miércoles, 29 de junio de 2011

NIÑOS RICOS


"Cuando me convertí en Heredero de la Familia, mi adiestramiento se intensificó. Tenía cuatro años y era un jinete indiferente. Mi padre era verdaderamente un hombre estricto y como Príncipe de la Iglesia se encargó de que su hijo tuviera una disciplina severa, y fuera un ejemplo de cómo debían ser criados los demás.
En mi país, cuanto más alto es el rango de un niño, más severo es su adiestramiento. Algunos de los nobles estaban comenzando a creer que los niños debían pasarla mejor, pero no mi padre. Su opinión era: un niño pobre no tiene esperanza de comodidades después, de modo que dadle bondad y consideración mientras es joven. El niño de la clase más alta tiene todas las riquezas y las comodidades aguardándolo, de modo que tiene que experimentar las penalidades y mostrar consideración hacia los demás. Esta era también la opinión oficial del país. Bajo este sistema los débiles no sobrevivían, pero los que lo hacían, podían sobrevivir casi a cualquier cosa."

Asombroso texto de Lobsang Rampa, en su libro "El tercer ojo", menuda diferencia al pensamiento occidental, donde los niños de los más altos rangos sociales y políticos, se pierden de aprender a saber lo que es el NO, lo que es ganarse con merecimientos sus caprichos, o deseos, dejándolos a veces tan débiles de carácter.

Esta visión bilateral de la condición humana, en ese tiempo y en ese lugar, era un valor que podía crear en esa sociedad una justicia global, los hijos de los ricos aprendían disciplina y rigor dirigida por sus padres, y los niños pobres recibían mayor condescendencia en la edad temparana, dada su ya desfavorable situación económica.

Es una visión bastante curiosa, y aunque la familia tradicional occidental hayan fomentado el valor del esfuerzo y del trabajo en todos los niveles sociales, pareciera que al menos en los sectores acomodados, el rigor sobre los hijos ha disminuido considerablemente. Lo que si es cierto, es que no ha existido en occidente esa visión empática con los niños pobres. Sólo se han promovido desde el Estado, ayudas a los huérfanos, pero esto es otro asunto.


En estos tiempos de reflexión, de búsqueda, de explicaciones, de nuevos modelos de convivencia humana, no cabe duda que el futuro de la humanidad tendrá que estar basado en el esfuerzo de la familia por lograr un fino equilibrio entre la disciplina, el amor y la provisión. Es un reto que los padres tendrán que emprender, no sólo para el bien de la familia sino para el bien social. Los excesos crearán las patologías familiares que ya conocemos.

Disciplina para enseñar y aprender, estudiar, leer, trabajar, asumir responsabilidades, formarse criterio, ver el conjunto, reconocer el entorno, adquirir valores humanistas, etc.

Amor, para sentir el valor del trabajo, del arte, la naturaleza, la familia, los vecinos y los extraños.

Provisión, para proporcionar a la familia el sustento material que requieren todas las actividades de sus miembros. 


El ejercicio de la paternidad se aprende al mismo tiempo que se ejecuta, por eso crea los problemas que ya conocemos; gracias a muy buenas iniciativas, ya podemos contar con Escuelas de Padres, bibliografías esclarecedoras para quienes pretenden formar una familia, Talleres de crecimiento personal, y muchas opciones que apoyan un mejor concepto para la vida en común. 

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