Las jóvenes de hoy, digamos las que recién llegan a la
edad adulta, que han visto la devastación emocional que sus parientes femeninas
cercanas y ancestrales han tenido al lado de sus parejas masculinas, se están
viendo proyectadas en un espejo cuya imagen no quieren repetir, y esto es un
poderoso motivo como para plantearse opciones distintas en sus inmediatas o
definitivas relaciones de pareja. Esta fue una explicación que leí, en uno de
los no pocos libros de psicología de la
sombra que han llegado a mis manos, lo cual parece una fuerte motivación para
alejarse del sexo opuesto. Luego, con estupor oí a una joven de dieciseis años,
que conversaba con otra por celular, que decía enfáticamente: “Es que hombre no
es gente”. Es bastante común en los ambientes de mujeres encarceladas, los
vínculos eróticos y compromisos amorosos entre las reclusas, que padecieron
sufrimientos e incluso prisión a causa de sus parejas masculinas. ¿Será que se
está generando una especie de heterofobia?.
Posteriormente, en uno de los talleres de desarrollo
personal, que usualmente realizo, tuve la oportunidad de plantear que percibía
cierto incremento del comportamiento homosexual entre las jóvenes, -lo cual es
abiertamente observable en los recintos universitarios y en lugares públicos,
pero que se está manifestando incluso en la población de tercera edad-, y la
expositora, una psicóloga puertorriqueña muy versada en relaciones de pareja,
me contestó que la mujer de hoy, ante los procesos de vida que les plantea el movimiento
de la liberación femenina y sus consecuencias, están buscando su feminidad,
pero que en lugar de buscarla dentro de ellas mismas, hacen lo contrario, lo
buscan afuera.
Dos circunstancias que nos hacen pensar en la
influencia que pueden tener las experiencias de vida personal y familiar,
-cargadas de impactos emocionales que mueven hasta la racionalidad-, en la
ocurrencia del lesbianismo.
He de convenir, primero que nada, que en estos tiempos,
todo lo que alude al tema de lo que ahora se denomina sexodiversidad, se ha
convertido en un tema tabú, es decir, un tema espinoso del cual se debe tener
mucho cuidado al expresar cualquier opinión, ya que por pequeña que sea la
diferencia con la versión generalizada, lo tildan a uno de homofóbico, palabra
exprema que imposibilita cualquier debate.
Pensándolo bien, no es extraño que sea así, la actitud
social en casi todas las cosas sustanciales siempre se ha mostrado bipolar, nos
lanzamos de un extremo al otro, somos una especie de péndulo ideológico que nos
cuesta alcanzar la sabiduría del punto medio, que desconoce o se le dificulta
integrar los diversos factores que componen la realidad, ya que ésta nunca se
presenta simple, es una complejidad de elementos, por eso siempre nos confunden;
en consecuencia, damos tumbos de la democracia al totalitarismo, de la
represión al libertinaje, de lo sagrado a lo profano, mantenemos una desafortunada
tendencia maniquea.
Hasta hace sesenta años, la homosexualidad era percibida
como perversión o pecado, una opinión moralista que nada aportaba para
desentrañarla; hoy, es considerada una condición innata, igualito a la
condición natural de tener la destreza en la mano izquierda, sin que se
planteen otros aspectos condicionantes o determinantes, de carácter aprendido o
vivencial. Esto hace que se tenga la creencia de que esta expresión sexual no pueda
ser objeto de tratamiento, y no porque yo considere que es una enfermedad, sino
porque si en algunos casos, fuese resultado de condicionantes psicosociales, de
eventos infantiles como abuso sexual, o cualquier otra circunstancia, podría
ser objeto de reparación, como sucede con cualquier complejo psicológico no
resuelto, como baja autoestima, traumas de víctimas por familias
disfuncionales, y mucho más. Sólo plantear esto pone a la gente en guardia,
como si de una blasfemia se tratara.
Quiero compartir un caso, conocido por mí a través de
una familia como cualquiera otra, con valores profesionales, visión de éxito
económico, divertida, cordial, emprendedora, y conectada con una élite social
de igual y mayor nivel socioconómico. La pareja se había divorciado pero
mantenían un excelente relación, el esposo estaba presente, no sólo en los
eventos de sus cuatro hijos, sino en los de su ex esposa, la armonía era
evidente; un día conocí al hijo mayor, quien regresaba de los Estados Unidos,
después de haber pasado doce años fuera del país.
