Cuando le damos una mirada al mundo, casi lo vemos en el planeta entero, se nos achicó la dimensión espacial, como dicen por ahí, "el mundo es un pañuelo", la tecnología de la comunicación, la economía transnacional y la globalización, hicieron lo suyo para que un ciudadano de Europa, de Asia, de América y uno de Australia usen al mismo tiempo, la misma camisa, los mismos electrodomésticos y vean casi los mismos programas de televisión. Lo local perdió vigencia.
El asunto más dramático de hoy podemos definirlo por la relación entre la gran cantidad de personas en estado de pobreza y las condiciones ambientales cada día más deterioradas.
Esto me hace recordar a Robert Malthus, conocido clérigo, economista y demógrafo británico que promulgaba el control del crecimiento poblacional, argumentando que los alimentos crecían en progresión aritmética y la población en progresión geométrica, fue muy cuestionado a mediados del siglo XX, debido a sus argumentos discriminatorios, ya que exponía que quienes no tenían familia que les proporcionara alimento, y si no era capaz de ser admitido en un empleo, no tenía derecho a ninguna ración de comida.
En los años sesenta su teoría fue tenazmente desacreditada por su posición extremista y discriminatoria. No les faltaba razón, su deshumanización rayaba en fundamentalismo racista; además, en aquellos tiempos la población del mundo no pasaba de 3.400 millones de seres, y se discutían muchas teorías políticas basadas en la justicia y la equidad.
Hoy, ya hemos visto que ni los argumentos demográficos de Malthus fueron revisados por todos los países, o al menos tomados en cuenta como reflexión, ni las teorías políticas igualitarias han dado respuesta positiva a la humanidad en su devenir; muy al contrario se ha producido un fenómeno que ha puesto a la humanidad al filo de una crisis, resultante de los diversos factores que polarizaron la sociedad en sectores empobrecidos y mini sectores enriquecidos.
Ni siquiera la fórmula de la repartición equitativa de la riqueza ha sido probada en ningún lugar del mundo y ha dejado de ser una fórmula de esperanza; muy al contrario, las poblaciones pobres constituyen el argumento para mantener los discursos demagógicos de muchos políticos.
En razón de que el comportamiento sexual es en definitiva la base del crecimiento poblacional, y que las olas de cambio paradigmático, entre otros, la revolución femenina del siglo pasado, crearon un fenómeno demográfico caracterizado por una explosión incontrolable, hemos de pensar que del mismo seno de la realidad humana surjan mecanismos de autocontrol no conscientes.
La crisis financiera de hoy, la crisis de la familia, y las crisis que a nivel personal se suceden ante un mundo cada vez con más incertidumbre, han generado sólidas creencias de que estamos al borde de un colapso que dará a la humanidad una lección dolorosa pero al fín una lección, que inevitablemente tendrá que aprender.
La manera como se están relacionando las parejas, el amor libre, descomprometido, la homosexualidad elegida, pueden ser mecanismos de control natal y aún cuando esto le haya dado un vuelco a la familia tradicional, dejándonos un mal sabor y nostalgia, pueden ser, sin lugar a dudas, una autoregulación insconciente.
Llama la atención por otro lado, un fenómeno actual que está dando de qué hablar a muchos terapeutas y gurúes espirituales: el gran sentimiento de soledad que se ha extendido por la sociedad humana, mujeres y hombres desencontrados, jóvenes que desean conformar una familia y las posibles parejas brillan por su ausencia.
Estamos viviendo en tiempos de caos, crisis, revisión, reacomodo, presentismo, incomodidad, incertidumbre y muchas veces paz, pero una paz por soledad, tal parece que aquella sentida y justa frase: "Más vale solo que mal acompañado", se ha hecho una realidad. Ayer nos quejábamos por tener relaciones disfuncionales, hoy por carecer de relaciones y aún no estamos conformes.
He de suponer que estamos en momento de expresar otra sentencia más avanzada, a fin de que se regularice la cosa, porque no se trata de estar solo, se trata de estar bien acompañado.
"Más vale bien acompañado, que solo", para ir saliendo de este hueco.
Con esto he llegado al punto central del problema mundial: el corazón humano. Y para no terminar tan triste, les invito a disfrutar esta maravillosa pieza, en la voz de una mujer con autoridad moral para decir: LA VIDA ES UN CARNAVAL.
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