viernes, 3 de mayo de 2013

HONRAR A PADRE Y MADRE



Para los católicos, HONRAR A PADRE Y MADRE es un mandamiento, y su desobediencia es pecado. No cabe duda que los padres son los pivotes sobre los cuales descansa y se construye nuestra vida.

Heredamos no sólo las características biológicas, psíquicas y mentales de nuestros padres, sino que aprendemos de ellos sus valores, costumbres y nuestras preferencias y opiniones. Lo realmente relevante es que de esa pareja que nos creó, recibimos una impronta: absorbemos la energía emocional y mental que ellos vivían cuando nos concibieron, cuando estuvimos en el vientre materno y del momento en el cual nacimos; lo que nos hace totalmente reflejo de todo un mundo emocional, que ocurre antes de ver la luz del mundo.

Algo más significativo aún, es que a través de nuestros padres biológicos, nos conectamos con nuestros ancestros, y aunque todos estuviésemos emparentados por un origen humano común, -no descarto una múltiple procedencia del complejo y polémico homo sapiens- en la ramificación de ese árbol genealógico, nos hemos separado de muchos parientes, a quienes consideramos extraños, de otra familia.

Fácilmente podemos imaginar un gran árbol con sus ramas, ramitas, hojas y retoños, donde está la humanidad entera; incluso yo imagino varios árboles, porque creo que la humanidad de este planeta está conectada con humanidades de otros lugares del universo, a su vez unidos a un tronco común.

Según esto, podemos imaginar un camino si seguimos la huella de nuestros padres, sin mucha dificultad podríamos reconocer cómo se parece la nieta a una bisabuela, incluso podremos ver parecidos no necesariamente físicos, sino de personalidad, allí nos daremos cuenta, que vamos cargando con influencias que las visiones superficiales del siglo XVIII y XIX definían como “salto atrás”, y hoy concebimos como simples expresiones genéticas que contenemos y que se hacen presentes por mandatos de la sabiduría universal; todo lo que somos y expresamos, sigue una razón que nuestro entendimiento desconoce.

Si lo analizamos por la ciencia, diríamos que es herencia; si lo vemos desde la lógica común, diríamos que es azar, algo sin importancia; si lo vemos espiritualmente, diríamos que todos estamos conectados y nos afectan las energías de nuestros antepasados; y si lo analizamos desde la visión reencarnacionista, diríamos que somos las mismas almas del pasado que volvemos a un cuerpo físico y traemos muy claras nuestras maneras de ser del pasado.  De cualquier manera no escapamos de aquellas huellas, de aquellos recuerdos, de aquellos pensamientos, emociones, votos, sentencias, creencias, hábitos, incluso no escapamos de las aspiraciones, sueños y compulsiones que afectaron a nuestros antepasados.

No en balde somos una sociedad compleja, porque cargamos sobre los hombros, no sólo la vivencia de la vida actual sino que ante ello, reaccionamos con las referencias del pasado.

Deslastrarnos de las marcas limitantes del pasado, nos vendría bien, para ello se aplican múltiples procedimientos, como la respiración, y de ella la Terapia de Renacimiento, al menos a mí me ha ayudado mucho. El yoga y otras terapias de psicofísicas, las terapias de manejo de energías y limpieza espiritual. Las técnicas de Constelaciones Familiares, y las terapias psicológicas que últimamente plantean novedosos procesos de sanación.

Esta tarea es obligada para toda persona que desee mejorar su vida y crear una nueva perspectiva para sus descendientes, pero hemos de reconocer que los padres son piezas claves en esta liberación. 

Hay quien afirma que la relación con el padre garantiza o limita la prosperidad, y la relación con la madre es la conexión o desconexión con el amor; no lo pongo en duda, esas son las dos fuerzas que bien orientadas y equilibradas proporcionan nuestro sustento en la vida.

Aunque puedo imaginar vidas buenas en personas separadas de sus parientes consanguíneos y asimiladas a otra familia, deploro la minimización que se hace del vínculo energético de un niño con sus padres biológicos, ante lo cual se argumenta que padre o madre es quien cría; esto es lo mismo que afirmar que el bebé no tiene ninguna influencia genética de sus progenitores.

La sociedad latinoamericana padece de una seria patología, la irresponsabilidad paterna, lo cual es pandémica en las áreas populares de estos países. La ausencia de padre, tema que ya he tratado en este Blog, ha producido un síndrome social, que podemos observar en las masas con tendencias mesiánicas, compulsivas e idólatras, que creen ciegamente en promesas y se bloquean ante la realidad, muy fáciles de manipular. Una familia nutritiva y estable no proporcionaría un target apropiado a propuestas violatorias del Derecho, la Dignidad, la Honestidad y la Transparencia que se requiere de un equipo de gobierno de una nación.

Recobrar la trayectoria ancestral para sanar los bloqueos, los atascos que significan las pesadas emociones y marcas de errores severos de nuestros antepasados, es un buen mecanismo para salvar la familia presente y futura, recuperar la luz en nuestros canales comunicacionales ancestrales.

Si la Iglesia católica incluye a los padres en un mandamiento, otros enfoques espirituales y la ciencia no hacen menos. Los padres son el punto central de la familia, y del individuo; no significando con esto que no se tengan actitudes críticas ante la manera disfuncional como crecen muchos niños. 

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