El Matriarcado sería técnicamente, el gobierno de las Madres, no el de las Mujeres, y el Patriarcado el gobierno de los Padres, no el de los Hombres. Hay una tendencia a confundir estos conceptos.
Aún no se ha llegado a un acuerdo para determinar si el matriarcado, fue efectivamente una realidad en el remoto pasado. Lo que sí es razonable asumir es que hubo matrilinealidad y matrilocalidad, es decir, la vida familiar alrededor de la madre, especialmente porque la maternidad era el único referente para determinar el linaje. Aunque hay mitos y reseñas sobre el poder ejercido por las mujeres en algunas culturas suramericanas, no podemos atribuírselo a que hubo un sistema matriarcal, en todo caso, sería una ginecocracia.
No me cabe la menor duda de que en aquellos tiempos, la mujer tuviera un liderazgo y reconocimiento de la comunidad, dado el complejo desempeño que puede realizar, como madre, curandera, cultivadora, artesana, por decir lo menos. Sin embargo, afirmar que hubo un período de matriarcado, como modelo estructurado de poder matricéntrico, tal y como hemos visto desarrollarse el patriarcado, sería sólo una suposición; no parece posible que los hombres hubieran podido aceptar someterse ante la mujer, especialmente porque en ellos recaía la capacidad de proveer los productos de la caza, y la defensa de la comunidades.
El patriarcado es posterior a este primer estadio matrilineal, y ya sabemos que fue un tipo de organización social en la antiguedad, que incluía a todos los miembros de la familia. Los varones se encargaban de las mujeres, incluso la toma de varias esposas dentro de la tribu, estaba sustentada en la desproporción entre la cantidad de mujeres con respecto a los varones.
En su concepción más pura, el patriarcado sería un sistema que garantizaba el orden y el bien de todos sus integrantes, los patriarcas hebreos seguían una ética que incluía un papel para cada miembro de la familia y las decisiones estaban sustentadas en valores y soluciones de problemas.
La sucesión de sistemas políticos y económicos posteriores no invalidaron el poder masculino en los destinos sociales, pero el padre perdió su poder, y la mujer siempre ocupó un papel subalterno, especialmente en el seno familiar. Dadas algunas excepciones, la mujer fue sometida a la invisibilidad, y su primera forma de obtener dinero, lo cual le dio cierta autonomía, fue a través de la prostitución, especialmente cuando se trataba de mujeres que habían perdido su familia.
La monarquía vino luego a ejercer un patriarcado que aglutinaba familias pudientes, para luego desembocar en la agonía de este sistema con el surgimiento del Estado. Lo curioso es que aún la decadencia del patriarcado, no signficó la decadencia del ejercicio del poder masculino.
Como sistema, el patriarcado se hizo inoperante, y la familia dejó de ser el centro de la vida comunal. Se dio paso al sistema capitalista y la familia se hizo un asunto privado y regido por las leyes nacionales. A la larga mujeres y niños quedaban desamparados, porque el hombre ya no estaba obligado a mantenerse en el sistema familiar tradicional; los intereses se proyectaron hacia logros personales, la comunidad familiar y social perdió vigencia, ahora importaba el desarrollo individual.
Las relaciones entre hombres y mujeres cambió, se vieron enfrentados, en competencia, en conflicto, la incapacidad del hombre para ejercer su protección, le dio paso a la mujer para tomar ese papel y desembarazarse de las relaciones de pareja. La familia cambió definitivamente.
El surgimiento del Estado, del poder civil, asumido por el hombre, generó otro modelo, androcéntrico, pero a años luz del patriarcado, porque el hombre se hizo invisible en las relaciones familiares, ocasionando la aparición de una familia herida, fracturada, debilitada, lo cual generó el gran problema de la sociedad actual: LA FALTA DE PADRE.
Por esto veo un gran error cuando se afirma que tenemos un sistema patriarcal, ¿cómo es un sistema patriarcal, si no hay padre?. El poder patriarcal era un sistema inclusivo y cerrado, que desaparece con el surgimiento de nuevas formas económicas que independizaron al ser. El padre deja su hegemonía pero el hombre la sigue ejerciendo, pero esta vez como: Machismo.
La familia quedó sin referentes y sus miembros reelaboraron un camino de vida, orientado hacia la formación en la actividad laboral, fue la primera libertad personal que se produjo a raíz de la Revolución Francesa.
La famosa afirmación de que la mujer es el sexo débil, sólo era una remembranza del deseo de seguirla dominando, porque ya el hombre no era el jefe, y tenía una autoridad legal y política por encima de él.
La liberación femenina y las luchas por lograr un espacio laboral fuera de casa hicieron el resto, la mujer asumió el papel masculino y aquí estamos, ya lejos del patriarcado, y aún bajo un machismo oficial. El mundo femenino habiendo vivenciado su liberación, reconoce la energía masculina que ha detentado y está abriendo espacios de reflexión, ya mucho más calmada, menos apasionada; de lo que fueron las primeras manifestaciones del feminismo se ha evolucionado hacia un deseo por alcanzar el equilibrio entre lo femenino y lo masculino, estas dos fuerzas que bullen en el alma humana.
La falta de padre es la herida más profunda de la sociedad actual, varones y hembras criados por madres solteras o abandonadas, que creen que hacen el papel de padre y madre, lo cual es imposible. Es en este centro de dolor, donde se están afincando las terapias, que tratan la gran patología de los tiempos post modernos, la falta de integración interna, la falta de coherencia personal.
Ya no hay patriarcado, lo que hay es MACHISMO. El poder que ejerce el varón al considerarse superior a la mujer, y por ello con derecho a anularla, lastimarla, disminuirla, acosarla, descalificarla y en grados extremos a golpearla.
De la misma manera, no hay matriarcado, aún cuando las madres sean las encargadas del hogar, no es matriarcado cuando el poder social está a cargo de los hombres, lo que hay es liberación femenina, es evolución profesional, pero a la vez hay un gran vacío existencial que tal vez era desconocido antaño. Además, la madre no ejerce todo el ámbito de la educación de los hijos, porque el hogar cambió, se volcó hacia afuera, la educación se ha compartido con la escuela, por decirlo de alguna manera, y la escuela tampoco está ofreciendo una formación integral.
La familia se ha fracturado y guarda poca relación con los modelos tradicionales, hoy tenemos un estado de cosas en transición, un caos social que generará sin duda otro sistema de organización, y un cuerpo de valores que bien podrían sustentar un encuentro amoroso entre el hombre y la mujer, pero primero tendrá que producirse un bello encuentro entre las fuerzas femeninas con las fuerzas masculinas internas, tanto de hombres como de mujeres.
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