miércoles, 31 de octubre de 2012

CORTÁZAR Y EL AMOR

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"Ven a dormir conmigo, no haremos el amor, él nos hará"   
 Julio Cortázar  

Tenía 21 años cuando oí la expresión: “Hacer el amor”, y me resultó muy disonante, porque el amor, un concepto tan abstracto, no se puede hacer, el amor, que técnicamente es una emoción, en todo caso ya está hecho, y hecho de una manera tan inteligente que sólo se puede llegar a él por caminos de sencillez y pureza; tal vez por eso casi nadie lo encuentra.

Nunca repetí esa cosa, que desafortunadamente se le ocurrió a alguien desocupado, o tal vez a un poeta, no me he puesto a investigar su origen, tal vez sea sólo la traducción al español de una idea, propia de la visión racional de otra cultura; y todo por la falta de una nomenclatura justa para referirnos a las relaciones sexuales, se usan diversas expresiones como: “dormí con él”, cuando dormir es una acción estrictamente personal, que consiste en cerrar los ojos y pasar al estado inconsciente más descomprometido que existe.

Esta impresición tal vez se debe a que las relaciones sexuales no siempre están relacionadas con los sentimientos, y a esas relaciones descomprometidas se definen con una sutileza, que sugiere el encuentro carnal; pero, ¿cómo referirnos a los contactos sexuales sin amor, cuando pesa sobre nosotros un criterio moral, que nos aleja de la vulgaridad?.

Hoy tenemos muchas pistas, para enfocar este extraño fenómeno que denominamos amor, hay quienes lo han clasificado, según sea el objeto del amor, en maternal, filial, fraternal, de pareja, y universal; la mayoría lo han tomado como sinónimo de querer, y otros lo han diferenciado argumentando que el significado de querer es desear, por lo tanto el deseo o la pasión muere pronto, entiéndase deseo sexual, y el amor perdura.

Los más preclaros dicen que el amor humano no es amor, sino un sentimiento lleno de convenciones sociales porque envuelve condiciones, por lo cual carece de la esencia del amor real, que viene siendo la identidad con todo lo que existe, lo cual ha creado no menos confusiones.

Tal parece una paradoja, si amo de verdad, me alejo de las relaciones personales, ya que todo lo que existe tendría la misma importancia, nadie sería especial, ¿y cómo puedo expresar amor a todo?, sólo quedándome contemplándolo.

Llegado a este punto, no hay vuelta atrás, la persona que tenga al lado, por decir pareja, sería uno más de todo lo que existe y por lo tanto amado como todo lo demás; no habría privilegio, ni importancia en la selección, tal vez desaparecería la monogamia, especialmente centrada en la fidelidad hacia una relación blindada por la aceptación del voto matrimonial.

Con todo y que el amor es un concepto humano donde prevalece la posesión del otro, o el compromiso con el otro, la monogamia está lejos de ser un estado perfecto, es sólo un acuerdo que minimiza el desorden social; sin desconocer que en sus momentos importantes, en sus picos fuertes, la monogamia concede a los actores involucrados un sentimiento de seguridad, que de otra manera no tendrían.

Establecer límites entre lo externo o lo extraño, con las personas que amamos, el hogar que construyo, los hijos que procreo y con los recursos y tiempo que proporciono, significa un estado de seguridad y de identidad personal y social que nutre a los recién casados y a quienes perduran en ese convenio, además de conceder un estado de gran satisfacción moral.

Cortázar se negó a concebir que pudiera hacer el amor, y genialmente expone que es el amor quien los hace. ¿Será posible que eso sea lo que ocurre cuando se une el sentimiento amoroso con la relación sexual, ese binomio espectacular que concede al individuo una proyección hacia el infinito que nadie puede doblegar?, ¡QUE EL AMOR NOS HAGA!.

2 comentarios:

cristina dijo...

Evita que profundo. Estoy impresionada porque justo hoy traté de recordar el autor de esa cita que hace algún tiempo le envié a alguien muy querido, casi me caigo del susto cuando abrí tu blog.

Eva Rosa Briceño Pacheco dijo...

Sincronía amiga, sincronías