No pocas veces nos encontramos de frente a esta inquietud, una interrogante muy pertinente, porque desde que nacimos fuimos construidos de tal manera que el amor, el afecto, es nuestra necesidad primaria, y como hemos dicho ya, la impronta que da la manera como nos relacionamos con nuestros padres, servirá para catapultarnos hacia el amor, o por el contrario, para perder el camino que nos conduciría oportunamente a la plenitud del amor.
Esta sentida separación del otro, ha sido definida o descrita en los últimos tiempos, como un estado de soledad aparente; según este precepto, llevamos en sí mismos la esencia de nuestro contrario, en el mundo psíquico las mujeres poseemos un animus, es decir, nuestro masculino y los hombres poseen un anima o figura femenina, que le son propias.
Aún así, el misterio no se disipa, la complementaridad de hombre-mujer es un hecho interpretado de mil maneras y aún así, no logramos dar con explicaciones certeras o contundentes.
De los escritos casi olvidados, quizás por haber sido leídos superficialmente en nuestra juventud, me llegan Los Diálogos de Platón, particularmente El Banquete, en el cual se hace una referencia a que Zeus no soportaba la prepotencia de un ser humano completo, andrógino, circular, a quien cedó para dividirlo en dos porciones, varón y hembra, con la amenaza de volverlo a dividir y convertirlo en un incapacitado, en un cojo.
Platón toma de muchos mitos esta idea de un ser andrógino, incluso la Biblia narra a su manera que Eva salió de Adán, lo cual podría entenderse como que antes de tal operación, Adán y Eva eran un solo ser; y el Bereshit rabba dice que Adán y Eva eran uno solo, pegados de espalda y unidos por los hombros y que Dios los separó de un hachazo, para dar como consecuencia dos seres diferenciados.
Son muchas las referencias antiguas que hacen alusión a esta primitiva condición humana. Tal vez en este origen está la explicación de nuestros vacíos existenciales, y en general de nuestros sin sentido.
Platón toma de muchos mitos esta idea de un ser andrógino, incluso la Biblia narra a su manera que Eva salió de Adán, lo cual podría entenderse como que antes de tal operación, Adán y Eva eran un solo ser; y el Bereshit rabba dice que Adán y Eva eran uno solo, pegados de espalda y unidos por los hombros y que Dios los separó de un hachazo, para dar como consecuencia dos seres diferenciados.
Son muchas las referencias antiguas que hacen alusión a esta primitiva condición humana. Tal vez en este origen está la explicación de nuestros vacíos existenciales, y en general de nuestros sin sentido.
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