Una nefasta noticia procedente de Chile, nos trae el relato de un triste y enervante hecho, Daniel Zamudio, homosexual, muere después de 25 días de agonía por agresiones físicas producidas por tres hombres, que se reconocen como neonazis.
Miles de acontecimientos como éste, deben haber en la historia humana que no son reportados.
Aparte de la discriminación, lo cual percibo como sólo una excusa para desparramar los instintos criminales de estas bestias, veo un absoluto irrespeto a la vida y a la humanidad que está en todos, una ruptura entre lo que soy y lo que eres, es decir, una ausencia de alteridad que clama ante los ojos de Dios.
Algo muy malo hay en esas almas, las cuales debieron aprender a reconocerse a sí mismos, a través de la bipedidad, (esta palabra la acabo de inventar: dícese de la postura bípeda de los humanos), que vieron en los demás. Asesinos empapados de la testosterona más nefasta que su masculinidad puede aguantar. Un aviso a la sociedad: ¡aquí estamos y vamos por ustedes!
Somos el caldo de cultivo de todas estas expresiones de agresividad, los valores morales que condenan condiciones humanas que no comprenden y la falta de familia, que pueda sembrar el amor en sus integrantes.
En nuestro hemisferio occidental somos herederos de mensajes religiosos contradictorios, Jesús dijo: “No vengo a abrogar la Ley, vengo a cumplirla”. Sólo pensar en todo el contenido moral que esa Ley judía traía consigo, puedo imaginar la confusión que produjo el planteamiento de una actitud humilde y mansa. La Ley definía la relación sexual entre personas del mismo sexo como como sodomía, una abominación, una inmundicia, por la cual fueron destruidas dos ciudades, Sodoma y Gomorra.
Me hubiera gustado que Jesús hubiera hecho referencia a este tema, ¿lo dejó afuera, o si lo dijo, no lo quisieron reportar? sólo se sabe que concibió como pecado a la prostitución, el adulterio, el robo, la indolencia, la hipocresía, y el irrespeto al Templo. Su gran mensaje fue el perdón, y el amor, “ama a tu enemigo”.
Realmente, aún hoy es incomprensible tal entrega, tal desapego a las emociones defensivas.
La historia nos relata grandes gestas de saneamiento moral por parte de la iglesia católica, más inspirada en el poder estratégico y político sobre una feligresía por hacer cautiva, que en su verdadera conexión espiritual; esto lo lograron a través de Las Cruzadas, la Santa Inquisición y la perpetración del miedo al infierno.
Hoy, entre fanáticos, asesinos, sectarios, esquizofrénicos y la impunidad que los asiste, estamos ante estos horrores, explicados por la palabra discriminación, cuando la verdadera razón de estos comportamientos es un horrendo vacío existencial que proyectamos en los demás. Una irreconciliable auto descalificación, que deja penetrar un demonio que hace de las suyas hasta que llegue la muerte propia. No en balde Jesús advirtió: “los envío como corderos entre lobos”, el alma humana revelada en sus dos polaridades.
Estos asesinos no entienden argumentos racionales, y menos explicaciones librepensadoras sobre la homosexualidad, no se trata de una agresión simple sino de una agresión compleja, me pregunto: ¿Qué les produce tanta agresividad, el comportamiento que ven afuera o un contacto que hacen con su sombra, la cual ya tienen a flor de piel?
Los discursos en contra de la homofobia, pueden ocasionar dos reacciones: que convenzan o que polaricen, porque no tenemos más que el argumento de la buena voluntad de aceptar a los homosexuales, asumiendo la diversidad sexual, cosa que no es comprensible para mucha gente. Por eso creo que el asunto no está en aceptar esto como una condición particular o natural, y menos ser tolerante ante ello, sino simplemente respetar la vida de todos como seres humanos, y que en el caso de los homosexuales los asiste el derecho como a todos, de ejercer su privacidad como les plazca.
Creo que independientemente de mi opinión sobre el tema, mi obligación moral es respetar un comportamiento, del cual no tengo la menor idea de qué se trata. No sabemos nada sobre la homosexualidad, la gente cree que sabe, pero es un error, no sabemos nada, de allí la iluminada recomendación: no juzgues, lo cual no significa abstenerse de tener un punto de vista.
También es menester precisar, que toda opinión que no sea en pro de la homosexualidad, no es necesariamente homofóbica, considero en este caso a quienes cargados de la mayor dulzura y apegados a la letra bíblica, consideran que es una condición contra la cual el homosexual debe luchar internamente, porque consideran que es sodomía, pecado, pero que a su vez, son incapaces de señalar, acusar y tirar piedras, incluso sé de actividades de religiosas que ayudan y asesoran al respecto. Es su manera de dar al otro.
Otra postura ante el hecho es que aún cuando no sean afectos, amigos, solidarios, con esa condición, son capaces de ver por encima de todo, simplemente consideran que los homosexuales son seres humanos libres y merecen respeto.
Es propio reconocer que hay fanatismo de ambos lados, en pro y en contra, y la homosexualidad tal y como la veo, no es opcional, ¿qué sentido tiene atacarla o apoyarla?. Sería ideal que este asunto se descargara de tanta pasión, para tener un nivel de aceptación amplio, porque si fuese cierto que es pecado, cada quien que responda de sus actos en las instancias espirituales correspondientes; esto sería salirse de la dualidad bien y mal.
La sociedad está llena de problemas, por no decir caos, la soledad está ganando filas alarmantes, aún en medio de millones de personas; conectados a Internet, la gente se ha escudado del contacto cara a cara, y se pierde de ver el brillo de los ojos del otro, donde se encuentran grandes verdades, propias y ajenas.
Hoy estamos más expuestos a estas acciones de esos hijos sin padre, sin madre, sin afectos, inconscientes, monstruos que cobran víctimas sin que medie un arrepentimiento.
Finalmente, deploro la palabra TOLERANCIA, por favor no sigan con eso, no tenemos que tolerar nada, ¿quiénes somos para asumir una postura tan soberbia?. La clave es el RESPETO. La RAE contempla tres de las cuatro acepciones del término, con significado de soportar:
1. tr. Sufrir, llevar con paciencia.
2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.
La cuarta acepción se refiere a:
4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
Tal vez este último fue agregado por el uso que se está dando en la actualidad, sin embargo, no me parece muy afortunado.
La sociedad carga con criminales que sólo tienen una excusa para matar, y la homosexualidad es una excusa fácil porque lo que la gente pide es TOLERARLOS: es decir: "POR FAVOR, PERMITEME SER HOMOSEXUAL". Esta no es la idea, porque nadie tiene derecho a darle permiso a los homosexuales para ser como son, nadie está por encima en este asunto. La privacidad es un valor y eso se llama RESPETAR, ¡no es asunto tuyo, pues!.
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