sábado, 27 de marzo de 2010

DEL RENCOR Y DEL PERDON


Como ya había comentado, en nuestro interior moran el miedo, la ira y el amor, emociones que nos permiten sentir y vivir el mundo. El asunto es que estas emociones en una proporción adecuada son útiles y beneficiosas, pero que en exceso o defecto nos causan los mayores males.

Mantener un equilibrio entre ellas nos hace estables y nos facilita el desenvolvimiento social, pero para alcanzar ese equilibrio  podemos tener una desventaja, debido a  las deficiencias amorosas en nuestros primeros tiempos de vida, o sea, que para poder relacionarnos necesitamos de una energía afectiva inicial, que es capaz de crearnos resistencias tanto amocionales como físicas, y  cuando esto falla, lo estaremos expresando posteriormente.
 
Sin contar los casos de patologías serias de la personalidad, el común de las personas va teniendo vivencias con las cuales va acumulando memorias desagradables que se convierten en una carga emocional inútil, pero difícil de superar. 

Hablemos puntualmente de los casos en los cuales se guardan resentimientos, o sea, sentimientos reeditados,  repetidos, vivos, actualizados, inmóviles, paralizados, inmutables, tenaces, un rencor. Terrible. 

Para ello se ha hablado mucho de las terapias de perdón, y a pesar de la buena intención, creo que no todo ha sido éxito, y creo que  una de las debilidades del perdón es su inevitable asociación religiosa,  el peso emocional de que nacemos pecadores, además de todo lo que el imaginario popular le atribuye al acto del perdón, la idea de que sólo Dios perdona. Y lo que es peor, aún cuando lo intentes, si no te resulta este proceso de perdón te quedas con culpa, entonces son dos los problemas: Rencor y Culpa, debido a esa perturbadora idea de que tenemos que ser buenos. Ante este asunto de la bondad, prefiero  optar por ser justa y libre.

Actualmente se conocen otros planteamientos mucho más exitosos  para tratar el rencor, y sólo quiero referirles dos autores: 

Carola Castillo, una venezolana que ha llamado mi atención hacia una magia maravillosa, la magia del reconocimiento y la honra que merece todo ser humano, es terapeuta de lo que se conoce como Constelaciones Familiares. 

En su libro Ecos del pasado, plantea la dinámica familiar, como un sistema donde cada personaje vive y actúa tal como lo hizo,  y  que la influencia de esos comportamientos pasan a los descendientes  en forma de perturbaciones, dolores e inestabilidad, sin que por ello debamos juzgarlos. 

Ofrece la terapia de las constelaciones familiares, reconociendo a la  familia como recurso y no como problema. Nos alerta a que no  creamos que las heridas producidas en el devenir familiar deban ser tratadas a través del perdón, porque realmente no tenemos nada que perdonar, sólo reconocer que nuestros antepasados nos dieron la oportunidad de nacer, de estar aqui.

Entonces, el camino no es el juicio, la culpabilidad y el perdón, y esto vale también para salir de los atascos emocionales que podamos tener con otras personas. 

El principio que recomienda NO JUZGAR, tiene también para el sabio mexicano Don Miguel Ruiz, un punto fundamental cuando nos plantea sus cuatro famosos acuerdos, a fin de establecer con los demás una relación en la cual evitemos engancharnos. Brevemente, y se los presento en el orden que me resultó más comprensivo para mí:

1- No te tomes las palabras de los demás como algo personal: cada persona vive una experiencia particular en su mundo, capta la vida diferente a los demás, actúa por diversas motivaciones, su historia es irrepetible,  y lo más importante la gente cuando habla lo hace desde su visión, todo lo que dice habla de él, no de tí. Esto te dará gran tranquilidad porque no te enganchas con la palabra del otro.

2- No hagas suposiciones: la relaciones interpersonales se basan en la comunicación, ante la duda no supongas, pregunta, investiga, que las apariencias engañan y es más rápido, sano y esclarecedor buscar la verdad que suponer. Además, aprende a preguntar, no prestes oídos a los chismes, comunícate con claridad.

3- Sé impecable con tus palabras: no digas nada que pueda ser usado en tu contra, controla lo que dices, porque la palabra sin control es expresión de la emoción que te domina, evita las que proceden de miedo y a ira exaservados. No juzgues ni sientas culpa y abandona la necesidad de tener la razón, que cada quien tiene su verdad, sé honesto.

4- Has siempre lo máximo que puedas: pero teniendo en cuenta que a cada instante cambia nuestra capacidad de dar, no des cuando estés cansado lo que podrías dar por la mañana, no creas que hacer lo máximo es sacrificarse, es sólo hacer lo más que se puede, para ello necesitas conocerte y calibrar tus potencialidades, para no abusar de tí mismo. El exceso en el hacer siempre crea resentimientos, porque estos esfuerzos  pueden no ser reconocidos, por ello da lo maximo sin esperar  retribución, para ello disfruta en ese hacer para que ese hacer sea tu recompensa. Empieza por hacer lo maximo contigo mismo, con tu cuerpo, tu salud, tu mente, tu alma.  

Con estas recomendaciones de Don Miguel se puede ir muy lejos, lo percibo como una terapia laboral, porque hay que trabajar mucho para seguir estos principios, yo le agregaría la alegría de vivir, no se puede ser tan serio, el buen humor nos salva, nos eleva y nos hace niños, nos aceita los rieles del tren de la vida.

No hay comentarios: