viernes, 15 de octubre de 2010

EL MITO DE LA SALVACIÓN


Un mito es un relato pleno de contenidos fantásticos, que mezclan personajes divinos, diabólicos y humanos, y que  sirven de referencia cultural y religiosa a un pueblo.

Es prudente asumir que estos relatos pudieran estar vinculados a un hecho real, que se engrandece en la inspiración colectiva, o pueden también ser resultado de un origen particular, proveniente de una fuerza que revela un contenido moral determinante para una sociedad. 

Gracias al médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl G. Jung, quien descubrió en los mitos (relatos, leyendas, cuentos y demás creaciones verbales y escritas), un contenido fundamental que moldea el comportamiento humano, hemos podido comprender que la siquis en su más profunda  ubicuidad es una, es colectiva, y está comprometida con los mismos temores, retos, necesidades y estímulos de todo ser humano.  

Los contenidos de los mitos vienen siendo entonces un libro abierto para la comprensión de la complejidad psíquica.

Los mitos pueden resultar de inspiraciones particulares o de hechos reales sublimados por el imaginario colectivo, con el cual se divinizan ciertas cualidades humanas, como el valor, la pureza, la bondad, la paciencia. Estas cualidades  permean engrandecimientos y figuraciones espectaculeres de quienes las admiran, podemos  imaginar que un hecho tan apreciado como el rescate de los mineros chilenos, el cual contiene todos los componentes de un relato que puede engrandecerse y convertirse en una referencia de heroismo nacional, fácilmente puede convertirse en un verdadero Mito de Salvación.

Ayer, gracias a la tecnología comunicacional, pudimos presenciar en vivo y directo una operación digna de héroes, de súper hombres y súper mujeres, que apoyados en el dominio tecnológico, en sus criterios humanistas y en la solidaridad e identidad con el otro, pudieron aplicar paso a paso un plan digno de ser desplegado para 33 hombres de alto nivel humano, secuestrados por la madre tierra, quien los mantenía en su vientre a la espera del momento de darlos a luz.  

Fue un re-nacimiento con asistencia médica, fue un proceso ni lento ni acelerado, que trajo por el canal de parto a 33 seres, un parto múltiple de la Madre Tierra. Madre que se transformó de devoradora y oscura a Madre propiciadora, a Madre amorosa, al permitir la perforación de su roca sin desmoronarse ni moverse, sino facilitando  la penetración del túnel y la cápsula Fenix 2. 
   
El rescate de los mineros chilenos, no es un asunto para  tomarse a la ligera, es un acontecimiento que desde sus inicios atrapó la atención de la prensa mundial, y con ello, también la de toda la gente. Esto asombra, porque es un acontecimiento que pudo haber pasado inadvertido, como tantos otros en el pasado, cuando apenas se reseñaba la noticia de obreros que sucumbían en las fauces de la tierra chilena. Sus familias vivieron esos momentos en soledad. Violeta Parra le dedicó muchas estrofas en sus canciones a la vida  dura de los mineros del socavón.

Hay una marca distinta, en un país que siempre explotó sus minerales, hay un Chile unido, pero no precisamente en la desesperación, allí se vió una unión más profunda, una unión responsable de la vida, que tomó las precauciones necesarias y el toque justo del respeto por las familias involucradas, que partió desde los altos niveles del poder, hasta el auténtico sentimiento de identidad de grupo que prevaleció entre los mineros.

Este fenómeno tiene muchas lecturas, desde las más técnicas hasta las más esotéricas, pero ambas reconocen el gran espíritu de identidad nacional que unió a los chilenos y el soporte espiritual que los sustentó. Veamos las palabras de un rescatista:

“El verdadero patriotismo es cuando todo un país se une por la vida de uno solo, porque cada uno es una bandera” 

La diferencia que marcó este fenómeno con respecto a los anteriores  desastres mineros está por verse, el profundo significado de este acontecimiento lo desconocemos, por ello no podemos olvidarlo, ni pasar la página, estos chilenos nos quisieron decir algo que ellos mismos no saben qué es. 

Sólo puedo atisbar en este evento una lección de humildad y conocimiento, una demostración de un modelo de comportamiento social, inspirado en la identificación nacional, basada en el amor por los semejantes y la grandeza de la humildad personal, contrastante con el modelo social que ha predominado hasta hoy. 

Ya Colombia emergió con la Operación Jaque Mate... América del Sur está dando lecciones. Sólo hay que estar atentos a estos mensajes, matizados de heroismo y fuerza divina, donde no se derrama ni una gota de sangre.  

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