sábado, 27 de junio de 2015

LA PREVALENCIA DEL MAL Y EL HIJO PRÓDIGO

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“El árbol del conocimiento del Bien y del Mal”, nos lanzó a este mundo, que llamamos dual, pero que no es tan dual, porque hay muchos matices. Ya estamos bastante familiarizados con ciertas concepciones sobre desarrollo personal, con las cuales hemos estado digiriendo enseñanzas, reflexiones y acciones para superar muchos escollos de nuestras creencias y comportamientos, que hemos acordado en llamar espirituales.

Pero, ¿qué sentido tenía o tiene, pasar por este estadio de dolor y sufrimiento terrenal?, ¿qué hicimos para merecer esto?. Nada, siempre me devané los sesos para entender la razón por la cual la humanidad es como es, está donde está, y sigue sin detenerse hacia un destino casi repetitivo, que se mueve en ciclos, en octavas, como en una escalera de caracol.

¿Qué determinó que tengamos que realizar todo este periplo una y mil veces, en una secuencia de reencarnaciones interminables?, tal parece que somos importantes para alguien o para algo.

Supongo que el alma virgen, requirió obtener experiencia, sabiduría, para poder obtener un estatus divino, -de allí que la serpiente del Paraíso le dijo a Eva, serán como Dioses si comen del fruto- y esto no se consigue sino con vivencias en cuerpos biológicos, en consecuencia, comenzamos de cero a ascender por el canal de nacimiento-muerte, por la vía del aprendizaje, en un mundo más complejo que dual, porque no se trata del bien y del mal por separado, -si fuera así sería una maravilla-, se trata de una complejidad de relatividades, que para mí se desenlazan o se resuelven al encontrar el punto medio en todo.

Según esto, ganarse el pan con el sudor de la frente, parir con dolor, fueron apenas condiciones básicas para empezar esta ruta de ascenso, una oportunidad para crear luz en tanta oscuridad, aunque el humano sigue ciego en estas tinieblas. Ya me preguntaba yo: ¿Porqué es tan llamativa la parábola del Hijo Pródigo?, como es lo natural, este hijo optó por el mal, se fue y gastó todo su dinero, haciendo caso a sus instintos y deseos, carecía de valores para escoger mejor, y si regresó arrepentido fue porque estaba quebrado, no porque amara al padre; pero el padre lo interpretó así, y supuso que lo había recuperado, aún sin conversar con él, para detectar sus intensiones.

Si estamos de acuerdo con la afirmación que lo natural es que optemos por el mal, porque es más fácil, productivo, divertido, inmediato e irresponsable, yo sigo cuestionando, ¿por qué el padre del hijo pródigo nunca festejó al hijo que no lo abandonó, siendo que escoger el bien es más difícil?, esto siempre me pereció injusto, y la respuesta del padre nunca me satisfizo, “recobré al hijo perdido”, nunca apreciamos las cosas hasta que las perdemos, ¿será eso?. Injusto, tenía a su hijo justo, delante de él, y nunca lo vio, porque dio por sentada su lealtad. ¿Será por eso que las noticias más llamativas son las más negativas?, una suerte de morbo colectivo, del que sólo pocos e inadvertidos se escapan.

La sociedad como ente abstracto propone versiones éticas, y contamos con muchas declaraciones universales, que hacen de algunos lugares del planeta, espacios buenos para la convivencia, pero en otros la situación es diametralmente opuesta. 

Últimamente en este tema del mal y el bien, hemos oído otras opiniones: 

En días pasados oía a un gurú moderno decir, que el mal, no es mal en sí mismo, que es simplemente una manera, un camino para evolucionar, así como opta un alma por hacer el bien para lograr el mismo objetivo. Esto tiene varios sustentos:

1-     Que no importa hacer el mal para alcanzar la elevación espiritual, ¿cómo es posible?, porque las almas se ponen de acuerdo antes de nacer, para realizar papeles en el mundo material y proporcionarse a cada una, una enseñanza específica. Después, cuando regresan al mundo espiritual, al morir el cuerpo, se reencuentran como colaboradoras de programas de vida. Esto implicaría revisar y limpiar la palabra Mal, eliminándole la asignación moral que la sociedad le ha atribuido.

2-     Puede significar que en el mal hay un bien, y que es sufriendo como se evoluciona y alguien tiene que proporcionar esos obstáculos. Tal vez de ahí venga el dicho: “No hay mal que por bien no venga”

Llama la atención que las religiones y filosofías orientales sustentan buena parte de sus doctrinas en la observancia de la Templanza, en el auto-control de los instintos, hasta llegar a valorar el martirologio:

1-   Jesús dijo: “Toma tu Cruz y sígueme” Mateo 16:24

2-   La Kabbalah promueve la Restricción, como camino de la superación espiritual. Anuncia que donde hay más obstáculos que superar, hay más oportunidad de revelar luz.

3-   Diversas filosofías de India promueven el curso del karma como facilitadora de la iluminación.

4-   El Zen promueve el camino del despertar. Empieza con la duda de uno mismo, sigue con la pérdida, el olvido del ego y lleva a la muerte del yo, para llegar al despertar, a ver la realidad directamente, sin la intermediación de la mente. Esto significa la anulación total de la naturaleza instintiva, cultural y personal, para dar paso a la unión con todas las cosas. Un proceso nada fácil, pleno de limitantes dado el exigente mundo material donde estamos.

Muchas otras orientaciones espiritualistas se fundamentan en optar por el bien, aunque el mal haga de las suyas, proponen la comprensión y el perdón, amar al enemigo, lo cual constituye un altísimo costo en el desarrollo de capacidades morales que forjan el ser y lo iluminan; y no es que vean el vaso medio vacío, es que la percepción de todos esos enfoques, es universal.

Hemos de llegar a la conclusión de que no cometimos ningún pecado, sino que como almas, somos unos recién nacidos, sin experiencia, que debemos madurar y desarrollarnos usando nuestras propias capacidades y venciendo con esfuerzo los obstáculos que proporciona un mundo malvado, que destruye, corrompe y aniquila, como acicate de un propósito evolutivo. ¿Qué sucedería si todos los seres humanos optáramos por el bien, si a nadie se le ocurriera realizar una acción que no sea noble?, creo que este mundo dual dejaría de existir, pasaría a otro nivel, a miles de octavas de crecimiento, se transformaría en otro mundo. Eso espero.

2 comentarios:

Colette Siwka dijo...

Caramba Eva, qué sorpresa! Bien interesantes tus reflexiones...abrazos, Colette.

Eva Rosa Briceño Pacheco dijo...

Gracias Colette. Vivo en esto, pensando, respondiéndome, y volviendo a pensar, jajaja