Este joven tendría unos veintitres años, se trataba de
un hombre alto, buenmozo, con un sutil y determinante amaneramiento, emitía una vibración positiva, sensible, muy
agradable, con un brillo en sus ojos que denotaban sinceridad, pero, tenía una
mirada triste. Eso fue lo que capté, hasta que comprendí, que en su historia
había un evento que lo pudo marcar para toda su vida, la cual me fue contada
por la niñera. A los doce años, el niño tuvo una experiencia homosexual por un
abusador, lo cual le causó mucha angustia, no se atrevió a contárselo a sus
padres por temor, y se lo comunicó a la niñera, una persona que había estado en
su casa desde antes de su nacimiento. Como es lo correcto, ella se lo comunicó
a la madre, la cual no supo qué hacer, y en vista de su mutismo, se lo comunicó
al padre, quien hizo lo mismo. Muchas fueron las protestas de la niñera ante
tal reacción, pero lo que aquellos padres decidieron fue enviarlo a estudiar a
EEUU, se desentendieron del asunto que preocupaba al muchacho, aunque muy
apoyado económicamente.
A su regreso, se notaba una gran compenetración con la
niñera, y no pocas veces se le veía desencajado. En EEUU se consolidó como
homosexual, tal vez aceptando un destino del cual no podía zafarse o tal vez
descubriendo su natural homosexualidad; no lo sabremos, porque no los vi más. La falta
de criterio para tratar este tema, ha hecho lo suyo para confundir, y para
crear un discurso lineal, donde se desconocen como causas, procesos traumáticos
de la infancia y adolescencia, los cuales pueden ser simples eventos reafirmatorios, pero también eventos que desestabilizan y conducen a una compleja culpabilidad y aceptación.
Como vemos, este tema es un TEMA, es decir, un asunto
que pocas veces es visto sin tener una opinión, es un contenido que polariza puntos
de vista, pocos son indiferentes, o, muy pocos lo tratan desde una perspectiva desapasionada.
Las injusticias cometidas con las personas vulnerables, tienen en este campo,
mucho que contar, un niño, un joven o un adulto que se sintiera diferente ante
los demás, era percibido rápidamente por los machos alfa de la sociedad, como
el pollito defectuoso, que muere sin remedio a picotazos por sus congéneres.
Esta situación en la especie humana es más dramática, porque se trata de exilio
social, negación, invisibilidad, exclusión, lo cual implica pocas oportunidades
de empleo, estudios, y convivencia, que ha conducido hasta al suicidio.
Cuando estudiaba en la universidad, tenía un compañero
notablemente amanerado, introvertido, solitario, evidentemente de clase baja y
piel morena, tímido, y tal vez poco dotado de capacidad intelectual, o, quizá
no escogió la carrera que realmente era su mejor elección profesional. Los
profesores decían sin pudor: “Ese nunca pasará de segundo año, no quiero tener
un colega así”. No sólo lo rechazaban, sino que lo engañaban al hacerle perder
dos años de carrera infructuosa, y en efecto, no lo ví más después de algún
tiempo. En todas las escuelas de la universidad, habían unos filtros terribles,
en mi caso, de casi seiscientos inscritos cuando iniciamos, nos graduamos
alrededor de ciento cincuenta.
Sin embargo, hemos de ser honestos, en nuestro medio
cultural la discriminación castiga al vulnerable, no al que tiene poder,
recursos, histrionismo, encanto, extroversión, inteligencia, ya que posteriormente,
entraron otros estudiantes con signos evidentes de homosexualidad, que llegaron
a convertirse en personajes no rechazados, con muy buen rendimiento, aunque con
excentricidades que disgustaban a unos y agradaban a otros.
La vulnerabilidad es lo que nos expone ante los
agresores. ¿No será que la homofobia que está presente en la imaginería
popular, se justifica si de una persona carente se trata, o si se trata de una
persona vulnerable por otras razones?, por eso, las aversiones vienen
asociadas, y el rechazo hacia cualquier condición humana, ya sea racial,
religiosa, por nacionalidad, siempre está aderezada con la peniafobia, es
decir, la aversión a la pobreza. Esta aversión, describe mejor la
discriminación hacia lo que expresa vulnerabilidad, carencia, deficit, y en el
caso del compañero de estudios arriba referido, casi las tenía todas.
Hasta el momento no hay información científica que
explique a cabalidad la homosexualidad, y pensamos en una explicación, porque
asumimos que la heterosexualidad no tiene nada qué explicar, no sólo por manifestarse
estadísticamente mayoritaria, sino porque justifica el mantenimiento de la
especie. Sólo contamos con descubrimientos aún no concluyentes, lo que tenemos
son apreciaciones y conclusiones dadas desde una postura más bien legal, inspirada
en la justicia y argumentada desde el derecho, básicamente en respuesta al
rechazo procedente del fundamentalismo religioso y social, y de la persecución
política, que es más notoria en regímenes dictatoriales.
No cabe duda que después de la gran revolución tecnológica
que puso las comunicaciones en manos de casi todos, los movimientos reivindicativos
no sólo están luchando por la igualdad moral, que implica la aceptación de la
sexodiversidad, sino que abogan por derechos civiles, que ya todos conocen.
Es un fenómeno complejo, matizado por una gran
diversidad de factores, y que en los últimos años, se ha visto favorecido por
notables fenómenos sociales que emergieron a partir de los años sesenta, tales
como: la popularidad de las libertades personales, los derechos humanos, la
liberación femenina en su cuestionamiento al desempeño masculino, la
descomposición de la familia, que le ha generado a esta institución serios
cuestionamientos, las posturas de vanguardia, los movimientos reivindicativos de las minorías, la actitud
de rebeldía ante una realidad social y personal agobiante, la soledad y los
fracasos maritales, el desafío de la juventud ante lo convencional, la
concepción mediática, que cada vez dedica más espacio a mostrar esta diversidad
sexual, que ya se aprecia casi como una moda. A diario se publican listas de
artistas que se pronuncian en uno u otro sentido, de la gama no heterosexual.
Hay una serie humorística de la televisión española
Antena3, llamada “Aquí no hay quien viva”,
que se desarrolla en un condominio en el centro de Madrid, cuyos personajes
muestran sus oscuridades humanas, enredos marcados por una débil moral
colectiva, todos confabulan, traicionan, en la cual destacan los personajes
homosexuales, porque son los únicos que tienen profesión universitaria, son
exitosos, bien vestidos, de buen gusto, divertidos, sensibles, que moldean una
imagen positiva y que son eminentemente antiheterosexuales. Uno de ellos (Mauri)
afirma que todos los hombres son homosexuales, lo que pasa es que no lo saben;
y otro personaje dice que los gay son “chic”. Esto puede tener varias lecturas,
desde una serie ingenua que muestra la realidad un tanto exaservada por y para el
humor, hasta ser percibida como una apología de la homosexualidad.
En otro caso, observé que la directora de un popular programa
denominado “Quién tiene la razón”, en
el cual presentan casos de personas con conflictos, la psicóloga Nancy Álvarez,
afirmó que la pedofilia y los abusos sexuales a niños la realizaban los
heterosexuales, que no había ningún homosexual que abusara de niños. (Programa del día 02-10-13, 7:30pm, Caracas.
Venevisión Plus). Sobran las páginas en
Internet sobre estudios científicos que hablan de las estadísticas de los
abusos cometidos a menores varones, por adultos homosexuales, y que desmienten
esta apasionada afirmación, es cuestión de buscar. Es absurdo afirmar que
ningún homosexual haya incurrido en el delito de pederastia.
Esta afirmación sobradamente temeraria, no sé a qué
planeta se refería, pero en el supuesto negado de que fuese cierto, estaríamos
ante un fenómeno realmente sorprendente, hasta podríamos sospechar que hay un súper
gen del abuso en los heterosexuales, al comprobar que los homosexuales no lo
practican. Esta es una de las formas de publicitar tal radicalización o
parcialidad, que desdice de una persona que se presenta como psicóloga y como
conocedora del mundo oscuro de la psiquis y que posee influencia sobre su
audiencia. Tal parece que Nancy Álvarez no se ha enterado que la práctica
homosexual de la antiguedad, practicada por la clase alta griega, era
esencialmente pederasta, y no se trata de justificar que en aquellos tiempos
era aceptado, porque hasta Sócrates fue sentenciado a morir, a causa de una
acusación por pervertir jóvenes.
Tal vez estémos en el momento de mayor expansión de la
idea de justicia, pero como se ven las cosas, se aprecia como un movimiento que
emerge de las profundas motivaciones psicológicas colectivas, o, que forma
parte de una especie de ideología de la globalización, que los medios se
encargan de establecer y que se muestra en sus más extremistas maneras.
Este movimiento acelerado o lento, como quiera verse, plantea
una curiosa condición, la bisexualidad, la cual consideraba yo, que sería una
suerte de transición de hetero a homosexual, pero resulta que es condiderada
otra expresión dentro de la sexodiversidad. Sorprende en tal medida, que
pareciera que las personas están poseídas por una emergencia de vivir
intensamente en una vida, lo que pudieran dejar para varias, teniendo en cuenta
la reencarnación.
Es bastante sorprendente la mentalidad que se ha
creado en relación a la infidelidad de un bisexual, supe de un caso en el cual
una mujer demandaba el divorcio, debido a que había descubierto que su esposo mantenía
una relación homosexual, con un hombre que visitaba la casa y se presentó como
amigo -situación que la tenía devastada-, y el esposo se defendió argumentando
que él era bisexual y que no le había sido infiel, porque para ello tendría que
haber tenido relaciones con otra mujer, y lo que él hizo fue tener relaciones
con un hombre, al cual amaba como a ella. Es decir, que un bisexual no sólo
posee dos orientaciones sexuales, con lo cual debe bregar intensamente, sino
que se consideran a sí mismos como dos personas diferenciadas: uno heterosexual
y otro homosexual. Es para no creerse, pero es así.
Ya se ve entonces, que la popularidad de la
homosexualidad no vino sola, facilitó la visualización de una variedad de
expresiones que han conducido a estudios, cuyos planteamientos se fundamentan
en dos aspectos de la expresión sexual:
1- La orientación sexual, definida como la preferencia
o atracción que siente la persona, la cual puede ser: heterosexual, homosexual
o bisexual.
2- La identidad de género, que es la manera como se
reconoce cada persona internamente en relación con el cuerpo que habita; están
los que se sienten identificados con el sexo de su cuerpo, denominados
cisexual, y los que no se sienten identificados, denominados transexuales. La
unión de estos dos componentes produce una serie de combinaciones, que causan no
pocas confusiones.
En un capítulo de “Aquí
ni hay quien viva”, Mauri en su desesperación porque está solo, se comunica
con un amigo homosexual, que no había visto hace años, y lo invita a su casa,
cuando llega el amigo llamado Antonio, no lo reconoce, ¡es una mujer!, ya no
era Antonio sino Lucy, lo(a) invita a entrar y de inmediato, el amigo lo
preciona para que le preste dinero para hacerse la operación genital
correspondiente, es lo que le falta a su nueva imagen. Pero en la misma casa de
Mauri conoce a Bea, la chica honesta y lesbiana del programa, y se enamora
perdidamente de ella, de aquí se obtiene un hombre que inicialmente se creía
homosexual, pero que descubre que es transexual, pero luego, descubre que le
atraen las mujeres, es decir, es heretosexual, pero esta mujer que le gusta es
lesbiana y él(ella) tiene apariencia femenina; lo piensa mejor, y sabe que si no
se opera, también puede complacer a los homosexuales al conservar su pene, y
muy contento decide quedarse como está, pues tiene mayores posibilidades de “ligar”,
como se dice en España. Entonces este hombre corporal es gay, transexual,
lesbiana y bisexual. Un enredo que ni Mauri entendía, y por ello le decía: “Noooo,
mientras tu lo tengas claro”.
Aunque este caso es sólo un divertimento televisivo,
plantea la complejidad de este fenómeno social y crea bastantes dudas en la
proliferación que vemos a cada instante en todas partes.
Desentrañar el origen de estos modelos, sin que medie
un estudio científico que al fin logre dar con la verdad, podría ser tarea
inalcanzable, ya que cualquier análisis, hipótesis, o planteamiento, siempre
afectará la sensibilidad de un lado o del otro. En este caso el investigador se
vería afectado al observar un fenómeno, del cual tiene una opinión.
Es por ello que, sin ánimo de debatir sobre la naturaleza
biológica de esta sexo-diversidad, lo cual sería inútil, cabe reflexionar sobre
ciertos aspectos socio-psicológicos que indiscutiblemente están en sus albores,
o en los contextos motivacionales, y que lucen hoy bastante significativos:
-
La descomposición
familiar y la pérdida del control de la familia, como eje central de la
formación de los hijos, quienes comenzaron por tener cuidadoras o empleadas
domésticas, -extrañas a la familia-, para luego pasar a ser atendidos por
guarderías y construir su formación en los mensajes e imágenes mediáticas y
digitales. Con esto, estamos apuntando en que buena parte de la orientación
sexual se establece después de nacer, en la experiencia social. El argumento
genético aún está en estudio, sin embargo, la genética no es determinante, ya
que cambia según las experiencias de los seres vivientes, por lo tanto, de
existir un gen responsable, éste puede ser consecuencia de la misma práctica
ancestral, que ha sido reseñada en casi todas las culturas. Un círculo vicioso
difícil de despejar.
