Valiente es la palabra que se me ocurre decirle a una persona que habla de un tema cuyo origen, raíz, causa, es totalmente desconocido. Hasta ahora sólo hay especulaciones con respecto a la explicación de su manifestación, aunque hay personas que por el hecho de utilizar argumentos y razonamientos biológicos creen estar en lo cierto.
Sin embargo, ya sabemos que aunque pueda existir un gen de la homosexualidad, eso no responde que sea una condición natural, dado que la carga biológica se modifica con el comportamiento, y tal vez su origen no sea orgánico sino social. Hasta ahora ninguna investigación científica ha dado con los circuitos específicos e inequivocos que expliquen este comportamiento. Las ciencias humanísticas y médicas han optado por aceptarlo como natural sin entrar en debates, prefiriendo darle prioridad al respeto por la condición y dignidad humana.
La homosexualidad ha sido un tema poco investigado, se conocen estudios en los ámbitos de la psicología y sociología, y aunque hay argumentos biológicos, estudios comparativos con animales y culturas antiguas, para sustentar su presencia inobjetable, no se sabe cuánto porcentaje de relaciones homosexuales son resultantes de decisiones personales, de traumas con el sexo opuesto, de experimentación voluntaria, de novedad o moda, de deseos de salir de la rutina, de abusos infantiles, y no de un mandato biológico. Ante tal complejidad, se ha considerado prudente asumir una actitud liberal que al menos respete la dignidad de la persona, lo cual es un avance hacia la convivencia social.
En la actualidad como consecuencia de los cambios de paradigmas, la liberación sexual y la tolerancia social, se han llegado hasta reconocer derechos civiles que antes estaban totalmente vedados. Incluso el tema se ha asumido como bandera reivindicativa, y hasta es posible que su contingente haya sido incrementado no ciertamente por homosexuales reales, sino por simpatizantes que se les adhieren por decisión, por opción grupal.
Se han hecho estudios sobre mujeres que han sufrido encarcelamiento por causa de parejas delincuentes que las han abusado a tal nivel, que en los recintos carcelarios se convierten en lesbianas por decisión propia, como salida a la cadena de sufrimientos derivados de relaciones con hombres disfuncionales.
La manifestación del fenómeno homosexual es tan común, que se puede observar a simple vista en instituciones estudiantiles, donde hasta se percibe una actitud desafiante en mujeres que pueden estar percibiendo en el lesbianismo un asunto vanguardista, o una manera de protesta juvenil.
No sabemos a ciencia cierta si el fenómeno se ha incrementado o que ahora se expresa con mayor libertad, sin embargo, percibo que hay cierto incremento artificial, optado por personas que no desean hijos ni la suerte de vivir un matrimonio disfuncional, del cual tal vez proceden.
Hasta pudiera percibirse la homosexualidad como una fuerza política, porque es una condición que los integra como grupo.
La polémica más intensa se ha dado en el reclamo de derechos, lo cual movilizó a los homosexuales para exigir su derecho a contraer matrimonio, cosa que han logrado en algunos países; esta petición estuvo sustentada basicamente en la necesidad de que les reconocieran sus derechos civiles como pareja, porque vivían como tales y a la muerte de uno de ellos, el sobreviviente no podía heredar sus bienes.
Hemos de suponer que los juristas tuvieron que considerar todos los componentes de la propuesta, y con la primera idea que se tropezaron fue el tener que superar el criterio de que un matrimonio lo componen dos personas de sexos distintos, lo cual definió esta relación desde siempre. La aceptación del concepto matrimonio para este tipo de uniones hizo surgir de inmediato la propuesta de que estos matrimonios también tenían derecho a adoptar hijos, pero esto no parece que pudiera ser aprobado.
Vamos a ver el origen etimológio de la palabra matrimonio:
Se deriva de "matris munium", madre-ciudado, o, cuidado de la madre. Al parecer el matrimonio fue concebido como el deber que tenían los hombres de cuidar a la mujer que engendraría sus hijos, a través de una unión civil permanente y regulada por la ley.
Esto es comprensible, puesto que la mujer es apenas en el siglo XX cuando se convirtió en trabajadora fuera del hogar y autosuficiente, en aquellos tiempos no podía por sí misma mantener a hijos cuyos padres fueran desobligados. El matrimonio vino entonces a regular a la sociedad para la formación de la institución de la familia y estuvo dado por la indefensión de la mujer ante la supervivencia en un mundo absolutamente machista.
Desde el punto de vista sociológico, el matrimonio constituyó a su vez una manera de garantizar la continuidad de las riquezas del hombre dados a su descendencia, quien era dueño y señor de una mujer que estaba a su entera y pública disposición. Con ello se garantizaba la herencia de bienes en personas de la misma sangre, constituyéndose en una institución que fomentaba y sostenía el sistema económico y social. Pero ésto es otra historia.
Es por ello que el concepto matrimonio no aplica para las relaciones homosexuales, no es adecuado, porque su significado alude a la mujer que pare y cuida hijos y al hombre que la preña, dos acciones definidas para heterosexuales; y en caso de que no puedan procrear, pueden optar por adopción y la relación sigue intacta.
Puedo suponer que los juristas hubieran podido crear un nuevo constructo para definir estas uniones, esta nueva asociación formal; se hubiera podido establecer una definición basada en una sociedad de pares con derechos civiles, o simplemente denominarlo CASAMIENTO, el cual alude a la unión de dos personas con derechos civiles que habitan una misma casa, y con ello hubieran eliminado la connotación sexual de los contrayentes, que al fin y al cabo como pareja no pueden procrear hijos.
Vamos a ver el origen etimológio de la palabra matrimonio:
Se deriva de "matris munium", madre-ciudado, o, cuidado de la madre. Al parecer el matrimonio fue concebido como el deber que tenían los hombres de cuidar a la mujer que engendraría sus hijos, a través de una unión civil permanente y regulada por la ley.
Esto es comprensible, puesto que la mujer es apenas en el siglo XX cuando se convirtió en trabajadora fuera del hogar y autosuficiente, en aquellos tiempos no podía por sí misma mantener a hijos cuyos padres fueran desobligados. El matrimonio vino entonces a regular a la sociedad para la formación de la institución de la familia y estuvo dado por la indefensión de la mujer ante la supervivencia en un mundo absolutamente machista.
Desde el punto de vista sociológico, el matrimonio constituyó a su vez una manera de garantizar la continuidad de las riquezas del hombre dados a su descendencia, quien era dueño y señor de una mujer que estaba a su entera y pública disposición. Con ello se garantizaba la herencia de bienes en personas de la misma sangre, constituyéndose en una institución que fomentaba y sostenía el sistema económico y social. Pero ésto es otra historia.
Es por ello que el concepto matrimonio no aplica para las relaciones homosexuales, no es adecuado, porque su significado alude a la mujer que pare y cuida hijos y al hombre que la preña, dos acciones definidas para heterosexuales; y en caso de que no puedan procrear, pueden optar por adopción y la relación sigue intacta.
Puedo suponer que los juristas hubieran podido crear un nuevo constructo para definir estas uniones, esta nueva asociación formal; se hubiera podido establecer una definición basada en una sociedad de pares con derechos civiles, o simplemente denominarlo CASAMIENTO, el cual alude a la unión de dos personas con derechos civiles que habitan una misma casa, y con ello hubieran eliminado la connotación sexual de los contrayentes, que al fin y al cabo como pareja no pueden procrear hijos.
Este tema aún no parece que pudiera llegar a un consenso, se han realizado películas que han optado por el género humorístico para presentar situaciones que sensibilicen al respecto, pero los temas que surgen en el debate son tan complejos y difíciles de despejar, porque se deslizan hacia los espacios de la ética, y cuando se trata de asuntos éticos se necesitan conocimientos ciertos del tema, y es precisamente donde hay un gran vacío, en materia de homosexualidad.
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