slideshare.net/bbaglietto/templanza-10770050

Este tema vuelve a estar sobre el tapete, porque son temas universales, y aunque fueron asuntos tratados por la iglesia, y debatidos por filósofos, realmente son los más valiosos tesoros que podemos cultivar. Una sociedad virtuosa está más cerca de la felicidad que una sociedad próspera y corrupta.

(*)  http://davidtopi.com/octavas-frecuenciales-y-densidades/#.UfiBLVNc3TI