-
La cada vez más
insistentes tendencias hacia la exaltación de la belleza corporal, que
descalifica a quienes no cumplen con estas condiciones, lo cual crea una población
devaluada en su autoestima e incapaz de tener expectativas positivas con el
sexo opuesto.
-
El deterioro de
las relaciones heterosexuales, cada vez más complicadas, en un mundo cada vez
más incapaz de proveer trabajo, estabilidad y felicidad.
-
El componente
emocional, que conduce el comportamiento de quienes esquivan relaciones
heterosexuales, por miedo al fracaso.
-
El componente
pragmático, que hace que hoy veamos a personas solas, de la tercera y cuarta
edad en relaciones homosexuales, -descubriendo su naturaleza- ante el afecto
que encuentran en personas del mismo sexo y con problemas similares.
-
Las fijaciones en
la infancia de eventos trasvesti, que pueden conducir a preferencias sexuales, por
las cuales tal vez no hubieran optado, de no haber vivido esos eventos.
-
Las secuelas de
abusos infantiles, lo cual marca con intensidad la psiquis del afectado.
-
La influencia
social y mediática, cada vez más fuerte, cada vez más exaltada, que se
transmite en los programas televisivos y en Internet.
-
El sentido de
rebeldía que significa ir en contra de las versiones religiosas y
convensionales.
-
El deseo de
experimentar relaciones que resultan novedosas, transgresoras, descomprometidas,
que exitan la imaginación en un mundo que ha perdido el sentido de integración del
sexo con el amor. Sin querer decir con esto, que todas las relaciones no
heterosexuales, carezcan de amor.
-
La atracción
material que significa la prostitución; hombres o mujeres que sirven a
homosexuales que pagan muy bien sus servicios. Ya hay prostitución en todos los
ámbitos.
-
Incluso se puede
captar cierto narcisismo, en personas que se sienten objeto del deseo para
ambos sexos.
En este punto estamos presenciando un fenómeno
emergente, aunque hay quienes opinan que no es tal, sino que ahora se tiene más
información, que en tiempos anteriores no se conocía, pero que existía. Este
argumento puede ser un factor, es seguro que en el pasado existieran muchas
personas no heterosexuales que nunca lo expresaron, pero es claro que hay un
aumento o manifestación del fenómeno, asociada a una apertura de visión y al deterioro
de las relaciones de pareja, que en el ámbito hetorosexual se hacen más complejas
debido al fuerte contraste entre los sexos.
Mi preocupación con este fenómeno es que se esté
ocultando la responsabilidad de resolver los problemas entre los sexos, y con
ello frustrar la llegada a un estado de sanas relaciones heterosexuales, y que
la sexo-diversidad esté sirviendo como mecanismo de escape, de conglomerados
guiados por una ideología fenomenológica del momento.
Es curioso que cuando alguien manifiesta un
comportamiento homosexual, parece natural, y se torna un ambiente favorable cerca
del individuo, pleno de comprensión y aceptación, pero si alguien que se
considera homosexual manifiesta un deseo de revisar su vida hacia un comportamiento
heterosexual lo máximo que adquiere es la denominación de bisexual, no hay
manera de volver. Esto lo que demuestra es que se niegan los factores
sociopsicológicos, que evidentemente influyen en tales comportamientos.
Creo que esto no es banal, una cosa es el fenómeno gay
genuino, el que surge de una condición propia, y otra, la proliferación de
comportamientos que parecen ser naturales, y resulta que son consecuencias de
la vida familiar y social, y del fomento activo e intensionado de una ideología
fomentada en los últimos tiempos.
Aunque no me inscribo en la percepción homofóbica,
genérica y obtusa, porque en primer lugar, respeto las decisiones de los demás
en sus vidas privadas, y en caso de estudios deben emplearse los criterios más objetivos posibles, confío
en el encuentro entre hombres y mujeres, porque al fin y al cabo, lo femenino y
lo masculino son dos energías llamadas a configurar un gran espectro evolutivo
espiritual.
Así como se ha estudiado a rabiar el feminismo, -que
según un profesor ucevista, se ha expresado más como hembrismo-, se debe poner
atención en el estudio de lo masculino; son casi inexistentes los estudios
sobre el varón, desde el mismo enfoque que se ha estudiado la feminidad, es decir,
como expresión de la fuerza vital.